Desde la caída del Imperio Romano, la Unión Europea era lo mejor que podía ocurrirle al continente. Pero antes de ello, fue necesario pasar por la catástrofe total, para que los Estados conquistadores de Occidente dejaran de pelearse entre sí. No fue hasta 1945 cuando la gente sensata dejó de buscar la respuesta en el nacionalismo. La idea europea era sencilla: al integrar progresivamente las economías nacionales, se suprimiría cualquier móvil, incluso cualquier logística de violencia entre Estados. ¿Quién abriría así fuego sobre sí mismo?
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