En junio de 2015, se había inaugurado en Bruselas la exposición “Moving beyond borders”, creada por la red Migreurop y el grupo de artistas Etrange miroir. Esta sumía al público en el infierno del camino migratorio “irregular” presentando los obstáculos creados en cada etapa por los gobiernos y las instituciones de la Unión Europea. El peor de los escenarios futuros evocaba una Unión Europea que ya no necesitaría vigilar sus fronteras exteriores porque habría logrado sellar regiones enteras del sur del planeta, engañando así a las ciudadanas y los ciudadanos de esos países.
Los eventos de los últimos seis años confirman que esta es la meta a la que aspiran las políticas europeas migratorias y de asilo. No obstante, pese a los intentos de externalización, este objetivo sigue siendo lejano. De esta manera, las fronteras exteriores continúan siendo el marco principal en el que se desencadena la violencia de estas políticas y donde se expresa la determinación de las personas exiliadas y la solidaridad de quienes les brindan apoyo. Los tres reportajes de esta serie – realizados a lo largo de la Línea Verde en Chipre, en la frontera entre Bielorrusia y Polonia y, finalmente, en Sarajevo – son una excelente prueba de ello.
Exiliados bloqueados en las puertas de Europa
1. En Chipre, la Línea Verde bloquea la ruta de los exiliados
2. A ambos lados de la frontera polaco-bielorrusa, la solidaridad con los inmigrantes desafía las persecuciones gubernamentales
3. Sarajevo, callejón sin salida
4. El derecho de asilo: ¿un recuerdo lejano para Europa?
El 1 de diciembre de 2021, tras proponer medidas extraordinarias de apoyo para Polonia, Lituania y Letonia que permitirían derogar el derecho de asilo, la comisaria de asuntos internos, Ylva Johansson, declaró que: «Es esencial que en este momento avancemos con el Pacto sobre Migración y Asilo.» Este conjunto de propuestas, presentado en septiembre de 2020, debía reactivar el debate sobre la reforma del régimen de asilo europeo común, bloqueado por las divisiones entre los Estados miembros, en particular respecto al asunto de la repartición de los solicitantes de asilo. Si estas propuestas se aprobasen y se ejecutasen tal cuales, presenciaríamos una aceleración de tendencias ya bien conocidas, entre las cuales se encontrarían la expansión de los procedimientos de asilo acelerados en las fronteras, la presión creciente sobre los países de primera línea, el desmantelamiento de los derechos de los solicitantes de asilo y la criminalización de la solidaridad.
«Colocar las cuestiones de migración y asilo en el ámbito de la justicia y de los asuntos internos fue una distorsión grave.»
Yasha Maccanico, investigador de la ONG Statewatch
Como era de esperar, desde su lanzamiento, el pacto ha avanzado poco. Las presidencias subsecuentes del Consejo de la UE (la alemana, la portuguesa y la eslovena) tuvieron que enfrentarse a los hechos: es imposible progresar en todos los asuntos al mismo tiempo. Entonces el Consejo decidió fragmentar el pacto para concentrarse en ciertas propuestas. Pese al nuevo enfoque, después de más de dos años, ninguna de las propuestas ha sido validada todavía. Solo se adoptó el reglamento que instituye el Equipo de Apoyo al Asilo (EAA), el cual remplazará a la Oficina Europea de Apoyo al Asilo (EASO), una propuesta presentada por la Comisión en 2016 que se reanudó en el contexto del pacto migratorio.
Tomando en cuenta el papel que la EASO desempeñó en la implementación de la catastrófica estrategia hotspot en Grecia e Italia, hay razón para preguntarse si este nuevo equipo con un mandato reforzado trabajará efectivamente a favor del interés de los solicitantes de asilo. La decisión del Consejo de la UE de posponer el inicio de las funciones de vigilancia de la EAA en lo respectivo a la aplicación del derecho de asilo deja pensar lo contrario.
Otro paso que se ha dado respecto a este pacto es la presentación realizada recientemente por los relatores del Parlamento Europeo sobre dos proyectos de reglamento: aquel respectivo a los procedimientos de asilo y aquel sobre la administración del asilo y de la migración. Catherine Woollard, directora del European Council on Refugees and Exiles (ECRE), no tuvo pelos en la lengua al comentar estos dos textos. El primer proyecto de reglamento «deja intacta la propuesta compleja e impracticable de la Comisión». En cuanto al segundo, «el relator logró empeorar una mala propuesta, ya que las enmiendas sugeridas reducirían los estándares de protección y aumentarían la responsabilidad de los países en las fronteras exteriores».
Yasha Maccanico, investigador de la ONG Statewatch, ha analizado las políticas europeas migratorias y de asilo durante más de veinte años. Según él, este pacto marca una nueva etapa en la evolución entablada en 1999, durante la cumbre de Tampere: «Colocar las cuestiones de migración y asilo en el ámbito de la justicia y de los asuntos internos fue una distorsión grave. En la siguiente fase, con la emergencia terrorista, este vínculo se fortaleció todavía más. Enseguida, con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa en 2009, la situación mejoró ligeramente. La Comisión, que a su vez estaba cediendo en numerosos puntos, parecía considerarse aún como garante de la Carta de Derechos Fundamentales». Entre 2014 y 2015, la tendencia se revirtió nuevamente con la atribución del nuevo portafolio de migración al comisario de asuntos internos Dimitris Avramopoulos, la nominación del controvertido Fabrice Leggeri para encargarse de Frontex y el lanzamiento de la Agenda Europea de Migración, predecesora del pacto.
Entre los aspectos más graves de esta evolución, Maccanico destaca «la redefinición de la solidaridad», que ahora une a los Estados miembros en el «maltrato de las personas migrantes»; el «refuerzo de la idea de que todo aquel que se desplace sin la autorización de los Estados es responsable de todo lo que le pueda suceder»; y el desplazamiento de las actividades de externalización hacia vías cada vez más diplomáticas y militares, «lo que permite mantener más información en secreto».
«La Unión Europea había representado un intento extremadamente sofisticado de crear una nueva forma de Estado», recalca Maccanico. «Pero decidimos sacrificar este intento, así como el respeto de los derechos humanos, en nombre de políticas migratorias que al final tienen que ver más con la afirmación de un nuevo autoritarismo que con las migraciones en sí».
No obstante, señala, no todos se identifican con esta Europa «dueña de un militarismo tan ostentoso», una Europa en la que se multiplican barreras que, según el presidente del Consejo Europeo Charles Michel, pronto podrían ser financiadas por fondos europeos (un cambio mínimo, ya que la Comisión siempre ha aceptado «financiar todo lo que fortalezca las fronteras», como lo recuerda el Transnational Institute). «Después de cinco años de ataques contra las ONG que realizan rescates en el mar, siguen apareciendo otras nuevas», destaca Maccanico. «Toda persona que entra en contacto con esta realidad ya no puede desinteresarse. Hay otra identidad europea que opone resistencia».

En colaboración con Evens Foundation
¿Te ha gustado este artículo? Nos alegra mucho. Se encuentra disponible para todos nuestros lectores, ya que consideramos que el derecho a la información libre e independiente es esencial para la democracia. No obstante, este derecho no está garantizado para siempre, y la independencia tiene su precio. Necesitamos tu apoyo para seguir publicando nuestras noticias independientes y multilingües para todos los europeos. ¡Descubre nuestras ofertas de suscripción y sus ventajas exclusivas y hazte miembro de nuestra comunidad desde ahora!