Después de 60 años de desencuentro, la República Checa y el Principado de Liechtenstein han reestablecido relaciones diplomáticas, primer paso para la resolución de una disputa territorial que se remonta a antes de la guerra y que incluyó la confiscación de bienes pertenecientes a la familia real del Principado. “Liechtenstein fue el único país del mundo en negarse a reconocer a la República Checa”,recuerda Mladá Fronta DNES, que explica que la familia del príncipe Hans-Adam II poseía más de 1.600 km2 de tierras en la República Checa, (diez veces la superficie del Principado), incluyendo 13 castillos, de los cuales dos están registrados como patrimonio mundial por la UNESCO. Estos bienes, explica el periódico praguense, fueron nacionalizados por Checoslovaquia en 1945 por medio de los decretos de Benes correspondientes a la expropiación y expulsión de los alemanes de los Sudetes.
En un memorándum común, los representantes de ambos países se avienen a “ceder el asunto del pasado a una comisión de historiadores", añade el periódico. Sin embargo, no será este hecho que lo que impida a Vaduz continuar la batalla legal por la recuperación de los bienes nacionalizados por Praga. El reconocimiento mutuo entre los dos países reviste, además, un interés práctico, agrega MF DNES, ya que "es necesario para la firma del tratado sobre la doble imposición sobre la cual se encuentran trabajando".