El 25 de noviembre fue el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. En toda la Unión Europea hubo numerosas manifestaciones que llamaron a los gobiernos a luchar de una forma más eficaz contra la violencia de género. En Italia, el reciente feminicidio de Giulia Cecchettin inició varias “marchas de ira” que algunos consideran como algunas de las manifestaciones feministas más grandes de la historia del país.
Los Estados miembros se han hecho cargo, con distintos grados de buena voluntad y eficacia, del urgente problema de la violencia contra la mujer. En Bélgica, recientemente se aprobó una ley contra los feminicidios, y el texto, calificado como “histórico” y como una “primicia en el continente”, podría verse casi como revolucionario, dada la falta de disposiciones legales en otros lados. En 2022, la Comisión Europea propuso un texto para luchar contra la violencia doméstica y la violencia contra la mujer, y en julio, el Parlamento se pronunció al respecto.
Otra complicación que se suma a la lentitud de las propuestas de ley es la dificultad para comprender claramente el fenómeno, ya que las estadísticas sobre los feminicidios en Europa suelen estar incompletas. Por ende, la violencia de género suele permanecer invisible pese a su omnipresencia.