“Esto es sólo el comienzo”, señala en sus titulares el diario The Guardian, después de que más de cincuenta mil estudiantes se manifestaran en la capital del Reino Unido el 10 de noviembre para protestar contra la triplicación de las matrículas universitarias hasta las 9.000 libras (10.572 euros), además de los recortes del 40% en los presupuestos de la enseñanza universitaria. La protesta, “la mayor y más espectacular con diferencia que se ha producido en respuesta a las medidas de austeridad del gobierno”, se descontroló cuando un grupo de manifestantes irrumpió en la sede central del Partido Conservador. “Los manifestantes destrozaron ventanas y ondearon banderas anarquistas desde el tejado del edificio, mientras que una serie de activistas enmascarados intercambiaron puñetazos con los policías a gritos de ‘Tory scum’ (escoria conservadora)”, una expresión cuyo origen se remonta a las encolerizadas protestas de la era Thatcher. Un profesor universitario que ha escrito en el diario londinense expone que “Esta protesta, tanto en su dimensión pacífica como en la más violenta, es la señal de un país que, por primera vez en mucho tiempo, no tiene miedo a protestar y a defenderse”.
Desde la década de 1980 y la financiarización de la economía, los actores financieros nos han mostrado que los vacíos legales esconden una oportunidad a corto plazo. ¿Cómo terminan los inversores ecológicos financiando a las grandes petroleras? ¿Qué papel puede desempeñar la prensa? Hemos hablado de todo esto y más con nuestros investigadores Stefano Valentino y Giorgio Michalopoulos, que desentrañan para Voxeurop el lado oscuro de las finanzas verdes; hazaña por la que han sido recompensados varias veces.
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