Va de mosqueos

Esos insectos usualmente tan molestos llamados moscas son los protagonistas de múltiples dichos europeos con diferentes significados. En francés la "mouche" forma parte de un lenguaje coqueto, pero en Alemania o en España acompaña a los caracteres dulces. Algunos extractos para no "mosquearse" tanto como el presidente de EEUU, Barack Obama.

Publicado en 10 julio 2009

Coquetas o mimosas. En Europa, alguien que no sea capaz ni siquiera de hacer daño a una mosca ("faire de mal à une mouche") debe ser sin duda una buena persona. Los que tienen las manos largas (sean presidentes de EE UU o no) deberían pensárselo dos veces: ya sea en Alemania ("er könnte keiner Fliege etwas zu Leide tun"), en España ("No haría daño ni a una mosca"), en Suecia ("ej göra en fluga förnär") o incluso en Letonia ("neizdarīs mušai pāri"), no herir a este insecto es considerado un signo de un carácter dulce.

Pero el hábito no hace al monje, o "l’habit ne fait pas le moine" en francés. Por su parte, los ingleses desconfían de la gente que se muestra demasiado amable: "He looks like he wouldn’t hurt a fly, but he’s a wolf in sheep’s clothing", dicen, comparando a los que parecen no querer dañar a estos animalitos voladores con un lobo con piel de cordero, "un loup à l’apparence de brebis", dirían nuestros vecinos franceses.

Volvamos al tema. En los tiempos del Rey Sol, las mujeres coquetas se entretenían pintándose falsos lunares para sacar a relucir la blancura de su piel de melocotón ("peau de pêche"): "mouche", mosca en francés, era el nombre de dicho ornamento del maquillaje, que según ellas, tendría las propiedades de atraer a los hombres como moscas a un bote de mermelada ("comme des mouches sur un pot de confiture"), mientras se paseaban por los jardines de Versalles, como si nada, haciéndose las mosquitas muertas. Si el señor que se les acercara no tenía las cualidades deseadas, no sería de extrañar oírlas recomendarles, en un alemán con acento francés, que se fuera a hacer la mosca ("Mach die Fliege"): osea, los enviarían a paseo. Así, con el abanico abierto, las coquetas de la corte estarían cada vez más cerca de hacer mosca ("faire mouche"), es decir, lograr su objetivo, quitándose de en medio a los pretendientes poco deseables, que revolotean a su alrededor como moscas.

Jane Mery y Pierre-Anthony Canovas, traducido por Pedro Picón

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