Barack Obama (a la derecha) rodeado por los líderes europeos durante la conferencia de la ONU sobre el clima en Copenhague, en diciembre de 2009. (AFP)

La Casa Blanca y los 27 enanitos

Declinando la invitación europea a la próxima cumbre de mayo entre la UE y EEUU, Barack Obama obliga a Europa a enfrentarse a sus propias debilidades. El Tratado de Lisboa, que supuestamente debía ofrecer un interlocutor único, lo que ha hecho es multiplicarlos, subraya la prensa, que entiende el enfado de Washington.

Publicado en 3 febrero 2010 a las 17:41
Barack Obama (a la derecha) rodeado por los líderes europeos durante la conferencia de la ONU sobre el clima en Copenhague, en diciembre de 2009. (AFP)

“Tras la derrota frente a China en la Conferencia de la ONU sobre el cambio climático en Copenhague, ¿es necesario que Europa muestre también su insignificancia frente a Estados Unidos?”, se pregunta Le Figaro, un día después de que se anuncie que Barack Obama no asistirá a la cumbre UE-EEUU prevista para el próximo mes de mayo. Lo que sí es cierto, añade el Wall Street Journal, es que la “posición de Europa en la escena mundial no está siendo brillante en estos últimos tiempos”.

No es de extrañar que Estados Unidos se haya “hartado de las peleas entre los líderes europeos, a juzgar por el tono soberbio de la declaración americana para anular la presencia de Obama en la próxima cumbre UE-EEUU”, escribe el Süddeutsche Zeitung, que advierte que Washington supedita un nuevo encuentro bilateral a que los europeos alcancen un acuerdo sobre sus competencias respectivas. “Que los americanos recurran precisamente al Tratado de Lisboa para justificar la ausencia de Obama no le resta ironía al asunto. Durante los 10 años que duró el debate de esta reforma, se dio a entender el siguiente argumento: si queremos que se nos escuche en el mundo hay que expresarse con una única voz. Pero ahora que el Tratado de Lisboa ha entrado en vigor, no sólo no hablamos con una voz única, sino que lo hacemos con cuatro a la vez, como mínimo.

Una plétora de presidentes

Es normal que estos extraños acuerdos intra-europeos hayan dejado de ser la envidia de los americanos”. Porque como bien señala el Wall Street Journal, la Unión Europea se presenta ahora con una plétora de presidentes: está el del Consejo, Herman Van Rompuy; el de la Comisión, José Manuel Barroso y el de la presidencia de turno de la Unión, que actualmente ostenta España. Barack Obama ha tomado la decisión correcta, estimaIlana Bet-El. Según esta editorialista de The Guardian, desde que el Tratado de Lisboa consiguió por fin ser ratificado, “Bruselas está obnubilada consigo misma y sus instituciones”.

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Las luchas internas sobre “quién hace qué según las nuevas normas” se multiplican y los países miembros se “encierran en sí mismos: el Reino Unido en plena investigación sobre la guerra de Irak, los franceses movilizados por el debate de su identidad nacional e Italia demasiado ocupada por los escándalos de Berlusconi”. En su blog dedicado a la Unión Europea, su colega de The Economistseñala que ciertos diplomáticos estadounidenses llegaron a “evocar la pesadilla de la ‘bienvenida a Liliput’ vivida por Obama durante su visita a Praga el año pasado, en una cumbre EU-EEUU sin ningún peso político. Tras la reunión, los responsables estadounidenses se quejaron de que los 27 líderes nacionales fueron a Obama con la misma cantinela antes de pelearse por ver quién salía a su lado en las fotografías”.

Un cumplido algo retorcido

Los dirigentes europeos no deberían sentirse heridos por que Obama haya cancelado su visita al Viejo Continente, escribe con temple Antonio Missiroli en The Independent: por una parte porque, como bien afirma el director del European Policy Centre, un centro de estudios europeos, esta cumbre no tiene un verdadero peso, ya que no tiene previsto tratar ningún dossier político y porque “la UE pretendía organizarlo más por la forma que por el contenido”. Por otra parte, “porque esta declinación puede interpretarse como una especie de cumplido, aunque si bien un poco retorcido”, ironiza Gideon Rachman en el Financial Times, ya que “a diferencia de Afganistán, Pakistán, China o Rusia, Obama considera Europa un lugar amable y tranquilo que parece capaz de resolver bastante bien sus propios asuntos”.

En España, el diario El Paísseñala que en Madrid, que le disputaba a Bruselas el privilegio de acoger la cumbre, la anulación de la visita ha hecho saltar chispas y pone de manifiesto con toda su crudeza el beatífico optimismo español y "el énfasis con el que se había vendido la piel del oso” de la visita a España de Barack Obama antes de haberlo cazado, así como la “patética confianza” del jefe de gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero. El presidente, que hace frente a una grave crisis económica, contaba ya con “los efectos taumatúrgicos de la fotografía" con Obama. Pero, dice el rotativo español, la causa de su ausencia tiene más que ver con la agenda del presidente estadounidense que, “apremiado por el desgaste de los sondeos", ha decidido relegar a "un segundo plano la política exterior” para concentrarse en el ámbito económico y social nacional.

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