En Países Bajos, De Volkskrant ironiza sobre el número de países que necesitan ayuda y destaca en su portada que “El bote salvavidas comienza a estar casi lleno”. El diario calcula que la ayuda de 100.000 millones de euros para ayudar a los bancos españoles no puede compararse con los planes de rescate precedentes. Actualmente hay mucho más en juego:
Si todavía podíamos prestar ayuda a Grecia, Irlanda y Portugal como remedio a problemas menores y periféricos, la solicitud de ayuda de Madrid es algo totalmente distinto. Por primera vez un gran país de la eurozona corre el riesgo de caer. […] Europa no reacciona a la crisis con demasiada lentitud y demasiado tarde, sino de un modo generoso y a tiempo. [...] Además, es positivo que las gestiones de los últimos años encaminadas hacia una política económica común empiecen a dar algunos frutos. [...] Sin embargo, no es seguro que la ayuda a los bancos salve también a España. Y en la eurozona existen dos posibles bombas de efecto retardado. La primera es Grecia. [...] La segunda es Italia. [...] Cada vez hay más personas en el interior y alrededor del bote salvavidas. Y la tormenta aún no ha pasado.
En Francia, Les Echos se felicita de que “las herramientas aplicadas a nivel europeo funcionen para tratar una urgencia de este tipo”, gracias a la intervención “de un dispositivo que no existía hace sólo unos meses” y que “permitirá evitar un hundimiento general del sistema financiero del continente, que habría sido mucho más costoso”. No obstante, el diario económico se plantea si “las opiniones públicas aceptan” el plan de rescate español, así como los precedentes: “¿Cuántos ciudadanos europeos son conscientes de que Europa habrá movilizado de un modo u otro alrededor de 500.000 millones de euros para acudir al rescate de los Estados con dificultades?”, se pregunta. El diario estima además que los planes de rescate dentro de poco ya no podrán paliar la ausencia de un auténtico proyecto para la eurozona:
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Desde hace tres años estamos tratando urgencias, porque la misma concepción de la eurozona está mal estructurada. Estos planes sucesivos y costosos únicamente serán aceptables si los europeos demuestran que también tienen un plan para hacer de la eurozona un proyecto viable y perdurable. De lo contrario, inevitablemente, las fuerzas centrífugas la arrastrarán y habremos perdido, además de mucho dinero, gran parte de nuestra capacidad para influir en los asuntos del mundo.
En Alemania, el diario berlinés Die Welt es el que se lleva la palma del pesimismo, ya que afirmaque cada nuevo rescate crea nuevos abismos entre los países europeos:
Ya podemos descartar que los 100.000 millones de euros se vayan a traducir en un cambio de ambiente duradero. No habría sido así si pudiéramos interpretar la ayuda como un signo de la determinación europea. Pero es todo lo contrario. La gestión de la crisis en el caso de España revela más bien la profundidad de los abismos en Europa. Por un lado, un Gobierno que oscila entre el egoísmo y el diletantismo en España y por otro, una comunidad de países que ejercen una presión más o menos brutal no inspira confianza. ¿Cómo podremos ponernos de acuerdo sobre las normas necesarias dentro de una unión fiscal futura, si nos cuesta tanto ocultar los desacuerdos cuando se trata únicamente de salvar los bancos podridos?
En el vecino Portugal, Diário Económico echa por tierra las esperanzas de que la demanda de España pueda suponer una flexibilidad del plan de ayuda a Portugal. El diario señala que
la Comisión Europea estima que es ‘muy difícil’ que Portugal pueda beneficiarse de una renegociación de las condiciones del rescate. De hecho, el Gobierno de Lisboa ha decidido no tomar la iniciativa de plantear la renegociación. El plan de ayuda para Portugal se fundó en tres pilares: las financiaciones públicas, la recapitalización de los bancos y las reformas estructurales. En este caso, las condiciones sólo atañen al sector financiero.
En el diario Corriere della Sera, al economista Federico Fubini le preocupa que la intervención europea no logre tranquilizar a los mercados o incluso que obtenga el resultado contrario, debido a que el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MES), que va a financiar la ayuda a España, deberá pagarse prioritariamente con respecto a los demás acreedores. De este modo, estos últimos corren un mayor riesgo de no percibir su dinero de vuelta. Por otro lado, destaca Fubini,
un préstamo del MES a España podría contribuir a que la deuda pública española superara el 100% del PIB en los próximos cinco años, lo que asustaría aún más a los inversores privados. No hay ningún banco internacional que no haya estudiado ya esta posibilidad. […] La intervención en los bancos tan sólo sería el primero de los rescates que necesitará Madrid. […] Por su parte, Italia es el único país con dificultades que no ha tenido que solicitar un rescate. Y puede seguir así. Si los tipos de interés españoles se estabilizan tras la concesión de las ayudas a los bancos, los tipos italianos podrían bajar; de aquí a entonces, un acuerdo europeo sobre el sistema bancario puede calmar la situación. De lo contrario, la incertidumbre aumentará y se observará a Italia cada vez con más atención.
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