No pasa un día sin que se oiga hablar de piratas somalíes, secuestros de barcos, capturas de rehenes y rescates. Aún así, un pequeño anuncio despertó nuestra curiosidad la semana pasada: los soldados franceses apostados a lo largo de las costas somalíes también asisten a barcos pesqueros franceses. Los militares protegen a una docena de barcos que practican la pesca del atún para que no caigan en manos de piratas. Pero ¿qué es lo que buscan los pescadores franceses en estas costas?
La respuesta es la siguiente: las flotas pesqueras que reciben subvenciones en muchos países no se han reducido en las mismas proporciones que las capturas, por lo que las capacidades de pesca son demasiado elevadas. Así, las flotas pesqueras ultramodernas llegadas de Europa, Rusia, China, Japón y de otros países pescan en todos los océanos hasta agotar las reservas, incluso en aguas africanas, sin preocuparse de los pescadores locales. Varios países, entre los que se encuentran algunos Estados miembros, compran a muchos países pobres de África los derechos de pesca en sus costas en una zona que se extiende hasta las 200 millas. A continuación, la UE vende las licencias a sus pescadores a precios reducidos. A lo que hay que añadir toda una armada de barcos pesqueros ilegales que no enarbolan pabellón europeo.
Pero tras el pago de los derechos de licencia la población local apenas ve ese dinero, que a menudo va a parar a los bolsillos de las élites corruptas; como en Somalia, donde buena parte ha sido cobrada directamente por los señores de la guerra. Un arrastrero moderno pesca en un día lo mismo que una pequeña embarcación local en diez años. Por eso, con frecuencia, las redes de los pescadores locales vuelven vacías. Según la organización ecologista Germanwatch, la política de la UE se resume del siguiente modo: "Lo que se hace es subvencionar la agravación de la pobreza en lugar de luchar contra ella: ésta es la triste consecuencia de una política pesquera fallida".
Los pescadores que ya prácticamente no ganan dinero equipan muchos de sus barcos y se los alquilan a traficantes, quienes transportan refugiados de África occidental a las Islas Canarias. En Somalia, el saqueo de las zonas de pesca incluso habría desempeñado un papel en el surgimiento de la piratería: tras el desmoronamiento del Estado somalí, centenares de arrastreros ilegales saquearon inmediatamente las reservas de atún, tiburones y gambas. Desde el principio los pescadores en paro les obligaron a pagar una suma como contrapartida, encontrando así una nueva fuente de ingresos. Este modelo económico eficaz también se ha aplicado a los navíos mercantes. Ahora a los europeos sólo les queda luchar contra los piratas utilizando la fuerza militar. Al mismo tiempo deberían ir pensando de qué manera podrán poner fin a su propia forma de piratería.