“Mi visión es la Unión Política”: esta declaración hecha por Angela Merkel en la entrevistaque concedió al suplemento Europa, realizado conjuntamente por seis diarios europeos, merece ser destacada por varios motivos. La canciller alemana ya había evocado este objetivo durante el congreso de su partido, pero nunca lo había hecho de manera tan clara ni detallando la arquitectura institucional de dicha futura Unión.
Su afirmación puede destacarse, en primer lugar, porque responde a una cuestión que se plantea desde hace tiempo, es decir, si los líderes europeos, y en particular la más influyente de todo ellos, tienen alguna idea sobre cuál será el futuro de la Unión. Dado que sus retrasos y cómo han actuado de oídas durante esta crisis parece indicar todo lo contrario.
A continuación, porque, por el eco que este apoyo inédito le ha otorgado, la “visión” de la Bundeskanzlerin queda expuesta ante los ojos de todos los europeos, empezando por sus socios, esos a los que ella misma interpela. Esto nos conduce a un tercer punto, ahora que por fin ha explicado hacia dónde quiere conducir a Europa, ya es hora de que inicie ese “largo proceso” que ella misma evoca.
Pero eso implicaría un cambio de actitud, porque la reticencia de Berlín ante ciertas medidas propuestas por sus socios para salir de la crisis — como los eurobonos o el refuerzo del papel del Banco Central Europeo y del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera — o su empecinamiento en exigirles a la vez "disziplin" y austeridad presupuestaria mientras se hunden cada vez más en el marasmo van en sentido opuesto al de crear una unión más estrecha.
Pero si Merkel llega a ser tan convincente cara a cara con sus homólogos sobre su “visión” como lo es sobre el rumbo que hay que mantener en tiempos de crisis, esta unión política amenaza con llegar a ver la luz del día. Casi se tiene ganas de decirle: Angela, ¿a que no?