"Bir problem mi var?" ¿Tengo un problema? La pregunta formulada en turco por el Frankfurter Rundschau refleja la atmósfera de las celebraciones germano-turcas del 2 de noviembre en Berlín. La canciller Angela Merkel y el primer ministro Recep Tayyip Erdogan festejaban el cincuenta aniversario del acuerdo firmado el 30 de octubre de 1961, por el que Alemania fortaleció la inmigración masiva de mano de obra turca para sostener su economía. Después de la llegada de 800.000 turcos y de la suspensión del acuerdo en 1973, se convirtió en un asunto complicado.
En efecto, Erdogan declaró en alemán que "caminamos juntos" y Merkel lanzó a los alrededor de tres millones de inmigrantes turcos un muy aplaudido "yo soy vuestra canciller". Pero los tradicionales puntos de discordia estaban ahí: la doble nacionalidad para los inmigrantes turcos en Alemania, reclamada por Erdogan, y la obligación de aprender alemán exigida por Merkel. "La asimilación es un crimen contra la humanidad", comparable al antisemitismo, predicó el primer ministro turco frente a una Angela Merkel impasible, que guardó un silencio elocuente con respecto a la adhesión turca a la Unión Europea.
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