Ya ha pasado poco menos de un mes desde que el primer ministro británico Boris Johnson quedó atrapado en la tormenta, socavado por el “partygate”, une serie de fiestas organizadas en 10 Downing Street en 2020 y 2021, cuando el Reino Unido se encontraba en pleno confinamiento. En ese entonces, Boris Johnson había participado en algunas de estas reuniones.
No obstante, el primer ministro, experto en la supervivencia política en este momento, se disculpó llanamente y pese a todo sigue en pie. A mediados de enero incluso se habían puesto en marcha dos maniobras como un intento de realizar un rescate político mediante varias medidas populistas y despidos de personal político. Estos han sido intentos desesperados de barrer bajo la alfombra no solo el “partygate”, sino también la crisis económica que azota al país.
Por el momento, los tories, del partido de Johnson, plantan cara pese a que las críticas lluevan por doquier. El reciente informe de la alta funcionaria Sue Gray, que analiza más en concreto esas “reuniones”, acusa seriamente al primer ministro. Si bien estas nuevas revelaciones no han provocado la caída de Boris Johnson, sí han ejercido más presión sobre este admirador empedernido de Churchill y sobre el apoyo que le queda. Habrá que ver cuánto tiempo más podrán resistir.