Análisis Sociedad civil y extrema derecha | Francia

Frente a la banalización de la extrema derecha en Francia, “debemos estar preparados para una batalla cultural que durará años”

Tanto en Francia como en muchos países de la Unión Europea los sondeos dan una gran ventaja a la extrema derecha en las elecciones europeas. A pesar de ser muy activa, la sociedad civil francesa se enfrenta a ataques destinados a limitar o prohibir las actividades de varias asociaciones.

Publicado en 22 mayo 2024 a las 11:55

Es el 24 de abril de 2022, y Emmanuel Macron ha sido reelegido para un segundo mandato con un 58,54 % frente a Marine Le Pen (Rassemblement National). Ante el Campo de Marte de París, el presidente francés declara: "Muchos de nuestros compatriotas me han votado hoy, no porque apoyen las ideas que sostengo, sino para levantar un dique contra la extrema derecha. Y quiero decirles aquí que soy consciente de que este voto me impulsa para los años venideros".

Dos años después, el "dique" se ha hecho añicos y el partido de Marine le Pen, el Rassemblement National, es más fuerte que nunca en intención de voto. "El panorama ha cambiado mucho y de forma dramática", afirma con pesar Jean-Marie Fardeau, responsable de la asociación VoxPublic, que se dedica apoyar y acompañar las iniciativas ciudadanas y hacer llegar su voz a los responsables políticos. "En los últimos años, las ideas y la retórica de la extrema derecha se han convertido en el centro del debate público, servidas por una serie de medios de comunicación y partidos que han hecho suyas las ideas y los temas de la extrema derecha, a como la inmigración, la inseguridad...".

Peor aún, no solo el gobierno ha fracasado en su intento de frenar el ascenso de el Rassemblement National, sino que también ha sido proactivo a la hora de aprobar leyes apoyadas por la extrema derecha. Un ejemplo es el proyecto de ley de inmigración promulgado el 26 de enero de 2024, a pesar de que el Consejo Constitucional censuró un tercio de los artículos. En diciembre de 2023, la defensora de los derechos Claire Hédon denunció un proyecto de ley que socavaba las "garantías actuales previstas para proteger los derechos fundamentales de los extranjeros" y una "ruptura en la protección de los derechos y libertades".

"La Ley de inmigración representa un punto de inflexión muy grave. Si bien el que la derecha busque obtener votos del electorado de extrema derecha no es nada nuevo, no se esperaba tanto de un Presidente que fue elegido en parte gracias a los votos de la izquierda para bloquear a la extrema derecha", confirma Jean-Marie Fardeau.

Una sociedad civil fracturada

En este contexto, el politólogo especializado en la extrema derecha Jean-Yves Camus ya no cree en la posibilidad de una movilización general que emane de la sociedad civil. "En los círculos antirracistas, se produjo algo parecido al alivio la noche de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2002, cuando Jacques Chirac ganó las elecciones con el 82 % de los votos frente a Jean-Marie Le Pen. Muchos activistas pensaron que era una conclusión inevitable, que la extrema derecha nunca llegaría al poder y eso fue un error. Después, muchos de ellos se implicaron en otras luchas, como la protección del medioambiente y las luchas sindicales. Esto fue útil durante las movilizaciones contra la reforma de las pensiones en 2023 o en defensa de los hospitales públicos, por ejemplo, pero no tanto en el ámbito específico de la lucha contra el Rassemblement National".

Jean-Marie Fardeau comparte en parte este análisis: "Ahora nos damos cuenta de que el movimiento no era irreversible. Y que los avances hacia el buen camino siempre pueden invertirse, sobre todo en lo que se refiere a los derechos de los extranjeros y de las personas LGBTQUIA+".


“Desde hace 15 años, la sociedad está condicionada a un discurso orientado a la seguridad, autoritario y que provoca ansiedad, unido a un sistema económico muy liberal que aumenta las desigualdades y da pocas esperanzas” – Jean-Marie Fardeau, VoxPublic


Sin embargo, a la sociedad francesa no le faltan movimientos ciudadanos, colectivos ni asociaciones. "Las grandes redes siguen siendo muy activas, que se completan gracias a numerosas y prometedoras iniciativas con modos de acción novedosos. Entre ellas figuran los movimientos feminista y ecologista. En realidad, el problema no es la falta de iniciativa, sino la dificultad de invertir una relación de poder totalmente desfavorable. Desde hace 15 años, la sociedad está condicionada a un discurso orientado a la seguridad, autoritario y que provoca ansiedad, unido a un sistema económico muy liberal que aumenta las desigualdades y da pocas esperanzas",  afirma el delegado nacional de VoxPublic.

Un clima de represión de los movimientos sociales

La movilización de la sociedad civil también se ve gravemente obstaculizada por un clima general de represión y reducción del espacio democrático. "A las asociaciones que desafían el orden establecido les resulta cada vez más difícil hacerse oír. Ya se trate de cuestiones medioambientales, como las protestas contra las megapiscinas o la autopista A69 –el proyecto que conectará Toulouse y Castres, muy criticado por sus consecuencias medioambientales–, o de la defensa de los derechos de los extranjeros, o del apoyo a los habitantes de Gaza, por ejemplo, asistimos a importantes ataques a las libertades públicas y al derecho de manifestación".

Adoptada en mayo de 2021, la ley de "seguridad global que preserva las libertades"  encarna esta tendencia. Presentada por el gobierno francés como destinada a crear un "continuo de seguridad" mediante un aumento de poder de la policía municipal y el uso de medios técnicos (drones, cámaras peatonales, videovigilancia), el Consejo Constitucional ha censurado varias de sus disposiciones por considerarlas demasiado liberticidas. Por ejemplo, el delito de "provocar la identificación de las fuerzas del orden", que llevó a cientos de miles de personas a manifestarse en Francia, fue abolido, al igual que el uso generalizado de drones.

Otra ley que tuvo un fuerte impacto en el movimiento social fue la llamada "ley de separatismo" , considerada por muchos juristas como la ley más securitaria del quinquenio Macron. En particular, esta ley amplió las posibilidades de disolución administrativa de las asociaciones. Desde 2021, la legislación prevé que el gobierno pueda disolver todas las asociaciones o grupos de hecho "que provoquen actos violentos contra personas o bienes". Este fue el motivo utilizado en junio de 2023 para justificar la disolución del movimiento ecologista Les Soulèvements de la Terre, algo inédito en la historia de la Quinta República. El Consejo de Estado anuló la disolución.

Por último, esta voluntad política también se reflejó en el intento de amordazar a una de las asociaciones más emblemáticas de Francia: la Ligue des droits de l'homme (LDH), fundada en 1898. En abril de 2023, el gobierno cuestionó ciertas "posiciones" de la LDH, tras el despliegue de observadores ciudadanos para documentar la vigilancia policial de las manifestaciones en Sainte-Soline, fuertemente vigiladas y reprimidas. El Ministro del Interior Gérald Darmanin declaró que se preguntaba por las subvenciones que la LDH recibía del Estado.

Volver a ganar la batalla cultural 

El vínculo con los partidos políticos también debe permitir que afloren las ideas de la sociedad civil: "Sabemos que los diputados siguen de cerca lo que las asociaciones aportan en términos de discurso y propuestas. Hay cierta permeabilidad, sobre todo con los partidos de izquierda, pero tenemos la impresión de que las asociaciones depositan cada vez menos esperanzas en los partidos para que actúen como cámaras de eco, porque los partidos están demasiado preocupados por su propia estrategia electoral. También existe el temor por parte de la sociedad civil de parecer partidista y que se aprovechen de ella ", explica Jean-Marie Fardeau.

Por no hablar de la deslegitimación de los organismos intermedios, reforzada en los últimos años por una serie de leyes destinadas a desarticular los organismos sociales y sindicales, empezando por las "ordenanzas Macron" de 2017, que flexibilizaron las modalidades de negociación en las empresas sin delegado sindical.

“Nosotros que estamos dentro del círculo y sabemos cómo se organiza hacemos lo que podemos, pero la apisonadora es muy violenta y no siempre podemos oponernos a las herramientas legislativas. En 2020, la disolución del CCIF (el colectivo contra la islamofobia en Francia) se produjo sin trabas, aunque fuera un desastre para los musulmanes. Son grietas que se van formando y luego es muy difícil volver atrás. Así que tenemos que estar preparados para una batalla cultural que durará años", concluye el delegado de VoxPublic.

Con el apoyo de Heinrich-Böll-Stiftung UE

Has podido acceder a todo el artículo.

¿Quieres apoyar nuestro trabajo? Voxeurop depende de las suscripciones y donaciones de sus lectores/as.

Descubre nuestras ofertas y ventajas solo para suscriptores/as a partir de 6 € al mes.
Suscribirse

O haz una donación para fortalecer nuestra independencia.
Hacer una donación

¿Eres un medio de comunicación, una empresa o una organización? Consulta nuestros servicios editoriales y de traducción multilingüe.

Apoya un periodismo que no conoce fronteras

Aprovecha nuestras ofertas de suscripción o haz una donación para fortalecer nuestra independencia

Sobre el mismo tema