Líderes a su pesar

Dicta el orden del día en las cumbres europeas, define las normas, hace esperar a todo un continente y acaba imponiendo su voluntad. Con la crisis del euro, Alemania se encuentra sola a la cabeza de la Unión. Pero, ¿está a la altura de esta nueva función?

Publicado en 3 noviembre 2011 a las 14:26

Con el poder político ocurre lo mismo que cuando se tiene una cuenta en el banco de varios millones de euros: no se habla de ello. Se tiene y ya está. Durante decenios, Alemania ha jugado muy bien a este juego: es un país poderoso, pero nunca ha alardeado sobre su poder. Y todos los Gobiernos alemanes han dominado el arte de pasar desapercibidos en el ámbito político. Pero esto ya se acabó. Hoy, la influencia alemana hace que se hable de ella.

Lo ha hecho en Bruselas, en estas semanas clave. ¿Pretende Alemania apretar más la brida a los griegos?, preguntamos al representante de un pequeño país de la UE. Respira profundamente y responde: “La canciller es una mujer muy poderosa”, sin añadir más. En opinión de un diplomático italiano, Merkel es poderosa no sólo porque representa al país más grande de la UE, sino “también porque entre los jefes de Gobierno es la más seria. Los demás le tienen miedo”. Y Romano Prodi habría afirmado que en Europa, “la lady es quien toma las decisiones y luego el presidente francés da una rueda de prensa para explicarlas”.

El rescate del euro podría apoyarse por completo en Alemania, porque es la única economía que parece lo bastante fuerte como para respaldar a los demás países. Desde el verano de 2009, desde que el resto de la eurozona se hunde cada vez más en la crisis, el poder económico de Alemania se ha reforzado: su PIB ha aumentado cerca del siete por ciento y sus exportaciones, más del 25 por ciento.

Una hegemonía contra la propia voluntad

Pero Alemania ejerce esta hegemonía contra su voluntad. No está preparada para desempeñar esta función y además nunca ha aspirado a ello. Fabricar vehículos y máquinas de calidad forman parte de la imagen que tiene Alemania de sí misma. Pero ¿asumir una función clave en el ámbito internacional? El rescate del euro no demanda solamente mucho más de lo que Alemania quiere hacer, sino también quizás más de lo que puede hacer.

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El término “hegemonía” procede del griego hegemon, que significa “líder”. Los más ancianos aún sienten un ligero escalofrío por la espalda cuando oyen hablar de la supremacía alemana. La historia hizo que Alemania forzara la unificación europea sin ocupar la primera posición. Luego, tras la reunificación, la Alemania soberana disimuló su poder en la unión monetaria. La adopción del euro se realizó según sus deseos. Pero renunció a ocupar puestos importantes. Eso era más bien cosa de los franceses.

Durante mucho tiempo, Francia asumió la función de primera potencia política, mientras que Alemania destacaba en el plano económico. Pero actualmente, Francia también podría plantear problemas en la eurozona.

Los franceses necesitan desesperadamente a los alemanes

Según las encuestas, dos tercios de los alemanes no sienten un efecto directo de la crisis del euro, mientras que en Francia ocurre lo contrario. Y no es de extrañar. En el país no hay trabajo. Desde el año 2000, sólo en el sector industrial se han eliminado medio millón de puestos y el desempleo roza hoy el diez por ciento.

La antigua regla según la cual sin Francia Alemania no puede hacer gran cosa en la UE, quizás aún tenga validez hoy. Pero las condiciones en las que actúan los dos socios han cambiado. Y los franceses necesitan desesperadamente a los alemanes, más que a la inversa. La vieja pareja franco-alemana no sería más que una “ficción de cortesía”, como plantea el Financial Times.

Alemania desempeña de hecho la principal función en Europa. Pero nadie se convierte en un buen líder imponiendo su posición tras largas y tenaces negociaciones. Un buen líder actúa con rapidez, en el momento en el que otro necesita ayuda y no cuando la situación se vuelve peligrosa para él mismo. Un buen líder tiene una idea clara de quién debe ser.

Fuerte en el exterior y débil en el interior por su parálisis

Por lo demás, ¿es capaz Alemania de hacer lo que debe, aunque no quiera hacerlo? La República Federal se ha vuelto tan fuerte en el exterior que parece débil en el interior por su parálisis. Mientras en Bruselas se debate sobre el futuro del euro, Alemania se enzarza en peleas internas entre el Bundestag y el Bundesrat, entre la coalición y la oposición, entre el Gobierno y el parlamento.

Se pudo observar en el debate sobre la ampliación del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, que mantuvo ocupada a Alemania durante 15 días.

Mientras que la CSU sufre con regularidad crisis de histeria para compensar su pérdida de influencia, el FDP, el otro socio de la coalición, hacemalabares para no desaparecer sin más.En condiciones normales, la opinión pública y la oposición son los oponentes más peligrosos para un Gobierno. Sin embargo, en Alemania, actualmente el peor enemigo de la coalición es por lo general la coalición en sí misma.

La hegemonía también implica comprometerse con los demás

El sistema de la República Federal, que históricamente se ha definido por autolimitarse, controlarse y entorpecer el poder exaspera al conjunto del continente: la parálisis alemana es insoportable para Europa, que tiene que esperar a que se tomen las decisiones del Bundestag, del FDP o de la CSU, o cualquier otro voto regional. En el interior, piden al Gobierno que encuentre el equilibrio entre eficacia y democracia, que deje actuar al Parlamento, que insiste en hacer valer su opinión. En el exterior, durante las cumbres europeas, el Gobierno federal parece estar atado de pies y manos.

Otros países poseen un tribunal constitucional, un sistema federal o un sistema de representación proporcional que lleva al poder a Gobiernos de coalición. Pero ninguno posee estos tres elementos a la vez y son pocos los que dependen de tantas cosas.

No es sólo la meticulosidad alemana lo que irrita a los europeos. También les molesta la idea de que los alemanes sólo emplean esta meticulosidad en su propio beneficio. ¿Qué relación mantienen con la democracia griega? ¿Cuánto tiempo seguirán aceptando los griegos el hecho de haber elegido a unos dirigentes que no tienen ni la capacidad ni el derecho de tomar decisiones? ¿Cómo puede hacerse valer Europa si la democracia se encuentra en modo de espera? En tiempos de crisis, estas preguntas caen en el olvido. Pero la hegemonía también implica comprometerse por los demás.

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