Minarete de la mezquita Mahmoud, en Zurich (AFP)

El populismo contra los minaretes

La prohibición de la construcción de minaretes, aprobada por los electores suizos el 29 de noviembre, es una ofensa directa contra los musulmanes que viven en el país. Pero, según la prensa europea, se trata de otro síntoma más de un problema social y político que concierne a todos los países del continente.

Publicado en 30 noviembre 2009 a las 17:06
Minarete de la mezquita Mahmoud, en Zurich (AFP)

Contra todo pronóstico y contra la opinión de los principales partidos políticos, de los responsables religiosos y de los medios económicos, el 57% de los suizos ha votado a favor de la prohibición de los minaretes en su país. La pregunta, suscitada por la Unión Democrática del Centro (UDC), se planteó a los electores porque el partido populista había recibido suficientes firmas para organizar un referéndum de iniciativa popular.

"Los musulmanes de Suiza no merecen la injusticia de este voto de sanción, basado en el miedo, los fantasmas y la ignorancia", reacciona el diario Le Temps, que precisa que los electores han votado contra los minaretes y no contra las mezquitas. "No todos los votantes están en contra del islam, sino contra lo que interpretan como una sobrerrepresentación del islam en la vida nacional". Para el politólogo Michael Hermann, los electores ante todo han protestado contra las migraciones y la globalización "percibidas como un peligro para la identidad tradicional suiza". Según el diario Tageszeitung, las causas de esta forma de "racismo resultante de un orgullo nacional ofendido" serían el hecho de que se haya cuestionado el secreto bancario, la quiebra de Swissair, el desmoronamiento de otros símbolos de la identidad suiza, así como "la manera vergonzosa" con la que Gaddafi ha tratado al país en el asunto de los rehenes suizos en Libia.

La visibilidad problemática de los musulmanes

"Lo que importa son las consecuencias indirectas del referéndum y su impacto en el clima social en Suiza", señala Neue Zürcher Zeitung, que considera el referéndum como "una vía de escape". "Se trata de una negativa a los islamistas dispuestos a recurrir a la violencia". "Las convicciones de los musulmanes, su imagen de la mujer y su fanatismo existente han suscitado un contrapeso y sería nefasto no tener en cuenta este malestar de cara a la alteridad", analiza el diario alemánico. Y este malestar no es exclusivo en Suiza. "Cada país europeo tiene símbolos o motivos propios para dirigirse a los musulmanes", recuerda Tariq Ramadan en The Guardian. "En Francia, es el pañuelo o el burka; en Alemania, las mezquitas; en Gran Bretaña, la violencia; las caricaturas en Dinamarca; la homosexualidad en Países Bajos, etc.".

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Aunque "los países y los ciudadanos europeos atraviesan una auténtica y profunda crisis de identidad, la visibilidad nueva de los musulmanes resulta problemática y extraordinaria", constata el intelectual y profesor universitario suizo. "El resultado de este referéndum es una gran sorpresa", señala Rzeczpospolita, "porque el miedo y la aversión hacia el islam circulan fuera de la corriente mayoritaria". El diario de Varsovia constata que "los suizos han señalado que la integración de los musulmanes es el principal problema social y de civilización de Europa", pero "lo han hecho mediante un referéndum cuyo resultado es una prohibición similar a las que se encuentran en los países musulmanes intolerantes".

Un neopopulismo transeuropeo

Hasta ahora, añade Libération, "ningún gobierno del continente ha regulado de manera satisfactoria sus relaciones con la religión musulmana, que sin embargo forma parte integrante del paisaje europeo". Porque la xenofobia y el odio hacia los inmigrantes constituyen "un fondo de comercio electoral para las formaciones populistas que aumentan en toda Europa". "Se trata de una cuarta oleada nacional populista tras la de la posguerra, la de los años sesenta que quedó limitada, la de la extrema derecha de los años ochenta como el Frente Nacional en Francia o el Vlaams Blok en Flandes", analiza Jean-Yves Camus, especialista en populismos europeos. "Estas formaciones, que rechazan ser comparadas con la extrema derecha y con más razón con el neofascismo, preconizan un ultraliberalismo 'libertariano', con menos impuestos, menos normas, menos asignaciones sociales, así como un tajante programa antimusulmán en nombre de la lucha contra el multiculturalismo".

El Partido por la Libertad de Geert Wilders, en Países Bajos o el Partido Popular danés ya han anunciado su voluntad de organizar referendos idénticos. Y en Italia, el viceministro de Infraestructuras y de Transportes Roberto Castelli, que proviene de la Liga del Norte, ha calificado el referéndum suizo como un "mensaje de civilización" y ha propuesto añadir la cruz a la bandera nacional, para reafirmar la identidad cristiana de Italia. Para La Repubblica, este tipo de iniciativa reactivaría "la idea de que la libertad religiosa pueda ser objeto de una consulta popular. Como si los derechos fundamentales pudieran someterse al juicio cambiante de la mayoría en una época determinada".

Ante este fenómeno, afirma Libération, "tan sólo existe una estrategia posible", "Favorecer, sobre las bases laicas establecidas desde hace tiempo, el surgimiento de un islam europeo, fiel a su fe y aclimatado a la cultura de los derechos del hombre. Suiza acaba de darle la espalda, en beneficio de los integristas de todas las opiniones".

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