A todos nos gustaría una bola de cristal para mostrarnos lo que va a pasar con el país en los próximos meses. Algunos predicen que la izquierda va a disfrutar por fin de una victoria después de 70 años en la oposición, otros ven a los izquierdistas ocupando el poder que durante sólo un corto período de tiempo, mientras que otros incluso esperan que las elecciones del 25 de enero traigan un gran cambio en el status quo. La predicción de lo que sucederá en Grecia se ha hecho cada vez más difícil desde el inicio de la crisis y ningún encuestador o analista puede afirmar con seguridad lo que traerá el futuro.
Sin embargo, tuviera que hacer una predicción, yo diría que en algún momento de 2015, Grecia se regirá por una amplia coalición encargada de salvar a la nación. No sé cómo llegaremos a ello y no me importa qué partido o político conducirá a ese gobierno. El hecho es que es casi seguro, independientemente del resultado electoral del próximo mes, que en algún momento alrededor de marzo Grecia se encontrará con un gran problema.
Sé que esta idea va a disgustar a los fervientes partidarios de ciertos partidos políticos que creen que hay una conspiración detrás de cada intento frustrado de su líder para gobernar. Pero la tarea de gobernar Grecia ahora no sólo es complicada, sino que también está llena de riesgos. La crisis sigue carcomiendo tanto a partidos políticos como a líderes. [[El país pronto se enfrentará a algunos dilemas muy difíciles que requerirán respuestas directas y audaces]].
Grecia podría no necesitar un referéndum para decidir si debe permanecer en la zona euro o no; una crisis bancaria o algún otro acontecimiento similar nos pueden aliviar de tener que hacer esa elección de todos modos.
El país no puede aguantar mucho más drama. Sus habitantes están agotados y desesperados, y sus instituciones y los que están destinados a servir a los ciudadanos están exhaustos. Grecia tendrá que llevar a cabo nuevamente importantes negociaciones con sus acreedores, que sólo un gobierno de amplio consenso puede manejar.
Así como ser ampliamente aceptado, también tiene que ser un gobierno serio y trabajador, y cualquier intento de presentar una formación que parece mejor de lo que actúa desde luego no va a resultar útil. Necesitamos un gobierno que pueda tomar decisiones rápidas e imponerlas.
Tal y como están las cosas en este momento, esto parece imposible de lograr, dado el nivel de polarización política. Pero el pueblo, que pueden resultar sabio más allá de las expectativas y demuestra un fuerte instinto de supervivencia, pueden muy bien imponer lo que parece imposible en este momento: un consenso nacional que asegure que nadie lleva a cabo experimentos peligrosos de los que dependa el destino del país.