Desde hace más de un año, las manifestaciones contra el primer ministro Viktor Orbán y su política nacionalista se multiplican en Budapest. Este 8 de marzo, los detalles del acuerdo firmado con Rusia el 17 de febrero en todo lo referente a la energía nuclear civil serán cubiertos por el secreto de defensa.
“Mocskos Fidesz!” (“¡Está sucio el Fidesz!, en referencia al partido de Orbán), gritaban los miles de personas que se manifestaron el domingo convocados por la oposición; además de leerse en las pancartas, prosigue el semanario, frases como “Este Gobierno está corrupto”. El acuerdo establece un préstamo de 10.000 millones de euros entregados por Rusia a Hungría, cuyo objetivo es cubrir el 80% del gasto de la construcción de dos nuevos reactores para la central de Paks. Esta operación la realiza la sociedad rusa Rusatom, la única en el país, y que proporciona electricidad a cerca del 40 % de Hungría.
Mientras que el Gobierno invoca “razones de defensa”, hace notar el sitio web Hu-lala.org, la oposición dice al respecto que
todo esto se hace para enmascarar un autentico caso de corrupción. Mientras la oposición pide al presidente de la república, János Áder, que apele al Tribunal Constitucional, los manifestantes prevén salir de nuevo a las calles el 28 marzo.
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