Ideas Aumentar la seguridad en Europa

Más medidas no suponen mejores resultados

La promesa de más seguridad a raíz de los últimos ataques terroristas llevó a los países europeos a tomar acciones individuales contra las libertades civiles y las libertades básicas, mientras que los ciudadanos piden un enfoque europeo común y salvaguardar los valores esenciales de Europa.

Publicado en 2 mayo 2016 a las 18:13

A Albert Einstein se le atribuye haber dicho: "La definición de locura es hacer la misma cosa una y otra vez, pero esperando resultados diferentes”.
Esto, de hecho, es lo que se siente poco después de los trágicos sucesos que tuvieron lugar en Bruselas a finales del mes pasado. De manera similar a la reacción de los responsables europeos a raíz de los ataques terroristas devastadores en París en noviembre de 2015, cada iniciativa política es ahora una nueva promesa para más seguridad.
Nuevas fronteras y divisiones en Europa han surgido, y se prevé un enfoque más práctico para los datos personales de los ciudadanos. Controles excesivos y largas colas en las fronteras son una realidad cotidiana. La Directiva sobre el registro de nombres de pasajeros (PNR) ha recuperado su impulso y asegurado los votos necesarios después de haber sido rechazado dos veces por el Parlamento Europeo por motivos de falta de proporcionalidad entre las medidas de seguridad propuestas y los derechos de los ciudadanos.
Los políticos euroescépticos están utilizando esta situación de manera oportunista mediante el inicio de referendos y de promesas de una vida más segura para sus ciudadanos a través de la perspectiva de abandonar la Unión Europea. Una evaluación detallada del impacto de las medidas propuestas, de las promesas a la sociedad, o de los derechos y las libertades fundamentales se echa en gran parte en falta.
Sin embargo aunque parezca extraño, la sensación de repetición que padecen los ciudadanos europeos que están siendo testigos de cómo sus políticos reciclan las mismas medidas populistas, al tiempo que se les promete un resultado diferente no resulta fácilmente apreciable. Parece como si los europeos compartiesen una visión diferente de la situación y sus políticos están perdiendo nuevamente la perspectiva.
Una reciente encuesta de la Fundación Bertelsmann en materia de protección de fronteras y de la libre circulación (enero de 2016) revela que el 79% por ciento de los europeos considera a la libertad de movimientos de gran importancia, y que debe ser defendida a toda costa.
El hecho de que este sea el derecho más preciado de los ciudadanos europeos no es ninguna noticia, y el Flash del Eurobarómetro sobre ciudadanía de la UE (octubre de 2015) lo confirma, mostrando que el 71% de los europeos cree que la libre circulación de personas dentro de la UE aporta un beneficio económico para su país (4 puntos porcentuales más que en 2012).
La restauración de las fronteras y la reducción de los derechos y las libertades civiles en contra de una mayor seguridad no es lo que los europeos desean. Por otra parte, aquellos que lo han vivido a través de los regímenes comunistas al otro lado del telón de acero, saben bien que tal promesa no ofrece efectos positivos, sino que ofrece un gran potencial para dar lugar a la "locura".
De acuerdo con la encuesta de la Fundación Bertelsmann, la mayoría de los europeos piensa que los políticos deberían defender los derechos de los ciudadanos europeos en la actual crisis, mediante un enfoque común.
Este es particularmente el caso respecto a la crisis de la migración, como se muestra por una encuesta llevada a cabo por el Parlamento Europeo en septiembre de 2015, y otros. Con el fin de crear un enfoque europeo común, los responsables europeos deben garantizar el estado de derecho mediante la aplicación efectiva de las herramientas que ya tienen a su disposición y llevar a cabo eficientemente las acciones siguiendo el mandato de los ciudadanos europeos.
El intercambio de información es una parte crucial del control de fronteras para que sea eficaz y coordinada y en aplicación de la ley. El Sistema de Información de Schengen (SIS) desempeña un papel central como una plataforma para el intercambio de información con el fin de rastrear a sospechosos de terrorismo y de los medios de transporte utilizados para el terrorismo y el crimen organizado. Un informe reciente de la Comisión Europea identifica las lagunas y las graves deficiencias en la aplicación del acervo de Schengen. Este informe incluye la falta de legislación y los procedimientos en algunos Estados miembros fundadores de la UE en esta materia, lo que dificulta su capacidad de procesar las alertas y aprovechar la estructura de seguridad existente.
Por sorprendente que tal hallazgo pudiera parecer, muestra claramente la necesidad de una mejora urgente -tanto de la capacidad a nivel nacional como la cooperación internacional- en el espacio de libertad, seguridad y justicia.
Hasta que los Estados miembros hagan los deberes correctamente y demuestren que el uso efectivo de los instrumentos ya existentes no es suficiente para hacer frente a los retos actuales, la adopción de nuevas medidas relacionadas con la seguridad en detrimento de los derechos y libertades fundamentales no debería siquiera discutirse. Por otra parte, es muy difícil que los ciudadanos entiendan el razonamiento que hay detrás de algunas de las "soluciones" propuestas a estos problemas.
El hecho de que la policía belga no pueda detectar a condenados por violación de la libertad condicional al volver de Siria, de alguna manera conduce a la perspectiva de tener que volver a compartir los datos personales de todo el mundo a bordo de un avión. Simplemente por el hecho de que a la policía le costase cuatro meses averiguar en una base de datos nacional la dirección de la casa donde se escondía el terrorista más buscado en Europa después de los ataques de París, la libre circulación y los derechos cívicos se desechan. Uno no puede dejar de preguntarse si es realmente adecuado introducir nuevas medidas, si las ya existentes aún no se están aplicando correctamente.
La transformación de las reglas excepcionales de limitar la libre circulación, a una regla más general va en contra de la voluntad de los ciudadanos europeos y del mandato dado por ellos a los responsables europeos a través de los Tratados. Por otra parte, en términos de valores y en relación con el futuro de Europa como un espacio de prosperidad, la libertad, la seguridad y la justicia, es la receta para el desastre final.

Viñeta por Tjeerd Royaards/CartoonMovement

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