El Planeta Tierra: la nueva visión aportada por el Apolo (Imagen: NASA)

La nueva carrera espacial piensa en verde

El mundo está a punto de ser testigo de una nueva exploración tripulada del sistema solar, pero esta vez con el apoyo de los ecologistas.

Publicado en 20 julio 2009 a las 16:08
El Planeta Tierra: la nueva visión aportada por el Apolo (Imagen: NASA)

Este fin de semana, cuando se cumplen 40 años de la primera visita del hombre a la Luna, hay más humanos que nunca orbitando en la misma nave espacial. En 1969, tres hombres se metieron en el módulo de mando del Apollo 11, una nave poco más grande que un Mini. Ayer, la Estación Espacial Internacional, cuyo tamaño equivale a un bloque de cuatro pisos, pero que se desplaza a 27.582 km/h, recibió a la tripulación del transbordador Endeavour. Esta estación rodea la Tierra quince veces al día a una altitud de 352 km, con doce hombres, una mujer, siete estadounidenses, dos rusos, dos canadienses, un japonés y un belga.

El trabajo de esta tripulación multinacional, que llevará a cabo cinco paseos espaciales, constituye otro pequeño paso en nuestro intento por superar los confines de nuestro planeta. Pero el mes que viene, podría darse un paso mucho más importante. Un grupo de expertos aconsejará al presidente Barack Obama sobre si EE.UU. debería embarcarse en un programa espacial del siglo XXI en el que los estadounidenses volverían a la Luna, y quizá más tarde a asteroides cercanos a la Tierra y a Marte.

La decisión del presidente podría fomentar una carrera espacial con China que podría llegar a ser mucho más feroz que su rivalidad con Rusia en los años 60. Aunque no es una potencia que forme parte de la Estación Espacial Internacional, Pekín está preparada para aventurarse sola, ya que ha declarado que pretende pisar la Luna en 2020. En septiembre de 2008, con la nave tripulada Shenzhou 7, China se convirtió en la tercera potencia en ir al espacio. Rusia también se ha comprometido a mejorar considerablemente su capacidad espacial, la primera de la era post-soviética. Los ingenieros rusos ya han pasado 105 días de aislamiento en una nave de prueba para comprobar las tensiones a las que se enfrentarían en un viaje de 275 millones de kilómetros hasta Marte.

Buzz Aldrin, el veterano de la nave Apollo 11 y el segundo hombre que pisó la Luna, declaró ayer para Fox News que Estados Unidos podría ayudar a sus socios internacionales en la exploración de la Luna y así liberar sus propios recursos espaciales para desarrollar sistemas destinados a "fines más ambiciosos aún". Una vez que se haya establecido una base internacional en la Luna y exista una tecnología para repostar en el espacio, EE.UU. debería centrarse en enviar astronautas al espacio para visitar el asteroide Apofis cuando pase cerca de la Tierra en 2021. Más adelante, existe la posibilidad de crear una base tripulada temporalmente en Fobos, el satélite de Marte. "Para entonces, deberíamos estar listos para ir garantizando gradualmente la permanencia humana en Marte para el año 2031", afirmó Aldrin.

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Pero parece que China también va a llegar a Marte: Yinghuo 1, la primera sonda marciana de este país, entrará en la órbita de Marte en 2010, tras un viaje de 378 millones de kilómetros para estudiar los "cambios medioambientales". Además, tanto la India como Japón muestran también su ambición por llegar a la Luna. Por otra parte, existe una rivalidad entre distintas empresas por hacerse con los vuelos espaciales comerciales. Virgin Galactic, propiedad de Richard Branson, y XCOR Aerospace compiten por ser la primera empresa en ofrecer vuelos suborbitales. Branson ha afirmado que las naves espaciales de Virgin Galactic estarán terminadas en diciembre de 2009 y "está previsto que registren una emisión neutra de CO2", de forma que podrán realizar viajes comerciales en 2011.

Pero mañana, en el aniversario del pequeño pero histórico paso de Neil Armstrong, la pregunta será si las aventuras espaciales a gran escala están justificadas cuando existen otros problemas en el planeta Tierra. ¿El entusiasmo por la exploración tripulada es compatible con la protección del medio ambiente y la lucha contra la pobreza y las enfermedades?

James Lovelock, inventor de la teoría Gaia, apoya firmemente el viaje espacial. “La noción de Gaia surgió de los viajes espaciales. Creo que los ecologistas que se oponen a los viajes espaciales no tienen ningún tipo de imaginación. Quizá esa magnífica e inspiradora imagen del globo terráqueo que… surgió de un viaje espacial… ha sido lo más importante para el movimiento ecologista".

“Cuanto más sepamos sobre Marte”, afirma, “mejor entenderemos nuestro propio planeta. …Cuanto más aventurero sea el viaje (exploración tripulada), más inspirador resultará para los humanos. Y, si no fuera por los viajes espaciales, no tendríamos ni teléfonos móviles, ni Internet, ni las previsiones meteorológicas de las que disponemos actualmente, etc”.

Desde Londres

La nostalgia por la conquista de Marte del alcalde Boris

“Nunca conquistaremos el Planeta Rojo”, se lamenta [Boris Johnso](http:// http://www.telegraph.co.uk/comment/columnists/borisjohnson/5865346/We-are-now-so-spineless-I-will-never-see-a-man-walk-on-Mars.html - postComment)n, alcalde de Londres y asiduo columnista en The Daily Telegraph. “El homo sapiens suspenderá el gran examen no por falta de tecnología, ni siquiera por falta de dinero”. Expone que 40 años después de que hombre pisara la Luna, la humanidad no está dispuesta a correr los riesgos físicos necesarios.

Johnson se maravilla ante las máquinas que fueron a la luna en 1969, con su “absurda fragilidad de papel de aluminio”. El logro supremo de la humanidad de “plantar a una persona en la superficie de un cuerpo celeste adorado en la antigüedad como un dios” fue posible por la confluencia de tres factores: los científicos astronautas de la Alemania nazi, el deseo de Estados Unidos de mostrar a la Unión Soviética lo que podía lograr una democracia capitalista y por último, la valentía de los mismos astronautas. Utilizando sextantes, reglas de cálculo y “trozos de papel para navegar por el espacio”, aterrizaron el Eagle segundos antes de quedarse sin combustible. Esta misión “era tan arriesgada que hoy no se permitiría”, se queja Johnson. “Las aseguradoras se llevarían las manos a la cabeza”. Ahogados por las normativas de salud y seguridad, los cohetes “se quedarían para siempre en la plataforma de lanzamiento”. Concluye afirmando que la tragedia de nuestra era “es que el mundo occidental repleto de abogados es 100 veces más fóbico y paranoico que la generación que voló a la Luna”.

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