Con Iveta Radičová, de 53 años, Eslovaquia asiste a un combate entre tradición y modernidad que va mucho más allá de la simple lucha por acceder al poder político. Ya era así en tiempos de las últimas elecciones presidenciales [en 2004], en las que triunfó Ivan Gašparovič, un arquetipo del hombre eslovaco, enamorado de los coches, del hockey y de la fujara [instrumento tradicional eslovaco]. Esta antigua profesora de sociología —fue la primera mujer socióloga de Eslovaquia— se ha convertido hoy por hoy en un verdadero fenómeno social. Radičová encarna, por sí sola, un nuevo estilo de hacer política; transmitiendo una imagen de mujer sensible y culta que rechaza las reglas crueles de sus rivales masculinos que transformaron el campo de la política en campo de batalla. Según afirma, prefiere “dejar la política antes que abandonar los principios de la buena educación”. En los debates televisivos, tiene por costumbre enfrentarse a sus adversarios políticos con una amplia sonrisa.
Un nuevo lenguaje político
Esta “cualidad femenina” viene acompañada de una pertenencia a la corriente liberal moderna del pensamiento político europeo, ya sea en el ámbito de las creencias religiosas (“son un asunto privado"), en el tema del aborto (“confío en nuestras mujeres”) o también en el modo condescendiente con el que aborda la temática de las distintas minorías, desde los gays hasta los húngaros, pasando por los romaníes y los inmigrantes. Si bien su amplitud de criterio es ciertamente mucho más que un simple cálculo político, aprecia sin embargo el lugar que le dedican los medios de comunicación, incluyendo la opinión de la prensa del corazón. No le cuesta hacerles confidencias respecto de su rubia cabellera (“mi peluquero es excelente”), sobre su gusto por los dulces (“sé tanto sobre cajas de bombones o de caramelos como de leyes”), o hablar de sus pasiones. Por todo esto, la prensa rosa la respeta y la protege.
La popularidad de Radičová se remonta a 2005. Hasta ese momento, sólo se la conocía dentro de los círculos intelectuales. Tenía la reputación de ser una mujer de una inteligencia poco común, con un pasado intachable (en septiembre de 1989 perteneció al grupo de los 14 sociólogos que protestaron públicamente contra el arresto de disidentes eslovacos). Tras años de retórica neoliberal durante el gobierno de Mikuláš Dzurinda [primer ministro desde octubre de 1998 hasta julio de 2006, antiguo líder de la SDKÚ], Radičová, quien por entonces era la única mujer en el gobierno, introdujo un nuevo lenguaje político: en lugar de señalar los abusos cometidos en el sector de las prestaciones sociales, decidió hablar de los pobres cada vez más pobres, sin culpa alguna, y de la obligación del Estado de prestarles ayuda.
Su modelo: ¿Angela Merkel o Segolène Royal?
En el Parlamento, Radičová cometió un error que bien hubiera podido resultarle fatal. Pulsó el botón de voto en lugar de una colega de su partido; en su defensa, alegó que ésta se encontraba demasiado lejos de la máquina. Las acusaciones de fraude no se hicieron esperar desde todos los sectores y el mundo político y los medios de comunicación se cebaron con ella. Radičová renunció entonces a su mandato parlamentario. Y realmente pareció, cuando el periódico SME anunciaba su muerte política, que su carrera estaba totalmente acabada. Pero a finales de enero todo cambió: Radičová anunció que sería la candidata de su partido para las elecciones al Parlamento del próximo 12 de junio. En las primarias venció a Mikoláš Dzurinda y los sondeos recientes presagian una victoria de la derecha, en cuyo caso, Radičová bien podría acceder al cargo de primer ministro. Radičová dice que su modelo es Angela Merkel. Pero en los pasillos de la SDKÚ se preguntan espantados si no se trataría más bien de Ségolène Royal [candidata socialista que se enfrentó a Nicolas Sarkozy en las legislativas francesas de 2007].