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La Europa que declara la guerra a los refugiados no merece el premio Nobel

Hace diez años, la Unión Europea recibió el Premio Nobel de la Paz. Este premio, ideado como una forma de recompensar el apoyo a la desmilitarización, resulta aún más desacertado hoy, cuando varios de sus miembros participan en conflictos exteriores y cuando militariza cada vez más sus fronteras armando a los guardias de Frontex.

Publicado en 19 octubre 2022 a las 09:55

Cuando firmó su testamento el 27 de noviembre de 1895, Alfred Nobel seguro que pensó que la idea de dejar gran parte de su fortuna a personas meritorias pero extranjeras disgustaría a muchos. No solo horrorizó a una parte de su familia, sino también a Óscar II, el monarca sueco que reinaba entonces, que calificó sus ideas de absurdas y antipatrióticas.

Tras una larga batalla judicial, los opositores tuvieron que desistir. Se instituyeron los cinco Premios Nobel, entre ellos el de la Paz, que debía concederse a la persona que hubiera hecho más “por la fraternidad entre las naciones, por la abolición o la reducción de los ejércitos profesionales y por el establecimiento y la promoción de asambleas por la paz”.    

Sin embargo, tras esta primera victoria, se traicionaron las últimas voluntades de Nobel. Según el abogado noruego Fredrik S. Heffermehl, cofundador del sitio web The Nobel Peace Prize Watch, entre 1946 y 2008, más de la mitad de los Premios Nobel de la Paz se han concedido “ilegalmente”, es decir, infringiendo las disposiciones del testamento. Tal y como explica en una entrevista de 2014, el premio no estaba inicialmente destinado a fomentar “‘la paz’ en general, sino a los activistas cuyo objetivo fuera poner fin al militarismo”.

La Unión Europea recibía este premio hace justo diez años, el 12 de octubre 2012, “por haber contribuido a la paz, a la reconciliación, a la democracia y a los derechos humanos en Europa” y ya entonces no faltaron las polémicas. La ausencia de conflicto entre Estados europeos, denunciada por muchos, no significaba que la UE se mantuviera al margen de la guerra. Varios Gobiernos de la UE habían y han participado efectivamente en conflictos de la OTAN o han exportado armas.

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Y todos han apoyado el recurso a la fuerza contra lo que se consideraba entonces y sigue considerándose como una invasión peligrosa: la llegada de hombres, mujeres, jóvenes y niños que quieren llegar al territorio de la UE para refugiarse en él, para encontrar trabajo, reunirse con sus familias, estudiar y, en muchas ocasiones, por todas estas razones combinadas.

Los primeros agentes armados de Europa

En 2012, Frontex, la agencia europea encargada de coordinar y apoyar a los Estados miembros en la vigilancia de las fronteras exteriores de la UE, llevaba operativa siete años. Esta agencia, poco conocida entre el público general, ya tenía una mala reputación por su opacidad, la ausencia de mecanismos de control sobre su trabajo y su función a la hora de reforzar la criminalización de la migración. Además, aunque todos los funcionarios de la agencia con sede en Varsovia son civiles, los Estados miembros son los que envían al personal sobre el terreno (agentes, guardacostas y guardas fronterizos).

En 2019, un acontecimiento confirmó que la UE no debería haber recibido el Premio Nobel de la Paz. Con la reforma del reglamento de la agencia Frontex adoptada ese año, la UE inició un nuevo capítulo de su historia: Frontex dejó de ser un órgano civil para convertirse en un cuerpo armado. Efectivamente, los funcionarios de la agencia europea son los primeros en la historia del personal de las instituciones europeas en estar autorizados a llevar armas y, aunque se trata de un motivo de orgullo para la agencia, este cambio sigue siendo extremadamente preocupante.

De aquí a 2027, el contingente permanente de Frontex debería incluir a 10 000 personas, de las cuales 3000 serían funcionarios europeos (considerados de categoría 1 del personal de Frontex) y 7000 “agentes enviados por los Estados miembros de la UE”. En mayo de 2022, como indica un documento del Consejo de la UE publicado por Statewatch, la agencia había contratado a 835 agentes de categoría 1 que, hasta ahora, debido a un obstáculo jurídico imprevisto, parecen disponer únicamente de armas prestadas.

Desde 2016, año en el que se llevó a cabo una reforma anterior de su reglamento, Frontex puede adquirir “material técnico”. Para la agencia, “esta categoría también incluía armas de fuego”, explica el investigador Matthias Monroy, autor del blog “Security architectures in the EU” (Arquitecturas de seguridad en la UE). Pero la interpretación de Frontex era errónea y la Comisión tuvo que intervenir para precisar en qué condiciones podían adquirirse, transportarse y almacenarse armas.

Mientras tanto, Frontex firmó un acuerdo con Grecia y Lituania para garantizar entregas de armas, sin interrumpir sus “intercambios con la industria” y celebrando, en octubre de 2021, un contrato de 3,76 millones de euros con la empresa austriaca Glock para el suministro de “pistolas semiautomáticas, municiones y accesorios”.

Disponemos de gran parte de esta información únicamente porque hemos sabido plantear las preguntas idóneas”, observa Monroy, haciendo referencia en concreto a las preguntas parlamentarias planteadas por el eurodiputado Özlem Demirel (Grupo de la Izquierda en el Parlamento Europeo, GUE/NGL, izquierda), que comenta: “Observamos la misma tendencia en la política de defensa europea, con el proyecto de creación de un ejército europeo. No se trata de una fuerza permanente que se vaya a crear mañana, pero debemos criticar los avances que van en esa dirección. La militarización de la Unión Europea ya ha comenzado con la militarización de las fronteras.”


A partir de ahora, pueden ser desplegados funcionarios europeos armados en el interior y el exterior del territorio de la UE, para “proteger las fronteras europeas”


Y esta militarización se extiende desde hace tiempo bastante más allá de las fronteras de la UE. Desde 2019, Frontex puede también llegar a acuerdos de cooperación con países terceros no limítrofes con el territorio de la UE, lo que concede una inmunidad reforzada a sus agentes (la investigadora Martina Previatello publicó un análisis detallado de este tipo de acuerdos).

A partir de ahora, pueden ser desplegados funcionarios europeos armados en el interior y el exterior del territorio de la UE, para “proteger las fronteras europeas”, recurriendo a la fuerza para detener, interceptar, rechazar o repatriar a los potenciales demandantes de asilo, culpables de haber intentado llegar a la UE de manera “irregular”, que es la única manera de la que disponen.

¿A quién deben rendir cuentas estos agentes? Únicamente a su superior, el director ejecutivo de Frontex, que goza de una autonomía absoluta. Este último, como observa Monroy, “puede ser destituido por el consejo de administración de Frontex”, que incluye a representantes de la Comisión y de los Estados miembros, “pero en el plano operativo, nadie puede decir a Frontex lo que debe hacer”. Por otro lado, el propio consejo de administración apr

obó, en enero de 2021, la creación de un comité sobre el recurso a la fuerza de los agentes de categoría 1, un comité que no solo es únicamente consultivo, sino que además debería estar formado por personas elegidas por el propio director ejecutivo de Frontex.

El problema principal es el control democrático”, destaca Monroy, que recuerda que con el Tratado de Lisboa, las agencias, como el resto de las instituciones europeas, adquirieron más poderes y más autonomía: “Pero, cuando se tomó la decisión, nadie se imaginaba que, diez años después de la entrada en vigor del tratado, Frontex estaría armada. Ahora ya no hay vuelta atrás posible. La Unión Europea decidió tomar esa dirección y Frontex ha abierto la vía”.

En 1893, Alfred Nobel escribía a su amiga Bertha Von Suttner, escritora austriaca y pacifista: “Quisiera utilizar parte de mi fortuna para crear un premio que se concediera cada cinco años, pongamos que unas seis veces. Porque si en treinta años no hemos logrado reformar el sistema actual, volveremos a caer inevitablemente en la barbarie. El premio deberá concederse al hombre o a la mujer que haya hecho que Europa avance más hacia la idea de una pacificación general.”

Alfred Nobel murió en 1896 y Bertha von Suttner, en 1914. Europa se hundió en la barbarie mucho antes de lo que había previsto Nobel y volvió a sumergirse en ella durante la Segunda Guerra Mundial. Es cierto que el proyecto europeo surgió del deseo de garantizar la paz en el continente. Pero, ¿a qué precio?

En su libro Eurafrica: the untold history of european integration and colonialism (Bloomsbury, 2014), los historiadores Peo Hansen y Stefan Jonsson vuelven a examinar el “pasado que Europa ha olvidado”, esta dimensión colonialista del proyecto europeo que explica en gran parte la brutalidad con la que la UE se niega desde hace decenios a abrirse a toda una parte del mundo.

La UE no se merecía el Premio Nobel de la Paz en 2012 y lo merece aún menos ahora que ha empezado a armar a una parte de su personal para apartar a civiles a los que debería acoger.

La organización belga Agir pour la paix y la campaña internacional Abolish Frontex han anunciado una "ceremonia de destitución" del Premio Nobel de la UE para diciembre en Bruselas. Alfred y Bertha sin duda habrían apreciado este gesto.


El informe de la OLAF o cómo Frontex ocultó devoluciones ilegales

En un informe confidencial publicado por la plataforma FragDenStaat, Der Spiegel y Lighthouse Reports, la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF) acusa a algunos ejecutivos de Frontex de "falta grave" por no informar sobre devoluciones ilegales de migrantes por parte de guardas fronterizos griegos. El informe provocó, entre otras cosas, la dimisión de Fabrice Leggeri, exdirector de la agencia, y confirma lo que han denunciado desde hace tiempo varias ONG.

Según el informe, Frontex ocultó algunos casos de posibles violaciones de los derechos humanos a los funcionarios responsables de los derechos fundamentales. Además, suspendió algunas operaciones de vigilancia aérea para evitar registrar actividades ilegales, cofinanció unidades griegas que llevaron a cabo las devoluciones y engañó a las autoridades encargadas de supervisar a la agencia.


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