Pueblo de Hollum, en la isla de Ameland. Foto: Genlab Frank

En Ameland, hay hidrógeno en el gas

La isla de Ameland, en Frisia, es teatro de una experiencia inédita. En las casas, el gas natural está diluido con hidrógeno. El objetivo: disminuir las emisiones de gas de efecto invernadero. La iniciativa se inscribe en un proyecto global que pretende lograr el autoabastecimiento de agua y energía en la comunidad, para el año 2020.

Publicado en 7 julio 2009 a las 16:52
Pueblo de Hollum, en la isla de Ameland. Foto: Genlab Frank

El hidrógeno no es una preocupación cotidiana pero se ha convertido en un tema de conversación recurrente en Ameland, una de las islas Frisias Occidentales, que bordean la costa nordeste de los Países Bajos. Aquí, el gas natural se mezcla precisamente con hidrógeno, un gas cuya combustión no produce CO2. Cuanto mayor sea la proporción de hidrógeno, menor será la de emisión del gas de efecto de invernadero. Según el responsable del proyecto, Albert van der Meer, hay mucha documentación científica al respecto, pero nunca antes se había llevado a la práctica.

Van der Meer, quien trabaja para la energética Eneco, nos abre uno de los contenedores verdes de hidrógeno. “En primer lugar, cabe señalar que el hidrógeno lo producimos de manera sostenible; la electricidad que usamos es de origen solar. Empezamos a añadir hidrógeno a finales del 2007. Hoy lo hacemos en una proporción del 15% y estamos listos para subir al 20%”.

El equipo de experimentación que se encuentra en Ameland lo componen varias cocinas y calderas de calefacción repartidas en 14 viviendas situadas en frente de los contenedores verdes. Las casas ya no están conectadas a la red general de distribución de gas natural, sino que lo están a los contenedores, mediante conductos especiales.

Wim van Hijum nos recibe en su soleado jardín, es uno de los vecinos que participan en el experimento. “Hay que adaptarse a los nuevos tiempos, ¿no creen? Vienen a menudo para ver si todo funciona bien, pero no hay ningún problema.” Nos enseña la cocina: “Parece una cocina normal y corriente”. De una de las paredes cuelga un pequeño dispositivo que controla que no se produzcan gases nocivos: “Cuando cocinamos con vino, empieza a pitar por el alcohol”. Según Saskia Streekstra, portavoz de Eneco, esto se debe a que el vino contiene metanol, “el medidor es muy sensible”.

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Van Hijum nos confiesa además algo sorprendente: “Con la mezcla de gas natural y de hidrógeno la cocción es más rápida. Los huevos y las patatas tardan varios minutos menos en cocer. Es un poco como cocinar con olla exprés”.

El experimento con el hidrógeno que dirigen Eneco y la compañía Gasterra forma parte de un proyecto que pretende hacer de Ameland una isla autosuficiente energéticamente para el 2020 y eliminar el impacto sobre los recursos hídricos. Recientemente se han instalado en las dependencias municipales 5 calderas de alto rendimiento, dotadas de un motor que transforma el calor residual que desprenden en electricidad. Antes de que acabe el año, Eneco tiene previsto instalar este modelo de caldera en 75 viviendas en propiedad y 25 viviendas de alquiler de la isla. Por otra parte, se está estudiando la posibilidad de construir un biorreactor para tratar el estiércol y otros residuos, y verter el gas producido a la red.

Todas las islas del archipiélago pretenden ser sostenibles al cien por cien de aquí al 2020. Según Sicco Boorsma, responsable del proyecto de sostenibilidad en las islas Frisias, Ameland lleva ventaja. La isla mantiene contactos con las grandes compañías de gas desde hace mucho tiempo debido a la existencia de gas en el subsuelo terrestre y marino.

Los habitantes de Ameland han estado implicados en todos los experimentos y proyectos desde el principio. “Fue —explica Nico Oud, concejal de Medio Ambiente— una de las condiciones que pusimos. De ahí que los debates estén a la orden del día. Por ejemplo, sobre la cuestión de los parques eólicos, a la gente le preocupa la degradación del paisaje y el impacto negativo que tendría sobre el turismo. Es por ello que preferimos los generadores pequeños, aunque produzcan menos. Lo mismo ocurre con los paneles fotovoltaicos, no podemos instalarlos en cualquier parte porque hay muchos espacios rurales protegidos. Los comerciantes también participan del proyecto, hay hoteles dotados de bombas de calor y bombillas LED, y piscinas en las que el calor del agua se utiliza para producir corriente. Merece la pena verlo.”

Boorsma asegura que las demás islas también acogen el proyecto con entusiasmo: “El concepto encaja bien con la forma de pensar de los isleños, les gusta hacer las cosas por sí mismos. Además, el archipiélago reúne mejores condiciones para producir energía de manera sostenible: hay más horas de sol que en el resto del país, el viento sopla con más fuerza y podemos aprovechar la energía de las corrientes marinas y de las olas”.

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