El Congreso de Diputados, la cámara baja del Parlamento, se disolvió el 20 de agosto por una mayoría de 140 votos de 200, allanando el camino para la celebración de nuevas elecciones en dos meses.
Este acto debería poner punto y final a la crisis política que siguió a la caída del Gobierno de Petr Necas, el fracaso de la administración de Jiri Rusnok por intentar ganar un voto de confianza y los intentos del presidente Milos Zeman de desafiar las convenciones constitucionales.
Se espera que el presidente acepte la disolución del Parlamento y convoque elecciones para el 25 y 26 de octubre. Lidové noviny advierte que tras las elecciones, “el paisaje político checo basculará hacia la izquierda y se volverá rojo”. Algunos analistas predicen que los Social Demócratas y los Comunistas podrían ganar tres de los cinco escaños parlamentarios, lo que resultaría suficiente para reescribir la Constitución.
Live | IA, medios de comunicación y democracia: ¿una ecuación imposible?
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