Michel Barnier durante una conferencia de prensa en Bruselas, en julio de 2011.

Michel Barnier, el gran regulador

El 15 de septiembre de 2008, la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers desencadenó una crisis sin precedentes. Cinco años después, las finanzas europeas están más reguladas. El artífice de este cambio, el comisario de Servicios Financieros, aspira a estar al frente de la Comisión.

Publicado en 13 septiembre 2013 a las 15:57
Michel Barnier durante una conferencia de prensa en Bruselas, en julio de 2011.

En Bruselas, la hoja de cálculo de Michel Barnier es casi tan conocida como el propio Michel Barnier. Cuando el comisario europeo responsable de los Servicios Financieros [y de Mercado Interior] se marcha para asistir a una reunión, siempre lleva bajo el brazo una hoja de papel tamaño A4 en la que se encuentra esta famosa hoja de cálculo. El ignorante sólo verá una hoja de cálculo de Excel, repleta de un argot técnico indescifrable, con unas casillas de colores estridentes. Pero el gran saboyano de cabellos plateados y de imagen siempre impecable estará ahí para explicarlo. Basta con observar el documento por encima: en él se encuentran alineadas todas las medidas que reclamaron en 2009 los dirigentes del G20 para domar unas finanzas que habían llevado al mundo al borde del abismo. Cada vez que una de estas medidas se adopta a nivel europeo, Michel Barnier colorea su casilla. Y además, siempre se apresura a destacar, con la gran seriedad que le caracteriza, que ya no hay ningún hueco en blanco.
Tanto periodistas, como banqueros, abogados, o incluso no hace mucho tiempo François Hollande han podido asistir a la presentación de esta hoja de cálculo, que recientemente se ha editado en un pequeño folleto más estético. El propio Benedicto XVI tuvo la ocasión de entrevistarse con el comisario el pasado mes de febrero, tres días antes de abandonar su cargo. La foto de ese momento preside en un lugar destacado el despacho del comisario…
El exministro francés ve en este documento la prueba de su éxito. “Hemos tratado todos los ámbitos que debían regularse”, explica. Cuando ocupó su puesto más de un año después de la caída de Lehman Brothers, tenía una hoja de ruta clara: aportar un nuevo contexto a las finanzas, acusada entonces por todos los dirigentes del mundo como causante de todos los males. Y se dedicó a esta tarea con gran afán. En total, se ha presentado o ya se han adoptado cerca de 30 textos. “Un tsunami normativo”, como lamenta el miembro de un lobby de la City londinense. Pocos actores han escapado a la regulación: empresas de auditoría, agencias de calificación, Bolsas, “hedge funds”, bancos… En el punto álgido de la crisis, en 2011 y 2012, cerca de un tercio de todos los textos presentados por la Comisión procedían de los servicios de Michel Barnier.
Este frenesí legislativo contrasta con el pasado reciente. Antes de la caída de Lehman, la Comisión Europea era una de las mayores defensoras de la desregulación. Algunos funcionarios aún recuerdan con terror la ira de Charlie McCreevy, predecesor de Michel Barnier, cuando se hablaba de legislar. “¡No hay necesidad de legislar sobre las finanzas, váyanse a esquiar o vuelvan a sus casas!”.

Mantenerse mucho tiempo...

Como es evidente, en 2009, cuando cambió la Comisión, ya no se podía mantener un discurso así. [[El hombre que desembarcó sobre los escombros posteriores a Lehman casi no tenía ningún conocimiento del mundo del “trading” ni de los productos derivados]]. Entonces se le ocurrió la idea de concentrar su programa en una frase que desde entonces repite casi todas las semanas en las múltiples conferencias a las que asiste por toda Europa: “Ningún actor financiero, ningún producto financiero escapará a la regulación”. No es una frase elegida al azar: antes de su nombramiento oficial a finales de 2009, Michel Barnier la escuchó en boca de Angela Merkel. Si alguien quiere mantenerse durante mucho tiempo en Bruselas, más le vale seguir los pasos de la verdadera jefa…

Simbólicamente, a principios de 2010 también decidió elegir Londres como lugar para su primera visita oficial fuera de Bruselas. Ni que decir tiene que el Gobierno británico no tenía ninguna gana de que un francés, al que se consideraba como el zorro que entraba en el gallinero, analizara y regulara su City. “The most dangerous man in Europe” (El hombre más peligroso en Europa), recogía en sus titulares por entonces el Daily Telegraph, el gran diario euroescéptico.
Siempre se ha esforzado para que Londres no se aísle ni se posicione como una minoría en las negociaciones sobre los distintos textos legislativos. Y de hecho, esto sólo se ha producido una vez en cuatro años, con la imposición de límites en los bonus de los banqueros. “No tengo ningún problema con los británicos y creo que han comprendido que no soy un ideólogo”, asegura. Sus relaciones con George Osborne, ministro de Hacienda, siguen siendo sinusoidales, como afirman varios diplomáticos. La City sigue desconfiando de este comisario por ser demasiado francés.

... y sacar partido de estas exigencias

Para los demás europeos, no tiene sentido desconfiar. Llega la hora de hacer balance y el suyo, cinco años después de Lehman Brothers, se recibe de forma más bien positiva en los medios comunitarios. En una Comisión donde abundan los dubitativos y los insulsos, él contrasta por su activismo. “En general ha logrado realizar reformas bastante ambiciosas, en un ámbito en el que las presiones son muy fuertes”, opina un buen conocedor de los misterios comunitarios. En el sector bancario se van a aplicar las normas de los Acuerdos de Basilea III, y se supone que los intercambios de productos derivados son más transparentes, por poner dos ejemplos destacados. Barnier no es autor de algunas de las novedades más espectaculares, como los límites en los bonus o la prohibición de la venta desnuda de CDS, pero ha sabido sacar partido con habilidad de estas exigencias del Parlamento.
Así es como se colorea una hoja de cálculo completa. Pero este logro también podría ser su principal fracaso. “Se ha limitado a marcar las casillas de esa hoja de cálculo. Eso no tiene nada de estratégico y ha sido incapaz de ofrecer una visión en términos de arquitectura de los servicios financieros”, opina un responsable. La principal obra de Europa en la materia, la unión bancaria, fue planteada en sus inicios por Mario Draghi o por ciertos líderes nacionales. Michel Barnier defiende con uñas y dientes su balance, que será su mejor aliado para intentar subir el último escalón que le queda.
Porque el exministro se aferra a su sueño europeo: ¿y si ocupara el lugar de José Manuel Barroso al frente de la Comisión? Su nombre se menciona con frecuencia, aunque los expertos en pronósticos consideran que tiene pocas posibilidades. Él aún se niega a hablar del asunto, pues considera que podría ser un candidato de compromiso si acaso las elecciones europeas desembocaran en un Parlamento muy dividido. “Estoy dispuesto a ir allí donde se estime que soy útil”, se limita a responder. Entonces será el momento de crear una nueva hoja de cálculo.

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