Los incendios catastróficos que se propagaron este verano constituyen las únicas pruebas de un cambio climático muy real. Ahora les toca a las sequías y, sobre todo, a sus consecuencias para el acceso al agua entrar en el debate público como la nueva evidencia de un punto de inflexión en la crisis climática.
Con un 47 % del territorio de la UE en estado de advertencia debido a un déficit de humedad en los suelos, una sequedad de los cursos de agua y un acceso reducido o incluso imposible al agua corriente en ciertos países – particularmente en Francia, donde más de 100 municipios siguen estando privados de agua potable – Europa está haciendo frente a lo que algunos consideran como la peor sequía en 500 años.
Si bien el agua constituye un recurso inestimable para las personas y la agricultura, las consecuencias de una sequía como la que estamos atravesando son en realidad mucho más numerosas: un transporte fluvial reducido por la disminución del nivel del agua, dificultades para enfriar las centrales nucleares o la amenaza a la biodiversidad. La falta de agua impacta por completo nuestro estilo de vida.
Desde la década de 1980 y la financiarización de la economía, los actores financieros nos han mostrado que los vacíos legales esconden una oportunidad a corto plazo. ¿Cómo terminan los inversores ecológicos financiando a las grandes petroleras? ¿Qué papel puede desempeñar la prensa? Hemos hablado de todo esto y más con nuestros investigadores Stefano Valentino y Giorgio Michalopoulos, que desentrañan para Voxeurop el lado oscuro de las finanzas verdes; hazaña por la que han sido recompensados varias veces.
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