Noticias La Europa de los intelectuales

¿Dónde se fue el libreprensamiento?

Europa, además de un proyecto político, debe ser un refugio de tolerancia que garantice la libertad de expresión. A este respecto, los intelectuales juegan un papel central, pero no siempre disponen de la mentalidad abierta necesaria, señala una joven filósofa.

Publicado en 8 agosto 2013 a las 12:32

Al igual que Europa es algo más que una entidad geográfica, la UE es algo más que una institución política. Yo la veo principalmente como un proyecto moral. Si deseamos establecer una sociedad abierta en Europa, es necesario respaldar algunos valores específicos, como la libertad, la tolerancia y la responsabilidad individual e interpersonal, pues son valores morales que deben sustentarse política e institucionalmente. De no ser así, se desmoronarán.

Con frecuencia damos por supuestos los valores que nos gustan y solamente cuando corremos el riesgo de perderlos nos damos cuenta de que eso no es así. Hace unas semanas, el sociólogo reconocido internacionalmente, Zygmunt Bauman, fue amenazado por cien cabezas rapadas polacos durante una conferencia en la Universidad de Wroclaw. Ese incidente tan turbulento me hizo pensar en la necesidad de la libertad intelectual y el rol de los intelectuales en la sociedad.

Los intelectuales sirven de contrapeso

El concepto de intelectual tiene connotaciones bastante negativas, ya que evoca la imagen de un anciano de pelo blanco subido en su torre de marfil que cree tener una mejor visión de la sociedad que la gente normal. No obstante, los intelectuales son indispensables para una sociedad sana. La historia nos ha enseñado que uno de los principales objetivos de los regímenes totalitarios, ya sean de derecha o izquierda, es la mente inquisitiva de los pensadores independientes.

El debate intelectual puede suponer un importante contrapeso al extremismo político y a la retórica populista. Por esa razón, no es coincidencia que los mayores ataques contra el libre espacio intelectual procedan de los populistas y las fuentes extremas.
Esto se puede observar en la Hungría de Viktor Orbán, donde la libertad de prensa y la oposición están coartadas, donde los intelectuales viven en el olvido, y donde el antisemitismo, la intolerancia y la falta de libertad van en aumento. El ataque contra la libertad intelectual que tuvo lugar en la Universidad de Wroclaw vino también de un sector que no tiene nada de democrático. Posteriormente, las fuerzas de orden público polacas y algunos miembros de la unidad antiterrorista lograron expulsar al grupo de violentos, lo que puede hacernos pensar que la libertad intelectual está garantizada. Sin embargo, si la libertad de expresión y pensamiento se van a convertir en un asunto de los servicios antiterroristas, entonces ¿no debemos pensar que hay algo realmente inquietante cuajándose en Europa? Pensar libremente con una camisa de fuerza es muy difícil.

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Las ideas son mercancías

La libertad intelectual en Europa quizá no sea tan evidente como creemos. [[Hay muchas formas de coartar la libertad, y no tienen que ejercerse necesariamente mediante la fuerza explícita]]. La manipulación, la presión implícita, el conformismo e incluso cultivar alto tan vago como un zeitgeist [clima cultural de una época] son formas muy eficientes de hacer que las personas piensen en consonancia.

En la actualidad hay varios factores que limitan el espacio intelectual. Por ejemplo, la presión que se ejerce sobre los académicos para que publiquen teniendo en cuenta las cifras de ventas del mercado editorial hace que el contenido y el pensamiento tomen unas directrices específicas. Las ideas se han convertido en mercancía y, por tanto, no tiene sentido expresar una idea que no se vende.

Esa presión económica es una fuerza motriz para un mayor radicalismo y una excesiva simplificación. Para vender hay que ser drástico. Una verdad a medias se verá inmediatamente aplastada por un flujo de opiniones extremas. Los pormenores y los matices carecen de importancia. Se necesitan aseveraciones contundentes.

Autoexamen crítico

Eso es también producto del populismo sobre el debate político y social: una creciente aseveración polémica y una agresión que interfieren no solo en el diálogo, sino también en un autoexamen crítico. Y sin diálogo y sin un autoexamen crítico el espacio intelectual es muy limitado.

[[Un verdadero filósofo es alguien que cuestiona todo, pero principalmente a sí mismo]]. El autorelativismo es indispensable para una mentalidad abierta. La libertad de pensamiento solo se da cuando se cuestionan las propias ideas, aunque esa autoindagación y ese autorelativismo nos hagan sentirnos a veces como un charlatán, como señaló en cierta ocasión el filósofo polaco Leszek Kolakowski.
Kolakowski era un auténtico modelo de espíritu libre. Era la antítesis del filósofo que levanta el puño y afirma contundentemente poseer la verdad. Kolakowski recalcaba su propia ignorancia tanto como la de los demás, y, con eso, hizo más justicia a la verdad que esas mentalidades que se autoproclaman críticas pero que solo critican a los demás y nunca a sí mismos.

Kolakowski como fuente de inspiración

El 10 de julio me encontraba en Varsovia, formando parte de un debate sobre los valores europeos y la forma de interpretarlos políticamente. El debate lo organizó la Comisión Europea pensando que la interacción entre los intelectuales y los políticos podría conducir a una mejora de la política. Sin embargo, algunos miembros de la delegación polaca aprovecharon la oportunidad para reprochar al presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, y culparle del (supuesto) empobrecimiento cultural de Europa. El tono tan arrogante que emplearon era sintomático de la teoría que yo estaba defendiendo, concretamente que los intelectuales son, con frecuencia, culpables de afirmaciones polémicas y autosatisfacción, algo que obstaculiza el debate abierto que necesitan para funcionar.

Mientras tanto, me encontraba sentada al lado de György Konrád, el escritor húngaro que, como Kolakowski, es la viva imagen del librepensamiento, un hombre tan sutil como modesto. Vi cómo ponía los ojos en blanco cuando el debate tomó ese tono tan acusatorio y me dijo que le estaba empezando a doler la cabeza. Europa se beneficiaría de más descendientes espirituales de Kolakowski y Konrád, aunque algunos crean que decir tal cosa es muy arrogante y presuntuoso por mi parte. En otras palabras, que es hora de retirarme y cuestionarme a mí misma.

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