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En sus últimas reseñas de prensa, Adrian Burtin denominó el 2024 “el año de la migración”. Por si esto no fuese suficientemente convincente, un informe del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR, por sus siglas en inglés) redactado por el presidente del Centro de Estrategias Liberales Ivan Krastev y el director del ECFR Mark Leonard prevé que la crisis migratoria será uno de los factores principales que influirán en el voto de las próximas elecciones europeas.
Estas previsiones generan una gran presión para la zona sudeste de Europa, ya que esta es una ruta popular entre muchos solicitantes de asilo y trabajadores migrantes. Algunos países europeos ven esta región como un colador de migrantes. Antes de que Austria accediese a permitir que Rumanía y Bulgaria se uniesen al espacio Schengen con fronteras aéreas y marítimas, François Murphy informó para la agencia de noticias Reuters que el ministro austriaco del Interior, Gerhard Karner, había puesto como condición que se “triplicase el número de policías de fronteras y se realizasen mejoras en el equipo técnico desplegado, particularmente en la frontera de Bulgaria con Turquía y la de Rumanía con Serbia”.
Otro país que usa el territorio balcánico para controlar su afluencia de migrantes es Italia. Cuando expresó su opinión para la revista virtual Kosovo 2.0, la académica albanesa Kristina Millona observó que “los países occidentales están recurriendo progresivamente a la externalización de fronteras para evitar que las personas en tránsito lleguen a sus jurisdicciones legales”. Como prueba, Milona hizo referencia a un acuerdo entre la primera ministra italiana Giorgia Meloni y el primer ministro albanés Edi Rama. Este acuerdo debería permitir a Italia alojar a migrantes en Albania mientras tramita sus solicitudes. Según informó el periódico albanés Tirana Times, Albania podría hospedar a 36 000 solicitantes de asilo al año a partir de esta primavera.
A toda costa
La mayoría de los migrantes que toman la ruta de los Balcanes están determinados a encontrar un lugar mejor, sin importar las dificultades que yazcan ante ellos. Migrar a través del Sudeste de Europa no solo supone la posibilidad de quedarse atascado en campos de detención, sino también de tener que enfrentarse a autoridades hostiles. En primer lugar, en la misma entrevista con Kosovo 2.0, Millona advirtió que “transferir y detener a solicitantes de asilo a través de acuerdos de tercer país seguro es una práctica preocupante que crea el riesgo de atrapar a personas que han sido colocadas en campos de detención en un limbo, sin un estatus legal permanente y sin la posibilidad de regresar a su hogar”. En segundo lugar, un reportaje de Stavros Malichoudis para la plataforma de investigación griega Solomon muestra que las autoridades helénicas se comportaron de manera injusta con un total de 55 445 migrantes entre marzo de 2020 y marzo de 2023. Algunas de las alegaciones documentadas hacen referencia a cómo, presuntamente, la Guardia Costera griega remolcó a migrantes – muchos de los cuales se dirigían hacia Italia – de vuelta a aguas turcas o los abandonó en balsas. El mismo Parlamento Europeo expresó “severas preocupaciones sobre las serias y persistentes alegaciones dirigidas a las autoridades griegas en cuanto a devoluciones sumarias y violencia contra migrantes”.
La necesidad de mano de obra extranjera
Aunque muchos migrantes apuntan hacia países más desarrollados como Italia, Alemania o Francia, tienen un lugar en los Balcanes, donde los negocios están enfrentando una escasez de mano de obra. En un artículo para Kosovo 2.0, el periodista Rexhep Maloku citó al director del Sindicato Independiente del Sector Privado de Kosovo, Juzuf Asemi, que señaló que la necesidad de minorías en el mercado laboral “no hará más que aumentar” y que “es muy normal”.
Esta misma escasez de mano de obra también existe en Rumanía. Alex Vlaicu del periódico rumano Adevărul citó al jefe de proyectos de carreteras Adrian Bodoc: “Desafortunadamente, la mano de obra sigue suponiendo un problema en Rumanía. Empleamos tanto a trabajadores cualificados como no cualificados. También hemos buscado soluciones extremas, como traer [trabajadores] de otros países y preparar alojamientos”.
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Por su parte, Malta planea aumentar el nivel de habilidad de los migrantes que ingresan a su territorio. En marzo, según reportó Jessica Arena para el periódico Times of Malta, el archipiélago del Mediterráneo exigirá tarjetas de habilidades para los extranjeros en busca de trabajo en el sector del turismo.
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