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La extrema derecha no preocupa a los griegos

Mientras que la extrema derecha se ha establecido permanentemente en Grecia, y bajo diferentes formas, a las asociaciones y las ONG les cuesta mucho desarrollar un discurso contrario. Lo que es la causa de todo: la crisis y una izquierda que parece comprometida, como una sociedad civil desfalleciente.

Publicado en 22 mayo 2024 a las 15:00

En Grecia, una barra azul claro sube un poco más con cada nuevo sondeo. Por ahora, mientras se mantenga por debajo del 10 %, esta evolución podría ser anecdótica. Salvo que esta barra azul claro es la de un partido político nada claro, Elliniki Lissi (Solución Griega), situado en la extrema derecha del tablero político nacional.

Según los sondeos, el umbral del 3 % necesario para entrar en el Parlamento Europeo sería igualmente franqueado por Espartanos y Niki (Victoria), otros dos partidos de extrema derecha ya instalados en el parlamento nacional, conocido como la Vouli. Si la tendencia se mantiene, este espectro político podría acumular más del 15 % de los sufragios emitidos y salir reforzado del escrutinio europeo. Por lo tanto, de cara a este incierto viraje, las reacciones son débiles, por no decir que casi invisibles. Además, los especialistas consultados sobre el asunto tuvieron todos ellos la misma reacción: un largo silencio, seguido de “es poca cosa” o “¡hay que aguantar!”

Para la documentalista Angélique Kourounis que ha realizado dos documentales sobre el partido neonazi Amanecer Dorado (Amanecer Dorado – Un asunto personal en 2016 y Amanecer Dorado – Un asunto de todos en 2021), “son solamente las personas ya movilizadas, de izquierdas y de extrema izquierda, las que participan en la lucha antifascista”

Manera esta de decir que la lucha contra la extrema derecha se circunscribe al círculo militante. Además, en las manifestaciones (antifascistas, antirracistas, contra la extrema derecha o en defensa de los derechos de los inmigrantes) que pueden tener lugar en la capital griega Atenas, que con su conurbación, concentra casi un tercio de la población griega, siempre son las mismas cabezas las que destacan.

Estas personas son miembros de organizaciones con nombres harto elocuentes que, en su mayor parte, han surgido con la “crisis griega” en la década de 2010: el Keerfa (acrónimo griego de Movimiento unido contra el racismo y la amenaza fascista), la asociación Deport Racism! (¡Deportar el racismo!), o incluso la coordinadora antifascista Atenas-Pireo… por no citar más que unas cuantas.


La sociedad griega no valora la permanencia de la extrema derecha en la sociedad y que los discursos y acciones de sus activistas no dejan huella


Todas, a coro, destacan sus preocupaciones. “¿Existe realmente la sociedad civil en el país?”, se pregunta Ioanna Meitani, que coordina la asociación Simeio, un grupo de cinco personas que propugnan una sensibilización al peligro de la extrema derecha mediante la creación de programas de investigación, análisis y educación. 

“Con una serie de artículos publicados en el periódico online Lifo intentamos mostrar la retórica y los idearios de los partidos de extrema derecha para deconstruirlos”. Por ejemplo, han trabajado junto con la ONG Greenpeace en la crisis de los agricultores, cuando se manifestaron a principios de año. Elena Danali, la responsable de Greenpeace, explica: "Sabemos cómo están relacionadas la crisis agrícola y la crisis climática, y cómo la extrema derecha utiliza estas crisis para fortalecerse en el mundo rural y ganar votos. Hemos publicado nuestras propuestas alternativas”.

Pero, matiza inmediatamente, "no hemos podido poner en marcha una campaña que anime a los electores a ir a votar como lo hizo Greenpeace Francia".

La respuesta de Joanna Meitani, de Simeio, a la pregunta: "¿Tiene algún efecto vuestra actuación?" parece repetir como un eco: "Lamentablemente un efecto muy débil por dos razones: somos una organización pequeña, que sólo tiene tres años de existencia; en Grecia, es como si organizaciones similares a la nuestra, que proponen alternativas, estuvieran sujetas a un embargo".

Un análisis rápido de las composiciones de los platós de televisión confirma esta situación: la derecha y la extrema derecha reciben sistemáticamente invitaciones a los platós de las cadenas pertenecientes a los grandes armadores marítimos, empresas constructoras y de obras públicas y del sector petrolero. Platós que son, al mismo tiempo, los que más audiencia tienen. Así, Christos Papagiannis, director de la agrupación de expertos Eteron, considera que “en la sociedad o en los medios, no hay un auténtico espacio para una exposición positiva de las evoluciones de la sociedad, de las dinámicas sociales… Cuando hacen acto de presencia aquellos que luchan contra la extrema derecha –la mayoría de las veces en horarios de mínima audiencia– han de enfrentarse a una férrea voluntad de desacreditar sus palabras: ‘sois izquierdistas’, ‘no sois objetivos’… No se toleran las ideas alternativas”.

Angélique Kourounis reafirma: “La sociedad griega no se da cuenta de los peligros que se ciernen sobre ella. El ascenso de la extrema derecha no le preocupa. Su principal problemática es llegar a fin de mes”. Ioanna Meitani confirma: “La sociedad tiene miedo a su futuro. Se pregunta si podrá seguir accediendo a los servicios de sanidad o de educación, si podrá llegar a fin de mes. Por todo esto es sensible a las respuestas simplistas que se presentan como soluciones”.

También ella es más sensible que en 2015, ya que después de cinco años de crisis financiera, económica, social, política y democrática creyó que era posible una alternativa y la expresó votando por Syriza, un partido de izquierdas que incluye desde los eurocomunistas hasta los socialistas griegos. Para Yannis Androulidakis, periodista y perspicaz observador de la vida política, “si las esperanzas han sido defraudadas por las izquierdas en toda Europa, la caída, la decepción, fueron más violentas todavía en Grecia. El gobierno de Alexis Tsipras no ha resuelto ningún problema de fondo de la sociedad griega y, lo que es peor, ha difundido el mensaje de que no se podía esperar cosa alguna de las izquierdas. Ha contribuido a que la extrema derecha gane credibilidad”.

Viéndose entre la espada y la pared, Alexis Tsipras acabó, efectivamente, por firmar un memorando que proseguía con la política que denunciaba… y las instituciones europeas pusieron fin al deseo de cambio profundo expresado por los griegos en las elecciones. Así, continúa Androulidakis, "el ascenso de la extrema derecha puede explicarse por dos fenómenos concomitantes: por un lado, un clima europeo, incluso mundial; por otro, una particularidad griega". Para él, el movimiento obrero y los sindicatos, que están perdiendo impulso en toda Europa, no pueden dar una respuesta al ascenso de la extrema derecha.

Por último, la sociedad griega se enfrenta a otra particularidad: “Con la condena del partido neonazi Amanecer Dorado, en 2020, muchos pensaron que la extrema derecha estaba desmantelada. Eso es falso: lo que está es reestructurada”, subraya Angèlique Kourounis. Tanto es así que una buena parte de ella se ha integrado en las filas de Nueva Democracia, el partido miembro del PPE, hoy en el gobierno de Grecia y otra parte está presente en la Vouli.

El panorama puede parecer sombrío: en cualquier caso muestra que la sociedad griega no valora la permanencia de la extrema derecha en la sociedad y que los discursos y acciones de sus activistas no dejan huella.

Así pues, la sociedad griega parece dividirse en tres tendencias: el fatalismo, la espera y la tetania. Pero la extrema derecha progresa: no solo en los gráficos, sino también en las mentes.

Angélique Kourounis falleció el 6 de mayo de 2024, unos días después de haber contribuido al presente artículo. Queremos rendirle homenaje aquí.

Con el apoyo de Heinrich-Böll-Stiftung UE

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