Los deseos de Georgia de integrar la UE se han visto afectados: el 28 de mayo, el controvertido proyecto de ley contra los “agentes extranjeros” fue adoptado por el Parlamento georgiano. Motivo de varias semanas de manifestaciones en el país, el texto obligaría a las ONG y a los medios de comunicación independientes a registrarse como entes que “persiguen los intereses de una potencia extranjera” si reciben más del 20 % de sus ingresos del extranjero.

El proyecto de ley, abandonado hace más de un año, volvió por la puerta grande en abril de 2024. La presidenta Salomé Zourabichvili (independiente) vetó el texto, un acto simbólico que la mayoría del partido en el poder, el Sueño Georgiano (KO, populista) pudo esquivar.

Ni las amenazas de sanciones por parte de EE. UU., ni la perspectiva de borrar de un plumazo los años de esfuerzos para integrar el país a la Unión Europea han desalentado a la mayoría. Cabe destacar que la ley alberga un doble interés: copiada de un texto ruso, supone un acercamiento ideológico y político con el Kremlin que además, para algunos, prepara el terreno de cara a las elecciones legislativas de octubre de 2024.


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