La ilusión que valía un billón de dólares

El 29 de marzo, los ministros europeos de Finanzas aseguraron que habían encontrado la suma suficiente para proteger la eurozona de una nueva crisis. Pero se trata de un nuevo juego de magia contable que podría fracasar en cuanto surjan problemas.

Publicado en 2 abril 2012 a las 15:07

“Un billón de dólares”. El ministro neerlandés de Finanzas [Jan Kees De Jager] hablaba casi en susurros cuando anunció la cantidad del nuevo fondo de rescate europeo. Pero cuando los ministros europeos de Finanzas mencionan el dólar para garantizar la estabilidad de la eurozona, no es un buen presagio.

De hecho, no disponemos en absoluto del billón de dólares para el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), el fondo de urgencia al que deben recurrir España e Italia en caso de amenaza de quiebra. Ni tampoco disponemos de 800.000 ni de 700.000 millones de euros, las cantidades que cita con orgullo ladeclaración oficial de los ministros. Lo que han presentado De Jager y sus compañeros europeos es un trampantojo. Una forma de hacer malabarismos con las cifras que mina desde el principio la credibilidad del fondo de rescate, que estará operativo desde el 1 de julio.

Las bases de esta magia matemática las plantearon los jefes de Gobierno europeos. El pasado otoño, decidieron que la capacidad de préstamo combinada del fondo de rescate ya existente [el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, FEEF, creado en 2010] y del que debía constituirse tenía que limitarse como máximo a 500.000 millones.

Un refrito en el que todo es apariencia

Luego, en su feliz mensaje, hicieron especial hincapié en esta cifra. Lo que no se dijo es que en realidad sólo se disponía de 300.000 millones de euros contantes y sonantes, puesto que ya se habían empleado 200.000 millones del antiguo fondo para mantener a flote a Grecia, Portugal e Irlanda.

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En diciembre, los mismos dirigentes decidieron “reconsiderar” la cantidad de los fondos combinados, lo que en el argot de Bruselas quiere decir aumentar. Los mercados financieros, Estados Unidos, la OCDE y el FMI explicaron que ni siquiera 500.000 millones de euros bastan para evitar que una acción específica de los especuladores contra un solo país (Italia) arrastre al resto de la eurozona.

Posteriormente la Comisión Europea propuso un plan claro: añadiendo las sumas no utilizadas del fondo antiguo (240.000 millones) al nuevo MEDE, se obtienen 740.000 millones: el "one trillion dollar baby". Esto convencería a los mercados y animaría al FMI a reforzar también su botín de guerra contra la crisis del euro.

Esta propuesta se rechazó el viernes [30 de marzo] por la presión de Alemania y con un toque de varita mágica, los ministros europeos obtuvieron una cantidad aún mayor: 800.000 millones de euros. Resultó que era la suma de los 500.000 millones ya prometidos, más los 200.000 millones de préstamos del fondo antiguo, más los 100.000 millones de la primera ayuda de urgencia a Grecia. Un refrito en el que todo es apariencia.

No es la primera vez que los ministros de la eurozona realizan extravagancias aritméticas. El antiguo fondo de rescate también se denominó "one trillion dollar baby" cuando se creó en mayo de 2010. Debía reunir 750.000 millones de euros: 500.000 millones de la UE y 250.000 del FMI. A lo largo de los siguientes meses, la parte de la UE se quedó en 250.000 millones, como consecuencia de las garantías complementarias necesarias para prestar dinero.

Una función disuasiva

Tras muchas lamentaciones de la clase política, los países de la eurozona decidieron aumentar su contribución a 440.000 millones. Los chinos y los sistemas impulsores financieros multiplicarían esta cantidad por cuatro o cinco. Pero luego no se ha oído hablar ni de los chinos, ni de los sistemas impulsores.

Cabe destacar que los 500.000 millones representan mucho dinero para el MEDE. Bastarían para mantener a los bancos españoles, en caso de que Madrid lo solicitara. Pero si el Gobierno español y el Gobierno italiano llaman al mismo tiempo a la puerta para pedir ayuda, con el MEDE no bastaría.

Según los ministros, la finalidad no es tanto que el fondo de urgencia se llegue a utilizar. El fondo tiene sobre todo una función disuasiva. A los ministros les encanta sacar el “gran bazuca”, de ahí su entusiasmo por el billón de dólares. Un fondo lo bastante importante como para que los mercados no consideren lanzar una ofensiva contra un hermano de la eurozona más débil. Pero es precisamente en este punto crucial donde los gobernantes socavan la línea de defensa de eurozona. Por segunda vez en dos años.

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