Mentiras que se pagan al contado

Cómplices, los bancos y los políticos son responsables del desastre bancario en España. Y son los ciudadanos los que deberán asumir las consecuencias, acusa el director del diario portugués Jornal de Negócios.

Publicado en 12 junio 2012

El descalabro de la banca española es la vergüenza de un Estado. Por haber construido un mito. Por la complicidad público-privada en lo que constituye un delito. Por los lucros en el pasado de unos y la desproporción de los perjuicios futuros sufridos por otros. Por la negación. Por el contagio. Por la mentira. Todo el mundo miente a los mismos: a los contrib…, perdón, al pueblo.

Hoy tenemos derecho a hablar de lo que pasa en las casas de los demás. Porque las casas de los demás están hipotecadas y vamos a pagarlo nosotros como siervos. Nosotros, los “europeos”. ¿Qué diferencia hay entre que Grecia haya mentido en las cuentas públicas y que los bancos españoles hayan mentido en los balances?

Cordón sanitario

El problema español se parece más al irlandés, porque es bancario, que al portugués, que de los problemas posibles no tiene ninguno gigantesco, pero los padece todos al mismo tiempo. En España, el mal nace de una relación incestuosa entre las cajas de ahorro y los poderes políticos regionales. A esto hay que añadirle la burbuja inmobiliaria en la que participaron y de la que se lucraron todos: los bancos por el crédito, las constructoras por el negocio, las inmobiliarias porque les daba qué hacer, el Estado por los impuestos, los partidos ya se sabe cómo, el Gobierno por el crecimiento del PIB.

Desde hacía al menos dos años, la burbuja inmobiliaria y sus efectos eran visibles. Pero España, mientras, lo hizo todo mal, con el Gobierno anterior, el de Zapatero, que le daba largas al problema, y con el nuevo, el de Rajoy, que pierde el control de su solución. Lo que se podría haber contenido en las cajas puede ahora contagiar a los mayores bancos (Santander, BBVA y La Caixa no dependen de esos cien mil millones [previstos por el plan de ayuda]). Peor: puede contagiar a la deuda del Estado.

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Lo que diferencia a España de Irlanda es la solución por la que se ha optado. En Irlanda se nacionalizaron las pérdidas de los bancos, que se convirtieron en déficit público; en España se intenta rodear la banca con un cordón sanitario, mediante el préstamo de cien mil millones, que serán de la deuda pública. El objetivo es impedir que el problema de la banca se vuelva un problema de Estado. Pero está claro que esos cien mil millones son parte de un rescate a España. Incluyen un programa de austeridad no escrito pero que ya se está realizando. Y pondrá a los bancos españoles bajo la supervisión del BCE.

Hacia una unión bancaria

Esta puede ser una de las grandes consecuencias de esta crisis española: el salto hacia una unión bancaria en Europa. Una unión en la que abrir una cuenta en Lisboa, en Madrid o en Berlín sea lo mismo. Una unión en la que el Banco Central Europeo dirija la supervisión bancaria. El Banco de España sale mal, muy mal parado, de esta historia. Hasta que el Gobierno de Rajoy lo desautorizó, al trasladar la auditoría del sistema al Ministerio de Economía. Los bancos europeos no van en adelante a ganar dinero como hasta ahora, van a pasar por fusiones, extinciones, van a reducir el número de sucursales, el número de empleados, el endeudamiento, los activos, los balances. Nosotros los sabemos: en eso vamos por delante en Portugal.

Un párrafo para Portugal: el buen alumno tiene razones para sonreír. El proceso de capitalización está a punto de concluir y los bancos llegarán al verano con las provisiones de capital más altas de Europa. Falta saber qué parte es pública y qué parte es privada, pero eso se merece otro editorial.

“Paren el juego de las culpas”, dijo Bob Diamond, presidente de Barclays, hace año y medio. Es pronto. Cuando decimos que la banca capturó la política es de esto de lo que hablamos. De repúblicas de deudores y monarquías de acreedores. De financieros que lo saben todo que embaucan a políticos que no saben nada. Y de que unos y otros tienen el descaro supino de acusar de sus errores de analfabetismo financiero a quienes tienen que pagarlos. Sí, los que se cargan los presupuestos futuros, tapados con la austeridad y que destapan quiebras y desempleo, son los que tachan al pueblo de ignorante en finanzas. Qué bonito.

La crisis es bancaria. Ha hecho metástasis, en una crisis de la deuda pública. Y ambas las soportan los “europeos”. Nosotros la soportamos. Solo en una democracia deficiente mentir a las instituciones europeas, como hizo Grecia, es peor que mentir al pueblo, como en España. Se ayudará a la banca. Y nosotros, ¿qué les decimos? Nada. Ya dijimos todo lo demás. Ya escribimos todo lo que había que escribir. Queda sufrir. ¿Cómo se sale del abismo?

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