Entrevista Guerra en Ucrania

Andrei Kurkov: “Hemos necesitado una guerra para demostrar que Ucrania es diferente de Rusia”

El aclamado autor y ensayista ucraniano nos habla de su experiencia como novelista nacido soviético y rusoparlante, de las diferencias entre la literatura y la mentalidad ucranianas y rusas, y de la importancia del idioma en la “rusificación” forzada de Ucrania y de la emancipación del país que se aparta del “mundo ruso”.

Publicado en 13 febrero 2025

El escritor ucraniano Andrei Kurkov es uno de los autores ucranianos más prolíficos y eclécticos. Ha cubierto varios temas vinculados a la historia reciente de Ucrania; especialmente después de la Revolución Naranja de 2004, así como varias narraciones de misterio, algunas casi surrealistas, situadas en los años siguientes al colapso de la Unión Soviética.

Andrey_Kurkov_C.Stadler/Bwag

Su novela más famosa es Muerte con pingüino (Blackie books, 2023). Escribió los ensayos Ukrainian Diary (Vintage Publishing, 2014), Diario de una invasión (Debate, 2022) y Our daily war (Open Border Press, 2024). Esta entrevista es una transcripción editada de la conversación que mantuvo con Andrea Pipino en el festival Internazionale a Ferrara.

Kurkov Pipino  Ferrara 2024
Andrei Kurkov y Andrea Pipino en Ferrara, octubre 2024. | Foto: GPA

Andrea Pipino: Desde principios de siglo viene usted actuando como embajador de la literatura ucraniana en el extranjero. ¿Qué la hace tan específica? ¿Por qué, en su opinión, ha sucedido esto, especialmente considerando lo que ha ocurrido en Ucrania después de la invasión rusa de 2014?

Andrei Kurkov: En realidad empecé en 1999. En aquella época no había mucho conocimiento sobre Ucrania. La gente solo sabía algo de Chernóbil y de la mafia local. Así pues, creo que hice cientos de presentaciones de libros y participé en cientos de conversaciones. Desde entonces me he acostumbrado a hablar más de Ucrania que de mis libros. Porque si no se comprende a Ucrania, probablemente no se comprenderán mis libros. Aunque procuro escribir relatos universales que puedan ser entendidos por cualquier lector.

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El problema con la literatura ucraniana contemporánea es que resulta introvertida. Está destinada a personas que ya saben mucho de Ucrania. Al mismo tiempo, a los ucranianos siempre les ha molestado que el mundo no supiera nada de ellos, que no comprendiera la diferencia entre rusos y ucranianos.

En la Europa Occidental se tiende frecuentemente a pensar que la parte del continente que solía formar parte de la Unión Soviética es casi todo “Rusia”, pero definitivamente no es así: Ucrania, los países bálticos e incluso las repúblicas caucasianas tales como Georgia tienen una fuerte identidad nacional. ¿Ha cambiado este punto de vista por la situación en años recientes, especialmente desde la invasión a plena escala de Ucrania?

Desgraciadamente hemos necesitado una guerra en Ucrania para demostrar que Ucrania es diferente de Rusia, hasta el punto de que Rusia está tratando de destruirla debido a esa misma diferencia. No deja de ser interesante que la agresión rusa en Georgia no ha creado ningún interés cultural por Georgia. No ha afectado a la traducción de literatura georgiana o a la popularidad de las películas georgianas.

Me gustaría mencionar un país de la anterior Unión Soviética que es uno de los países más interesantes y en el que gracias a Dios no hubo guerra, pero el resultado es que nadie sabe nada de él: Lituania. Si uno deseara encontrar un reino mágico, Lituania es un diminuto reino mágico con la misma población que ahora tenemos en Kiev, con cuatro regiones diferentes, con una historia increíble: el reino lituano fue el mayor Estado europeo en el siglo XIV. Hoy en día sigue siendo un país increíble, pero sigue siendo desconocido en gran medida, tal como ocurre con la literatura y la cultura lituanas.

La mayoría de los rusos, incluyendo sus élites, hace tiempo que no quieren o no pueden aceptar que las antiguas repúblicas soviéticas sean países con su propia historia, su propia lengua y su propia identidad. ¿Sigue siendo así?

Vladímir Putin, tal como lo ha repetido muchas veces, creía que su mayor drama personal era el colapso de la Unión Soviética, lo que significa que su sueño era la resurrección de la Unión Soviética o el Imperio ruso postsoviético. Yo no sería tan optimista como para decir que Putin no está planeando un ataque a los Estados bálticos.

Las ambiciones imperiales rusas respecto a Ucrania se remontan a principios del siglo XVIII. En 1709 se produjo la famosa batalla de Poltava en Ucrania, que enfrentó a Pedro el Grande y su ejército contra el ejército ucraniano del Hetman Mazeppa y el ejército sueco de Carlos XII. Pedro el Grande derrotó al ejército ucraniano y a los cosacos ucranianos, y el Hetman Mazeppa huyó a Besarabia, que hoy en día son Moldavia y Rumania. Esta fue probablemente la primera batalla importante en la que Rusia capturó prácticamente la totalidad de Ucrania. Once años más tarde, Pedro el Grande firmó el primer decreto contra la identidad ucraniana. Era un decreto que prohibía la publicación de textos religiosos en ucraniano. Este decreto incluía también una cláusula para retirar de las iglesias todos los libros religiosos escritos en ucraniano.

Entre 1720 y 1917 hubo más de 40 decretos firmados por diferentes zares rusos para hacer desaparecer la lengua, la cultura y la identidad ucranianas. Así pues, la guerra no es nada nuevo hoy en día. La misma cosa sucedió en Lituania. No se prohibió a los lituanos el uso de su idioma, pero se les prohibió el uso del alfabeto latín. Por lo tanto, el idioma lituano había que escribirlo e imprimirlo en caracteres cirílicos por decisión del zar Alejandro II.

¿Siempre ha sido usted consciente de la singularidad de la cultura ucraniana? Usted nació en lo que entonces se llamaba Leningrado –ahora San Petersburgo– y luego se trasladó a Kiev.

Yo nací en Rusia –en la Unión Soviética a decir verdad– pero no estoy seguro de si soy ruso o ucraniano. No puedo estar seguro al 100% porque mi padre y mi abuelo eran cosacos del Don. Muchos cosacos del Don son realmente de origen ucraniano, porque la emperatriz Catalina la Grande prohibió el hetmanato cosaco ucraniano y advirtió a los cosacos que si querían conservar sus armas, incluso las de fuego, tenían que asentarse cerca del Cáucaso y defender esa frontera para el Imperio ruso.

Cuando la Unión Soviética se vino abajo en 1991, me sentí muy feliz. Naturalmente quedé conmocionado por tales sucesos, pero mucho menos que mis padres que no podían imaginar la vida fuera de la Unión Soviética o sin ella. Yo estaba muy contento porque pensaba que ahora que Ucrania había conseguido la independencia, sería mucho más fácil formar un Estado europeo independiente. Aquel año pasé a ser políticamente ucraniano, lo que a la sazón significaba que pertenecía a la parte más activa de la sociedad, donde el grupo étnico ucraniano era dominante.


“Cuando la Unión Soviética se vino abajo en 1991, me sentí muy feliz. Estaba muy contento porque pensaba que ahora que Ucrania había conseguido la independencia, sería mucho más fácil formar un Estado europeo independiente”


Desde 1991, todo ciudadano de Ucrania es ucraniano y no importa si es de origen tártaro de Crimea, húngaro, ruso o moldavo. Somos ciudadanos ucranianos y esa es mi identidad. Mi lengua materna es la rusa. Aprendí ucraniano cuando tenía 14 años, en una escuela soviética. Como tenía curiosidad, no podía entender por qué la república se llamaba Ucrania y nadie hablaba ucraniano en Kiev. En la escuela solo tenía un amigo de una familia de habla ucraniana.

Después de la universidad trabajé como editor de novelas traducidas de idiomas extranjeros a ucraniano. También escribí obras de ficción en ruso, de no ficción también en ruso, ucraniano e inglés, así como libros infantiles, ahora mayormente en ucraniano.

El idioma ha pasado a ser un asunto muy delicado en Ucrania, país en el que la gente hablaba indiferentemente ambos idiomas hasta la invasión rusa. Lo cual ya no es el caso: muchos ucranianos de habla rusa han empezado a aprender ucraniano y se niegan a hablar en ruso. ¿Hablar ucraniano fue alguna vez un indicador de identidad nacional antes de la guerra? ¿Y hablar ucraniano hoy en día significa que uno es un nacionalista acérrimo?

Cuando yo era estudiante, si alguien hablaba ucraniano en Kiev se pensaba que esa persona era campesina o nacionalista. Y esa era realmente la actitud del Partido Comunista en Ucrania: dentro del partido, naturalmente, había portavoces de habla ucraniana que eran comunistas, pero que también eran excelentes hablantes del ruso. El sistema político en Ucrania es totalmente anárquico debido a la propia historia del país que, al contrario que la mayoría de los países europeos, nunca tuvo una familia real, sino que mayormente formó parte de otros imperios y reinos.

📺 Vea el Live con Andrei Kurkov sobre la guerra, el idioma y la literatura en Ucrania

Cuando Ucrania era un territorio independiente regido por los cosacos antes de 1654, los cosacos elegían el hetman que iba a ser jefe del ejército y cabeza visible del territorio. Incluso entonces, los ucranianos eran políticamente independientes y con una voluntad muy fuerte de seguir siéndolo, por lo que supongo que todo el mundo hablaría ucraniano. Pero en 1654 el hetman ucraniano Bohdan Khmelnytsky pidió al zar de Rusia que le ayudara en la guerra contra Polonia. Aquello fue el principio del fin de la independencia ucraniana.

Más tarde, el Kremlin emitió más de 40 decretos para someter la identidad ucraniana y hubo que esperar hasta 1991 para que el idioma ucraniano empezara a volver a los territorios ucranianos de los que había sido expulsado por Rusia.

Al contrario que Rusia, que siempre ha sido una monarquía y donde el pueblo quería al zar y esperaba que este organizara sus vidas, Ucrania tiene una amplia tradición de una especial clase de democracia. Como resultado, tenemos ahora más de 300 partidos políticos, porque todo ucraniano que se mete en política quiere crear su propio partido. Estos partidos no son ideológicos, sino que representan a grupos de interés o personalidades. Cuando Ucrania recuperó su independencia, los políticos tenían que dividir la sociedad a fin de conseguir su parte del electorado. La división más sencilla fue entre hablantes de ruso y ucraniano.

Así, los partidos más activos en el este prometieron a los votantes hacer del ruso el segundo idioma oficial, mientras que los partidos activos en el oeste prometieron a los votantes prohibir el ruso y hacer del ucraniano el único idioma de Ucrania. Como es natural, Rusia ayudó a los partidos prorrusos. Y Rusia no dejó realmente de forzar a los dirigentes y políticos ucranianos para que aceptaran el ruso como segundo idioma oficial, porque entonces tendrían mucho más fácil volver a integrar Ucrania dentro del imperio ruso, que es lo que ha acontecido en Bielorrusia.

En Bielorrusia solo el 25 % de su ciudadanía habla bielorruso, pero la mayoría de los escritores escriben ahora en ruso. Escritores y poetas política y culturalmente muy activos que solían escribir en bielorruso, ahora son refugiados en Lituania y Polonia desde que fueron considerados peligrosos por el régimen de Alexandr Lukashenko.

De hecho, desde 2005 Rusia ha repetido una y otra vez que quiere defender a los rusoparlantes de Ucrania. El resultado de esta defensa ha sido que muchos ucranianos rusoparlantes han muerto a manos de los rusos en el Donbás, en Mariúpol, Odesa, Járkov, Bucha y también en Kiev.


“Hoy en día el idioma ucraniano es definitivamente un marcador de la identidad ucraniana, o cuando menos del patriotismo ucraniano


Desde el siglo XVI, el idioma ruso se ha usado como instrumento para cambiar la mentalidad individualista de los ucranianos y hacerlos rusos. Lenin nunca confió en los ucranianos y no visitó Kiev en toda su vida, aunque su hermana vivía allí. La misma mentalidad individualista impidió a los ucranianos asumir el sistema ruso de granjas colectivas en la década de 1920, lo que llevó a los soviéticos a deportar en masa a los campesinos ucranianos enviándolos a Siberia, lo que creó la hambruna de 1932-33 que mató al menos a tres millones y medio de ucranianos.

En tiempos soviéticos, esta mentalidad sobrevivió solamente en Ucrania occidental, que solamente pasó a ser parte de la Unión Soviética después de la Segunda Guerra Mundial. Antes de eso, formaba parte de Polonia.

Pienso que es justo decir que hoy en día el idioma ucraniano es definitivamente un marcador de la identidad ucraniana, o cuando menos del patriotismo ucraniano. Naturalmente, la gente es libre de hablar otros idiomas en casa, en la calle, etc. –ya sea tártaro, húngaro, gagaúzo, etc.– pero en situaciones oficiales se espera que hables solo ucraniano. Lo mismo ocurre en la universidad: se espera que des las clases en ucraniano, una lengua que Catalina la Grande prohibió en las universidades en 1763.

¿Piensa usted que después de la guerra Ucrania puede seguir siendo un país multilingüe de alguna manera?

Los idiomas minoritarios se hablarán y usarán sin problemas, excepto el ruso. La sociedad está muy traumatizada por la guerra, hay tumbas de muertos por la guerra en todas las ciudades, en todos los pueblos. En estos momentos todo lo que sea ruso provoca odio y rechazo; las librerías se niegan a vender libros en ruso; los ciudadanos ucranianos han dejado de usar el YouTube ruso y no escuchan música rusa, sea de rock o clásica.

Cuando yo tenía 11 años me preguntaron en la escuela si quería aprender inglés como idioma extranjero o si prefería alemán. Estábamos en 1972 y recuerdo que dije: “Nunca aprenderé alemán, porque los alemanes mataron a mi abuelo”. Aprendí alemán cuando ya tenía 37 años. Por eso pienso que no se puede decir que cierto idioma nunca se hablará, porque las cosas cambian. Ahora tengo un montón de amigos alemanes y viajo mucho a Alemania. Pero no debemos esperar que algo positivo suceda con la cultura rusa, el idioma ruso o la literatura rusa en Ucrania en los próximos 20 años.

Esta actitud se refleja en la renuencia de algunos ucranianos a enfrentarse y cooperar con la oposición rusa. Esto es un asunto sensible sobre el que la sociedad ucraniana está dividida. ¿Cuál es su posición?

En estos momentos, el 99 % de los intelectuales ucranianos piensa que no se debe estar en el mismo escenario que cualquier ruso, aunque este sea contrario a Putin. En los tres últimos años he celebrado dos eventos públicos con escritores y periodistas de origen ruso. Mikhail Shishkin, de Suiza, al que conozco desde hace muchos años y hace un año en Canadá con Masha Gessen, que emigró de Rusia a Estados Unidos cuando era un niño de ocho años. Debido al evento público con Masha Gessen, cancelaron mis actuaciones en Ucrania. Por eso sé lo que se siente.

Pienso que debemos buscar a quienes dentro de la oposición rusa sean verdaderamente capaces de influir en la sociedad rusa. Y hay que hablar con ellos. Pero una vez más, el 99 % de los intelectuales ucranianos dirían que esto es traición y que nunca lo permitirán.

Usted explicó que los ucranianos siempre han tenido una actitud desafiante hacia el poder y el Estado, lo que explicaría las revueltas periódicas contra sus gobernantes, en particular las dos revoluciones más recientes: la Revolución Naranja de 2004-2005, que llevó al poder al prooccidental Viktor Yushchenko, y el Euromaidán de 2013-2014, que derrocó al presidente prorruso Viktor Yanukovich. ¿Cuál es el origen de esto?

Hay una diferencia de mentalidad: para los rusos, la estabilidad es más importante que la libertad. En los 22 años de mandato de Putin, los rusos renunciaron a sus libertades para vivir en una sociedad estable, para ser pasivos, para que se les prometieran buenos salarios y elevados ingresos. Para los ucranianos, la libertad es más importante que la estabilidad. Ucrania nunca ha sido un país estable, a excepción de unos pocos años de inclusión en la Unión Soviética.

Y para los ucranianos la libertad política y la expresión política son más importantes que la estabilidad o los ingresos. Así que pueden poner en peligro la paz social al levantarse en defensa sus ideas hasta el final, tal como sucedió con la Revolución Naranja y el Euromaidán.

Muchos de sus libros están instalados en periodos de crisis y caos, tales como la década de 1990 tras el colapso de la Unión Soviética. Aquellos años estuvieron marcados por la pobreza y la crisis del sistema político –dos cosas que Rusia y Ucrania, así como muchos otros países del bloque soviético, tenían en común– y generaron la mentalidad revanchista que configuró el régimen de Putin. ¿Es cierto que los resentimientos acumulados en aquellos años exacerbaron en la opinión pública rusa una actitud nacionalista, chovinista y antioccidental? 

Rusia y Ucrania tomaron diferentes caminos después de 1995-96. Anteriormente, ambas sobrevivieron en una especie de crisis criminal: desapareció la estructura social, la gente no tenía dinero, la policía no quería trabajar y fue sustituida por la mafia. Así las cosas, si tenías un problema no recurrías a la policía. Hablarías con el jefe de la mafia local, le explicarías lo que había pasado y él procuraría ayudarte si pensaba que tenías razón.

Pero al mismo tiempo, naturalmente, se vivía una época de capitalismo salvaje. La gente estaba asumiendo toda clase de riesgos para enriquecerse. Quiero decir, algunas personas, excomunistas que ya eran ricas, buscaron la forma de hacerse aún más ricas, pero legalmente entonces. En la Unión Soviética había una versión propia del sueño americano y todo el mundo quería ser rico. Cuando la Unión Soviética se vino abajo, los rusos todavía tenían esa clase de sueño americano, mientras que en Ucrania tenían un sueño europeo. Porque la gente pensaba que en Europa había auténtica estabilidad y que a nosotros nos hacía falta un país estable sin corrupción, donde la policía trabajara y las cosas fueran bien. Y esta es la razón de que no hubiera sentimientos antioccidentales en Ucrania. Ucrania ya estaba en Occidente. Muchas personas en Rusia estaban sufriendo por culpa de los nuevos oligarcas. Y para colmo, el clero ortodoxo ruso trabajó mucho para crear unos sentimientos antioccidentales y antieuropeos. Y lo consiguieron.


“Cuando la Unión Soviética se vino abajo, los rusos todavía tenían esa clase de sueño americano, mientras que en Ucrania tenían un sueño europeo”


Crearon una especie de Iglesia Ortodoxa Rusa fundamentalista, respaldada por el estado, y que a su vez respaldaba al estado. La iglesia, que en tiempos soviéticos estaba vinculada con la KGB, ahora estaba vinculada al FSB, su directo sucesor. Entre ambos han creado esta sociedad chovinista, diciendo a los rusos que son el pueblo más espiritual y moral, mientras que todos los demás en torno a Rusia son gays, homosexuales, inmorales, corruptos, etc. En Ucrania no tenemos eso.

En Ucrania uno no puede imponer sus puntos de vista políticos a una masa de personas, porque todo el mundo tiene sus propias ideas. Es una mentalidad diferente.

Cuando comenzó la invasión a gran escala, usted y su familia se fueron de Kiev a Uzhgorod, y desde entonces usted ha estado viajando intermitentemente de Kiev a países occidentales para dar clases y conferencias. ¿Ha podido seguir escribiendo durante ese tiempo? Y si ha podido, ¿ha cambiado algo en su forma de enfocar la escritura? ¿Pensó alguna vez en dejar de escribir en ruso sus novelas?

Seguí escribiendo porque mi editor inglés me pidió que escribiera un tercer libro documental acerca de lo que estaba sucediendo entonces en Ucrania. Y en cuanto al idioma ruso, ha escrito no ficción en ucraniano e inglés, pero he decidido mantener el ruso para mis obras de ficción porque es mi idioma materno. Para escribir textos literarios se necesita un conocimiento del idioma mucho mejor que mi conocimiento del ucraniano. Sé que muchos intelectuales ucranianos discrepaban y trataron de obligarme a decir que nunca volvería a escribir en ruso.

Uno de los mejores escritores ucranianos en idioma ruso, Volodímir Rafeienko, es de Donetsk (en la parte de Ucrania ocupada por Rusia). Cuando llegaron los rusos, perdió su casa y su trabajo. Se trasladó a la región de Kiev, a casa del escritor en idioma ucraniano Andriy Bondar, cerca de Bucha, donde estuvo a punto de morir a  manos de los rusos durante la ocupación. Luego decidió que nunca volvería a escribir una palabra en ruso y empezó a escribir en ucraniano y sus amigos de habla ucraniana revisan sus textos en ucraniano. Supongo que nunca volverá a usar el ruso. Puede que yo hubiera hecho lo mismo en caso de haber pasado por una experiencia como la suya.

¿Dónde encuentra la sociedad ucraniana esa capacidad de resistencia que permite a la gente tratar de vivir una vida normal? ¿Se pueden afrontar colectivamente las heridas y los traumas de la guerra?

La guerra empezó en 2014, lo que significa que los niños y niñas nacidos en Ucrania después de ese año nunca han vivido en una Ucrania en paz. Naturalmente, a partir de 2022 la situación empeoró y desde entonces esas criaturas se han acostumbrado a dormir en estaciones del metro y en refugios antiaéreos, a no ir a la escuela y a recibir lecciones online solamente. Y creo que la sociedad ucraniana va a pagar un alto precio por esta guerra en términos de educación. Lo mismo vale para las universidades. La sociedad está definitivamente traumatizada y radicalizada. Al mismo tiempo, la gente trata de vivir tal como lo hacía antes de la guerra. La principal diferencia es que no se puede dormir. Si vives en una gran ciudad, no puedes dormir por la noche debido al estruendo de las sirenas que no dejan de sonar desde las 11 de la noche hasta las 9 de la mañana; hay explosiones cada poco y las armas antiaéreas disparan sin parar. No dormimos en Kiev. Solemos irnos al pasillo de casa para apartarnos de las ventanas. Cuando ves a la gente en los cafés por la mañana, casi todos tienen los ojos enrojecidos y una profunda expresión de cansancio en la cara. Pero procuran sonreír porque en ello hay una especie de comportamiento macho. Si preguntas a alguien “¿Cómo está usted?” muchas personas responderán “Estoy bien. Estoy bien”. Pero no te dirán cómo se sienten realmente. Psicológicamente, es muy extenuante.

Ucrania es hoy en día muy diferente de lo que era en 2021, porque tenemos hasta 7 millones de refugiados que viven en el extranjero. Más de 400 000 niños y niñas de Ucrania están yendo a clase en otros países europeos. No creo que muchos de ellos vuelvan a casa hasta que se gradúen, y eso en caso de que vuelvan algún día. Tenemos en torno a 6 millones de personas internamente desplazadas, cuyas viviendas han sido destruidas por las bombas y los misiles rusos. Y probablemente la mitad de Ucrania todavía vive en sus propios pisos y casa, como nosotros en Kiev.

🤝 La publicación de este artículo forma parte del proyecto colaborativo Come Together

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