Un informe interno del Fondo Monetario Internacional, publicado el 17 de septiembre, argumenta que la austeridad debe tener “límites de velocidad” y admite que algunas de las políticas que el Fondo ha impuesto implican riesgos “autodestructivos”.
Ahora que la troika (UE-BCE-FMI) ha llegado al país para la octava y novena evaluación del programa de rescate, Público apunta que:
...a nueve meses para que Portugal alcance el final del programa acordado con la troika, el FMI ha perdido la fe en tales ideas como: "que la consolidación fiscal puede tener un efecto expansivo en la economía", “cuanto antes se corrija el déficit, mejor", que la consolidación fiscal debería enfocarse sobre todo en el gasto” y “ que la compra de deuda del Estado por los bancos centrales es siempre negativa”.
En su editorial, el diario se pregunta:
¿Podrá el FMI entender, por una vez, lo que debería hacerse en el caso de la deuda soberana portuguesa? ¿O debería Portugal resignarse a seguir siendo un dócil conejillo de indias para un batiburrillo de soluciones en constante cambio?