"El modelo alemán", Angela Merkel como el busto de Marianne, símbolo de Francia, en los ayuntamientos galos.

Berlín quiere curar al enfermo francés

El Gobierno alemán se muestra abiertamente cada vez más preocupado ante la situación económica y la incapacidad de reacción de su vecino y socio privilegiado. En París son conscientes de la ralentización industrial pero se exasperan ante estas presiones.

Publicado en 12 noviembre 2012
"El modelo alemán", Angela Merkel como el busto de Marianne, símbolo de Francia, en los ayuntamientos galos.

No sabemos si el Gobierno alemán ha pedido discretamente a los cinco sabios que le aconsejan que analicen el caso francés, tal y como afirma la prensa más allá del Rin. Estos renombrados economistas lo han desmentido oficialmente, mientras que la canciller se limitó a contestar “Sin comentarios”, una extraña respuesta que da que pensar. Pero es igual. El mero hecho de que esta investigación parezca verosímil demuestra la inquietud de Berlín por su vecino. Una inquietud que, por otro lado, es lógica.

El primer reflejo de los franceses es, evidentemente, el de irritación. Que los alemanes se planteen darnos lecciones para reformar Francia nos resulta humillante y por su parte, un gesto altivo. Hace diez años, la República Federal era la enferma de Europa, siempre ha ido con retraso en la crisis de la eurozona e imaginamos que le sentarían bastante mal los consejos de París para enderezar su catastrófica demografía, por poner un ejemplo al azar. El segundo reflejo es darse cuenta de la dimensión de política interior de esta posible iniciativa. A los cinco sabios que hace poco criticaron algunas de las elecciones de Angela Merkel, les respondemos lo siguiente: hagan comparaciones y verán que nuestra política es la mejor.

Una mutación histórica formidable

Aunque son comprensibles, estas reacciones en caliente no ocultan lo fundamental: Alemania se preocupa por el estado de nuestra economía, por su estancamiento desde hace tres trimestres, por sus déficits y, sobre todo, por su dificultad para reaccionar e invertir la tendencia. Y tiene razón. Una única comparación es bestial. Según Eurostat, el último índice de paro registrado en Alemania se situó en el 5,4 %, en contraposición al 10,8 % de aquí. Pero la verdadera diferencia quizás estribe en otro aspecto: Francia, y parece que también François Hollande, aún cree que las dificultades actuales son temporales y que todo irá mejor en cuanto el ciclo económico tradicional se invierta, desde mediados de 2013 y en 2014. Desde hace tiempo, los alemanes han comprendido que lo que nosotros denominamos "crisis" es una mutación histórica formidable y se han dotado de los medios para enfrentarse a ella.

En realidad, no les necesitamos para saber que el informe Gallois [sobre la competitividad de la industria francesa] y el posterior plan gubernamental son los primeros pasos en la dirección correcta, pero únicamente se trata de los primeros pasos. No basta con dar un giro, sino que además hay que darlo rápido.

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Un consejo para el aprendiz de brujo

“Achtung!” titula Libération [significa cuidado el alemán]. “En Alemania, ya nadie se esconde para criticar abiertamente la política económica de Francia y escandalizarse por los riesgos que hará que Europa corra”, añade el diario, para el que “no es casualidad que los cinco ‘sabios’ económicos que aconsejan al Gobierno [alemán] hayan criticado al Hexágono en su informe anual, que se publicó el miércoles 7 de noviembre”.

Libération cita también las propuestas de uno de ellos, de Lars Feld, que ha manifestado públicamente su preocupación:

El problema más serio de la zona euro en este momento ya no es Grecia, España o Italia, sino Francia, puesto que no ha hecho nada para restituir realmente su competitividad y ella misma va encaminada en sentido contrario. Francia necesita realizar reformas en el mercado laboral, es el país que menos trabaja de la zona euro.

Die Welt, por su parte, opina que “Hollande pierde el norte”. El diario señala que el presidente francés ya ha superado el 10% de su mandato al frente del país “sin que se sepa a dónde nos lleva este viaje”, y se plantea:

Si pudiésemos ilustrar lo que este Gobierno denomina su ‘línea’, obtendríamos un gráfico confuso, para muchos sería comparable con el que vemos en Skyfall, la nueva entrega de James Bond, cuando Q, el aprendiz de brujo, trata de encontrar el código en el ordenador del malo y en el momento en que lo consigue vuela por los aires su propia tienda.

El diario alemán ironiza también sobre que François Hollande, cuya “obsesión es no hacer nada como su predecesor” y al final opta por las mismas soluciones por las que abogaba Nicolas Sarkozy, a favor de las empresas:

Los socialistas tienen que reconocer que han retomado medidas que Nicolas Sarkozy ya había propuesto la pasada primavera: él quería abaratar el coste del trabajo con una subida del IVA. Durante la campaña electoral, Hollande se manifestó claramente en contra de esa polémica medida. Hoy, es él mismo quien la lleva a cabo.

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