Parlamento Europeo, un déficit democrático

Los eurodiputados no cumplen todavía con su papel de representantes del pueblo en una UE que todo el mundo desea que sea más democrática. La culpa es del sistema comunitario que les priva de soberanía, pero también de su manera inadecuada de trabajar.

Publicado en 19 marzo 2012 a las 14:23

El circo itinerante se reúne en la estación Gare du Midi de Bruselas, desde donde un tren extra largo especialmente fletado para este viaje transportará velozmente a los miembros del Parlamento Europeo, sus ayudantes y otras personas (incluidos periodistas) a su sede alternativa en Estrasburgo. Esta ciudad, que ha cambiado de manos entre Francia y Alemania cinco veces en un siglo, supuestamente debe ser el símbolo de la reconciliación tras la guerra. Sin embargo, últimamente, esta caravana mensual se ha convertido en un símbolo flagrante de la capacidad de despilfarro de la Unión Europea.

Los vehículos con chófer transportan rápidamente a los eurodiputados entre su elegante complejo parlamentario y los hoteles y restaurantes de la ciudad, en los que los precios se han inflando descaradamente para la ocasión. Los eurodiputados en su mayoría detestan este trastorno. Pero no hay mucho que puedan hacer sobre este sistema con dos sedes (además de contar con funciones de apoyo en Luxemburgo) consagrado en unos tratados que sólo podrían modificarse por unanimidad. El intento de los eurodiputados de eliminar una de las 12 sesiones del año en Estrasburgo impulsó a Francia a presentar una demanda. Sencillamente, el Parlamento Europeo no es soberano.

Estrasburgo, desprecio por partida doble

Así pues, la reunión en Estrasburgo genera desprecio por partida doble. En primer lugar, los costes adicionales de celebrar sesiones en Estrasburgo, que se calcula que ascienden a unos 180 millones de euros (235 millones de dólares) al año, son escandalosos en estos tiempos de austeridad. Y en segundo lugar, el Parlamento es irrelevante en lo que respecta a solucionar asuntos. Esto ayuda a explicar una paradoja: a medida que el Parlamento adquiere más poder, cada vez menos ciudadanos acuden a votar a sus representantes.

Los Parlamentos nacionales se encargan de la mayoría de las cuestiones que les importan a los votantes, como la sanidad, la educación y la creación de políticas. La UE trata sobre todo misteriosas cuestiones normativas. Pero esto es sólo uno de los motivos por los que los votantes no logran ver de qué modo influye su elección de los eurodiputados. La legislación la propone la Comisión Europea, el funcionariado de la UE (dirigido por un colegio designado). Posteriormente, las leyes las tienen que aprobar el Consejo de Ministros (en el que los Gobiernos cierran acuerdos a puertas cerradas) y el Parlamento Europeo (donde las alianzas cambian en función de la cuestión tratada). Las diferencias se tienen que resolver regateando entre los tres organismos.

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El sistema aporta un gran número de controles y contrapesos. Pero los votantes no pueden echar a los holgazanes.

Bruselas supervisa los "desequilibrios"

Este problema crónico de legitimidad democrática se ha agudizado con la crisis del euro. Bruselas ha adquirido nuevos poderes para supervisar los presupuestos nacionales y otros posibles “desequilibrios”. Se han impuesto medidas de austeridad y reformas a países a los que se han salvado del hundimiento, como Irlanda, Portugal y, sobre todo, Grecia. Pero el “gobierno económico” también se ha dejado sentir en otros lugares. El exprimer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, fue sustituido por el tecnócrata Mario Monti. A los pocos días de asumir el cargo, al nuevo primer ministro socialista de Bélgica, Elio Di Rupo, le dijeron que recortara el presupuesto o de lo contrario se enfrentaría a sanciones. A Hungría le acaban de anunciar que perderá 495 millones de euros de ayudas el año que viene si no logra controlar su déficit.

“Los Gobiernos ahora empiezan a comprender cuánto poder han cedido a la UE”, afirma un eurócrata. Pero ¿quién debe controlar ese poder? El Parlamento Europeo es un organismo imperfecto en un sistema imperfecto. ¿Puede compensar la pérdida de soberanía nacional?

Algunos sí lo creen. El mes pasado, Monti acudió a Estrasburgo para elogiar al Parlamento por su riguroso examen de la Comisión (de la que fue miembro anteriormente). En un artículo escrito con una eurodiputada francesa, Sylvie Goulard, hizo recaer la mayor parte de la culpa de la crisis en las democracias nacionales. Angela Merkel, la canciller alemana, habla de una futura “unión política” con un Parlamento sólido, así como de un presidente de la Comisión elegido directamente.

Dilema intergubernamental y federal

Para otros, el Parlamento no es la solución, sino más bien parte de problema. Jack Straw, exministro británico de Exteriores, hace poco defendió su abolición. El “déficit democrático”, decía, se subsanaría mejor con una asamblea de diputados nacionales, en lugar de un organismo elegido directamente. El Tribunal Constitucional de Alemania dictaminó en 2009 que el Parlamento no contaba con los credenciales para que el Bundestag cediera el control del presupuesto, entre otras cosas. Así pues, los eurodiputados pueden influir en el modo en el que se gasta el dinero de la UE, pero no en cómo se recauda.

El Consejo de Ministros ve al Parlamento como un adolescente malhumorado: los eurodiputados creen que comprenden los intereses de Europa mejor que los ministros; se vanaglorian y se comparan con el Congreso estadounidense sin tener sus medios; presionan constantemente para obtener más poder y más dinero; y siempre quieren más Europa, independientemente de lo que piensen los votantes. Las autoridades de la Comisión también expresan su exasperación (en privado). Aunque a veces es su aliado, afirman que el Parlamento Europeo tiene el poder de desestimar lo acordado en la Comisión, pero que no asume las consecuencias de sus acciones.

No existe una solución perfecta al problema de la democracia en un sistema que es en parte intergubernamental y en parte federal. Es complicado alegar que Bruselas necesita menos democracia directa cuando está adquiriendo más poderes. Los problemas de la UE ahora son demasiado complicados para que los gestione un personal a tiempo parcial. Observemos al vecino del Parlamento Europeo en Estrasburgo, el Consejo de Europa (un organismo más antiguo separado de la UE): cuenta con una asamblea de diputados nacionales que se reúne dos veces al año, pero su trabajo es tan oscuro que los conservadores de Gran Bretaña pueden ser aliados del partido Rusia Unida de Vladimir Putin.

La legitimidad requiere reformas tanto a nivel nacional como europeo. Los 754 diputados del Parlamento Europeo deben reducirse drásticamente, al igual que sus altos costes. Su funcionamiento implica demasiados acuerdos poco transparentes entre alianzas de los grandes partidos de Europa. Dicho esto, los países seguirán siendo fundamentales para la UE, independientemente de hasta qué punto se integre. Los Estados conceden poderes y fondos a la UE. Las leyes de la UE se promulgan a través de los Gobiernos. Sobre todo, la política es fundamentalmente nacional. Por ello, los Parlamentos nacionales tienen que implicarse más en la función de la UE, empezando por un examen más exhaustivo de sus políticas. El sistema danés, en el que el Folketing (Parlamento) acuerda las resoluciones que deben negociar los ministros antes de marcharse a Bruselas, es un buen ejemplo. Con todos sus defectos, el Parlamento Europeo seguirá existiendo. Así pues, todos a bordo del próximo tren a Estrasburgo.

Opinión

Un lobby pro-europeo

El 15 de marzo, el Parlamento europeo aprobró una resolución "que urgía" al primer ministro holandés, el conservador Mark Rutte, a "tomar distanciar" de un sitio web que tenía como objetivo a los trabajadores inmigrantes y había sido creado por el partido de extrema derecha de Geert Wilders, Partido por la Libertad (PVV). Los eurodiputados consideran que el sitio "va contra los valores fundamentales europeos". Según recoge el diario holandés De Volksrant, Martin Sommer señala que a Rutte

... lo sermoneaba una amplia coalición compuesta desde comunistas a conservadores. Pero no debe creerse que esta fuerte alianza surgía únicamente por la página del PVV. Sino que esto es lo que sucede cada mes.

Sommer lamenta que el Parlamento Europeo no se base en las reglas democráticas al uso,

... no hay ni Gobierno ni oposición. Se trata únicamente del Parlamento Europeo que habla por sí mismo al mundo [...] En ausencia de dicha pugna democrática para obtener una mayoría normal, su objetivo es conseguir una mayoría óptima, con la intención de preservar la idea de que el Parlamento Europeo defiende los intereses de Europa, salvo algunos pocos tristes euroescépticos.

El Parlamento Europeo, concluye Martin Sommer, opera como un "lobby bien remunerado para apoyar la idea de Europa".

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