Análisis Sociedad civil y extrema derecha | Hungría

El populismo se fusiona con la extrema derecha: bienvenidos a la política húngara

La sociedad civil húngara desempeña un papel crucial a la hora de contrarrestar la retórica radical. Sin embargo, las tendencias populistas desdibujan las fronteras entre la principal corriente política que cada vez se inclina más hacia la extrema derecha y las ideologías del ala derecha radical.

Publicado en 21 mayo 2024 a las 21:37

Fidesz, el partido gobernante de Viktor Orbán después de haber sido expulsado del Partido Popular Europeo en marzo de 2021, ha dudado entre incorporarse al Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos de orientación populista-radical o hacerlo con el Grupo Identidad y Democracia de extrema derecha y populista.

En Hungría, más allá incluso de la derecha de Fidesz, no solo hay un partido radical de derechas, sino que hay dos partidos de “auténtica” derecha radical con escaso apoyo público. Son el partido Jobbik (1 % de intención de voto según la última encuesta de Republikon) y su retoño, el movimiento Mi Hazank (6 %). Hay que observar, no obstante, que los encuestadores han dado entrada a una nueva era con la aparición meteórica de Péter Magyar en el nebuloso horizonte político de Hungría.

Este empresario, otrora miembro del Fidesz y exmarido de la exministra de Justicia Judit Varga, prometió que iba a presentarse a las elecciones del 9 de junio. Magyar anunció la presentación de su partido a mediados de abril, cuando el período de nominación para las elecciones europeas y locales había concluido, ocupando el puesto de otro candidato que ya se había preinscrito. Magyar también anunció su lista de candidatos a eurodiputados mediante un procedimiento acelerado.

A pesar de toda esta actividad de última hora, las encuestas del Republikon Institute otorgan a Magyar el 15 % de apoyo si decide seguir adelante en las elecciones. Esto último tendría, indudablemente, un efecto importante en las probabilidades de que los partidos radicales de derechas ganen o pierdan escaños en las elecciones europeas.

“De todos modos, nada cambiará”

Sin embargo, la política húngara es una de las más cargadas y radicalizadas de Europa. Las recientes manifestaciones sólo tienen vínculos limitados con movimientos o partidos de derecha radical. Más bien, deberían verse como una respuesta de la sociedad civil a la desilusión general y la fatiga política provocadas por la sensación de que “de todos modos, nada cambiará”.

En primer lugar está la oleada de protestas organizadas esta primavera por influencers en redes sociales. Participaron en ellas multitud de manifestantes sin una clara preferencia de partido, los cuales tomaron las calles de Budapest para protestar contra el tratamiento del denominado “escándalo pedófilo”. El que provocó la dimisión de la presidenta del país, Katalin Novak, y de la susodicha ministra de Justicia.

La protesta de los influencers se centró en un solo acto del gobierno, que no era intrínsecamente radical ni de extrema derecha, sino que se consideró un paso político en falso, orientado a reformar el sistema de protección de la infancia. Las siguientes manifestaciones fueron organizadas por Péter Magyar. Aunque Magyar procede del ala derecha del espectro político, no hay elementos extremistas en su programa, hasta ahora.


“A pesar de haber pagado los cristales rotos de la extrema derecha en numerosos problemas, la sociedad civil sigue siendo más popular que los tradicionales partidos de la oposición” – Zsolt Nagy, analista político


Ambos fenómenos tenían como objetivo unir a toda la sociedad y no buscaban alinearse con ningún partido o ideología de extrema derecha. Magyar todavía tiene que presentar un partido o un programa político, pero hasta el momento no parece oponerse a la postura del Fidesz sobre la migración, por ejemplo. Utiliza intencionadamente temas y mensajes que parecen unir a los votantes. No parece aceptar políticas progresistas que pudieran ofrecer alternativas reales a las soluciones aplicadas hasta ahora por los gobiernos húngaros.

Unos mensajes radicales que no resuenan lo suficiente

Al preguntarle acerca del papel de la sociedad civil para contrarrestar las retóricas y actuaciones radicales en la política húngara, Zsolt Nagy, analista político de la agrupación de expertos Democratic Society afincada en Bruselas, dijo esto a Voxeurop: “A pesar de haber pagado los cristales rotos de la extrema derecha en numerosos problemas, la sociedad civil sigue siendo más popular que los tradicionales partidos de la oposición. Esta popularidad le ha permitido contrarrestar eficazmente los relatos y actuaciones radicales a que se ha enfrentado a lo largo de la pasada década. La cooperación entre estos actores ha sido evidente, con campañas conjuntas y apoyo mutuo para las iniciativas de cada uno de ellos. Por ejemplo, organizaron marchas por los derechos de Roma a principios de la década de 2010 y protestaron contra un festival neofascista en 2023. Una actuación particularmente efectiva fue el enfoque de votación alternativa durante el referéndum de 2022. Los actores de la sociedad civil reclamaron un boicot y animaron a los votantes a que se abstuvieran de las opciones tanto del “sí” como del “no” como respuesta a un referéndum que proponía restricciones a las minorías sexuales en nombre de las protección a la infancia”.

Otro aspecto importante es su activismo legal; Nagy añade que les preocupa el daño que se está infligiendo a los refugiados, especialmente a los musulmanes que intentan entrar en el país atravesando la frontera meridional. Organizaciones tales como la Unión Húngara para las Libertades Cívicas y Ayuda a la Migración han presentado numerosas demandas en defensa de los derechos humanos contra grupos neofascistas, administraciones locales radicales e incluso contra el propio Estado húngaro.

En la búsqueda de las raíces de la desesperanza de la sociedad húngara en años recientes, un hallazgo interesante ha salido a la luz como fruto de un estudio conjunto de la agrupación húngara de expertos Capital Político y la Fundación Friedrich Ebert. Sus autores sostienen que la razón de que la extrema derecha en Hungría no haya sido capaz de expandir más aun su base de apoyo entre los votantes estriba en que las fronteras entre los mensajes políticos populistas y de extrema derecha se están desdibujando cada vez más.

En la práctica esto significa que los partidos tradicionales de derechas adoptan y legitiman los puntos de vista de la extrema derecha, contribuyendo de este modo a la radicalización de la principal corriente política, y que los partidos de extrema derecha de línea dura están moderando su retórica a fin de atraer a un electorado más amplio. En el caso de Hungría, el chiste tipo meme del público es más o menos así: los medios húngaros progubernamentales y sus afiliados a veces presentan una “realidad mixta” tal que es difícil distinguir si se trata del último chiste del Partido Húngaro del Perro de Dos Colas o el verdadero mensaje político de los geniales cerebros del Fidesz.

Nagy se apresura a señalar que “la sociedad civil húngara se opone generalmente a las ideologías radicales de derechas y alza su voz contra ellas siempre que es posible. Estas ideologías a menudo apuntan a minorías sexuales y raciales, se oponen a la vacunación y cuestionan los vínculos con alianzas occidentales como la UE o la OTAN”, mensajes que normalmente no resuenan entre los votantes húngaros.

“El programa de Mi Hazank se adhiere a estos elementos, incitando a una amplia gama de miembros de la sociedad civil, desde defensores de los derechos humanos hasta organizaciones sanitarias no gubernamentales, a unirse contra las voces populistas. Sin embargo, sus esfuerzos se ven cada vez más cuestionados por la implementación de propuestas radicales por parte del gobierno de Fidesz-KDNP”, explica Nagy.

La principal corriente política se hace bidireccional

En un sentido más amplio, los politólogos advierten de que los peligros del populismo, al que se refieren como “una corriente política bidireccional”, dan a entender que la radicalización de la principal corriente política y la aceptación de elementos de la extrema derecha como principal corriente política pueden ser aceptadas cada vez más. Esto podría desestabilizar el sistema político y aumentar las divisiones sociales al tiempo que alentarán la desconfianza en las instituciones democráticas.

Un interesante indicador del cambio social en Hungría lo brinda el Índice de Demanda de Extremismo de Derechas (DEREX, por su acrónimo más usual), basado en la base de datos Encuesta Social Europea. Y aunque su base de datos solamente se ha actualizado hasta 2017 –un incremento en la demanda social ha desempeñado un papel significativo en el fortalecimiento de los movimientos institucionalizados de la extrema derecha durante los quince años últimos en Hungría– el índice se ha nutrido de datos.

En términos generales, las estadísticas muestran que los húngaros ocupan el primer puesto entre las naciones europeas en materia de prejuicios y chovinismo social y que están entre los primeros en cuanto a miedo, desconfianza y pesimismo. Los datos subrayan que entre 2002 y 2010 se produjo un incremento extremo de estos indicativos entre las personas jóvenes mayores de 15 años, y que el país todavía está en el pelotón de cabeza de las naciones europeas que sufren estos prejuicios.

Con el apoyo Heinrich Böll Stiftung European Union

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