No todo el mundo está de acuerdo. Un scout enciende una vela frente al palacio presidencial en Varsovia, 14 de abril de 2010.

Kaczynski, el entierro de la unidad nacional

Mientras Polonia se prepara para dar el último adiós a las 97 víctimas de la catástrofe aérea de Smolensk del 10 de abril, se ha generado un acalorado debate en la prensa nacional sobre la cuestión de si el presidente Lech Kaczynski y su mujer, ambos fallecidos en el accidente, deberían ser enterrados en el panteón nacional de la catedral de Wawel en Cracovia, el domingo 18 de abril.

Publicado en 16 abril 2010 a las 15:32
No todo el mundo está de acuerdo. Un scout enciende una vela frente al palacio presidencial en Varsovia, 14 de abril de 2010.

La catedral de Wawelen Cracovia, la antigua capital de la Polonia medieval, es el lugar de descanso de reyes históricos, héroes nacionales y santos. Y el anuncio por parte del Arzobispo de Cracovia de enterrar al presidente Lech Kaczynski y su mujer Maria en el equivalente nacional a la Abadía de Westminster en Londres o el Panteón de París ha hecho correr ríos de tinta. A principios de esta semana, en una carta abierta publicada por Gazeta Wyborcza, Andrzej Wajda, director de una película sobre la masacre de Katyn, lugar al que se dirigía el presidente el día de su muerte, insisteen que aunque Lech Kaczynski fue “un hombre bueno y modesto, Wawel no es el lugar de descanso más indicado para él”. Estas palabras desencadenaron una polémica que seguirá trayendo cola mucho después de que el ataúd con los restos del presidente descanse en la cripta de Wawel.

No por el hombre, sino por el símbolo

El debate no se limita únicamente a los medios de comunicación. En los últimos días, varios grupos de cientos de partidarios y oponentes de una decisión que el diario liberal Gazeta Wyborcza calificabade “precipitada y emocional” se han enfrentado en las calles de Cracovia y Varsovia. Los que están en contra sostienen que los logros de Kaczynski en su servicio al país no pueden compararse con los de los reyes polacos o los del Mariscal Piłsudski, padre de la independencia nacional de 1918, enterrados aquí. “¿La muerte trágica es lo que ha convertido al presidente en un héroe? ¿Se puede comparar a Kaczynski con Piłsudski, ganador de una de las batallas más cruciales en la historia polaca y europea [la batalla de 1920 de Varsovia contra los soviéticos]?”, se pregunta el sociólogo Ireneusz Krzemiński en las páginas de Rzeczpospolita.

En el mismo periódico, el escritor Robert Mazurek dio rápidamente una respuesta. “¿Acaso no ve que no se trata del hombre, sino de un símbolo? ¿No entiende la idea de enterrar a los símbolos?” Mazurek además destaca la singularidad de Kaczynski al ser el primer presidente de la generación del sindicato Solidaridad, con lo que el funeral en Wawel sería también “un tributo a Solidaridad”.

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Polonia riñe de nuevo

Dziennik Gazeta Prawna recuerdaque los funerales de otras personalidades importantes también han sido objeto de disputas nacionales en el pasado. Ocurrió con el presidente Gabriel Narutowicz que fue asesinado y enterrado en Varsovia, así como con el ganador del premio Nobel de Literatura Czesław Miłosz, enterrado en Cracovia pero no en Wawel. En Polonia, parece que rige la norma de que “cuanto mayor sea la importancia política del funeral de la personalidad, mayor controversia genera”. Dziennik Gazeta Prawna expone que “por ello, en las criptas de Wawel se encuentran enterrados aquellos que siempre soñaron con descansar aquí, así como los que nunca lo imaginaron. Y quizás nunca habrían querido ser enterrados aquí en absoluto”.

El presidente Kaczynski sin duda se habría incluido a sí mismo en el segundo grupo. Según el historiador Antoni Dudek, cuyas palabras recogía el diario Dziennik Gazeta Prawna, tanto los que están a favor como los que están en contra del entierro en Wawel han actuado con demasiada precipitación. Opina que la decisión debería haberse aplazado hasta una decena o varias decenas de años después de este suceso y hasta que el legado de Kaczynski “se hubiera aclarado y se hubiera llegado a un consenso sobre el mismo”. Dudek cree que “ambas partes han cometido un gran error. Pero lo queramos o no, la discusión prosigue. ¿Y cómo no vamos a discutir? Al fin y al cabo, se trata de nuestro panteón nacional”.

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