Entrevista Periodismo y democracia

Sylvain Bourmeau: “Uno de los mayores sesgos del periodismo es la idea de que se encontrará la verdad al confrontar dos opiniones contradictorias”

El trabajo de periodista, instrumento fundamental de la democracia, es en parte responsable de la crisis por la que están pasando nuestras sociedades. ¿Hemos faltado a nuestro deber de exponer y explicar la complejidad del mundo?

Publicado en 10 julio 2024

Sylvain Bourmeau es fundador y director del medio de información en línea AOC (“Análisis, Opinión, Crítica”), fundado en 2018. AOCpublica a diario un análisis, una opinión y una crítica cultural, firmados por personas procedentes de ámbitos universitarios, literarios e intelectuales. El medio se distingue por reflexionar sobre la información echando la vista atrás respecto a los acontecimientos actuales.

Sylvain Bourmeau

Bourmeau es igualmente productor de la emisión del programa La Suite dans les idées en la emisora radiofónica France Culture y profesor asociado en la Universidad de París 1 Panthéon-Sorbonne. Participó en el lanzamiento de la revista de ciencia política Politix, del semanario Les Inrockuptibles y del diario Mediapart. Fue subdirector editorial de Libération entre 2011 y 2014.

Antes de las últimas elecciones en Francia, que han estado marcadas por el avance de Agrupación Nacional (RN, extrema derecha), Bourmeau publicó un artículo titulado L’inconsciente irresponsabilité du journalisme politique [La inconsciente irresponsabilidad del periodismo político] en el que analiza la relación del periodismo francés con su propio oficio y los sesgos que forman parte del trabajo.

Su análisis es pertinente para la prensa y los periodistas de toda Europa, puesto que el trabajo de periodista, instrumento fundamental de la democracia, tiene responsabilidades en la crisis por la que están pasando nuestras democracias: ¿hemos faltado al deber de exponer y explicar la complejidad del mundo? Entrevista.

El periodismo político y el ascenso de la extrema derecha: ¿cómo se puede abordar una reflexión sobre esta relación?

Mi trabajo consiste en reflexionar sobre la práctica periodística en general, no solamente en el periodismo político, ni solo sobre su papel para favorecer a la extrema derecha.

Pero yo he elegido un contexto particular que es el de estas elecciones en Francia para llamar la atención sobre cosas que observo desde hace mucho y que conciernen al periodismo en general. El periodismo político me parece, muy a menudo, una forma “concentrada” del periodismo, porque tiende a caricaturizar ciertos rasgos.

La reflexión general y teórica que hago sobre el periodismo, que también es producto de mi práctica profesional, me permite proponer vías para tratar de comprender por qué los periodistas que no son simpatizantes de la extrema derecha y que no votan por la extrema derecha, contribuyen a su auge y a la visibilidad de sus ideas en el espacio público, sin darse cuenta de lo que están haciendo.

¿Piensa usted en la concentración de los medios? En Francia se piensa mucho en el imperio mediático del multimillonario Vincent Bolloré.

Hay teorías y una tradición de crítica a los medios, que insisten en el hecho de saber a quién pertenecen los medios de comunicación y que piensan que saberlo sería determinante para comprender ese tipo de cosas y para poder aportar respuestas.

Evidentemente, el hecho de que hoy en día Vincent Bolloré en Francia sea propietario de un cierto número de medios de comunicación es un problema, como en Italia lo fue el que Silvio Berlusconi fuese propietario de muchos medios, o incluso el caso de Rupert Murdoch [en el mundo anglosajón]. Pero considero que es necesario ir más lejos en nuestra reflexión.

Si para explicar este problema nos limitamos a imaginar que los propietarios de los medios ordenan a los jefes de redacción y a los periodistas lo que han de publicar, pienso que así no se puede comprender la forma en que esto funciona. Para mí, si nos centramos en el plano económico, no es el capital de los medios de comunicación lo que tenemos que cuestionar sino, sobre todo, los modelos económicos.

Los modelos económicos de los medios de comunicación se han visto muy alterados por la transformación digital y hemos visto surgir muchos medios "gratuitos" que en realidad se pagan con la publicidad. Esto dio lugar a lo que se ha denominado “la carrera por los clics”. Para generar clics, para conseguir audiencia, los medios empezaron a comportarse de cierta manera, a cubrir ciertos temas más que otros.

Habla usted de una “ideología profesional de los periodistas”. ¿Qué entiende usted por esto? 

La “ideología profesional de los periodistas” es un concepto sociológico: también se podría hablar de la “cultura profesional de los periodistas”.

Me refiero al hecho de utilizar un cierto tipo de prácticas profesionales y, además, justificarlas de tal manera que los alumnos las aprendan en las escuelas de periodismo y, una vez aprendidas, las refuercen en su experiencia profesional. Algunas de estas prácticas producen sesgos preocupantes en los conocimientos que se adquieren.

El periodismo es un modo de conocimiento de la sociedad un poco peculiar: es, por definición, global, enciclopédico. Lo que caracteriza a un periodista es su curiosidad. No hay muchos modos de conocimiento que se interesen por todo de esta manera: la filosofía, las matemáticas, el derecho, la literatura y el arte en general…


Todos los investigadores que trabajan en el campo de las migraciones están de acuerdo al apuntar el carácter mínimo de las migraciones en Europa respecto a las migraciones en el conjunto del planeta


Sin embargo, el periodismo no se suele preguntar cuál es la manera en que produce conocimientos. Es decir, que no ha hecho mucha epistemología y a veces es muy ingenuo en cuanto a su forma de producir conocimiento.

El periodismo produce por su propia práctica una serie de sesgos, afirma usted, que en el contexto específico actual tienden a beneficiar a la extrema derecha. ¿Cómo ha sucedido esto?

Sesgos hay muchos. Entre ellos está el interés del periodismo por aquello que es “nuevo”.  Es el meollo de la práctica periodística, evidentemente: las “news” [las novedades]. El problema estriba en que esta carrera por la novedad se ha visto acentuada muy particularmente por la transformación digital, dado que se puede informar en directo, hacer periodismo en tiempo real.

Y así las informaciones se persiguen unas a otras y este mecanismo destruye algo que debería ser uno de los principios sagrados del periodismo, es decir, su capacidad de ofrecer permanentemente una jerarquía de información. Hoy en día, la jerarquía de la información tiende a destruirse constantemente en aras de las transmisiones en directo, y esto tiene como efecto la desinstitucionalización de muchas cosas.

Por ejemplo, la jerarquía de “la autoridad” de la palabra, que tiende a producir una forma de relativización generalizada.

Así, se suele dar la palabra, de la misma forma, a alguien que tenga autoridad para hablar por ser representante de una universidad, una sociedad o sencillamente alguien con un título científico, y se va a poner frente a esta persona a alguien que solamente tenga su propia opinión o que sea un consultor de comunicación política. Y se va a poner a las dos personas, cara a cara, en pie de igualdad, en un plató.

El sesgo de la novedad tiende a desinstitucionalizar las cosas y pienso que esta desinstitucionalización beneficia muy en especial a la extrema derecha.

¿Ha contribuido este método a polarizar el debate y ha producido representaciones de la realidad muy opuestas que han contribuido a la idea de una sociedad fracturada?

Hace diez años –hoy en día ya no es el caso– el periodismo, para adueñarse de la cuestión climática organizaba debates entre los científicos, entre quienes defendían la realidad de la disfuncionalidad climática y quienes se mostraban escépticos en cuanto al problema climático… En aquel entonces, los periodistas tenían la sensación de hacer bien su trabajo si se mantenían “neutrales” poniendo cara a cara dos opiniones contradictorias, incluso antagónicas.

Existe la idea de que al entrechocar estas dos opiniones como si fueran dos trozos de sílex, se producirán las chispas de la verdad: lo que muchas veces aprendemos en las escuelas de periodismo, es a producir objetividad al imponer o confrontar dos opiniones, lo cual es, en realidad, una manera extraña de producir objetividad.

Uno de los mayores sesgos del periodismo es la idea de que se encontrará la verdad al confrontar dos opiniones contradictorias.

Creo que es un juego de manos retórico-geométrico que no tiene sentido si el objetivo es entender lo que tenemos delante: a veces, para entender las cosas, es necesario tener en cuenta muchos más puntos de vista. Volvemos aquí a principios elementales que han quedado asentados, normalmente, en la historia de la democracia.

¿Deberíamos fijarnos entonces en el enfoque metodológico de otras disciplinas?

La sociología, por ejemplo, sabe bien que no es así como se alcanza la objetividad: hay montones de dispositivos, encuestas, diversas y variadas, para intentar alcanzar ámbitos de objetivación, y no de objetividad. Los sociólogos son más humildes que los periodistas con relación a la objetivación de la realidad.

Por su parte, los periodistas tienen la sensación de que con dispositivos tan básicos y tan caricaturescos van a ser capaces de decir la verdad de las cosas. Esto es un sesgo que beneficia a la extrema derecha, porque es una manera de colocar en la agenda política unos temas que no deberían estar ahí.

¿Es cometido del periodismo producir la verdad? 

Yo no sé lo que es la verdad. Pienso que el trabajo del periodismo es describir el mundo, pero siendo muy consciente además de que al describirlo y sobre todo al publicar sus descripciones, se interactúa sobre ese mundo.

Es decir que a través de un bucle de retroacción, también lo hacemos existir por medio de la descripción. Y por eso lo importante es multiplicar las descripciones.


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Pienso que el periodismo debe aprender a apartarse de sus reflejos profesionales que le llevan a pensar que, aplicando recetas rudimentarias, conseguiría distinguir entre lo que es y lo que está.

Donde, en efecto, distinguir siempre aquello en lo que se está de aquello que es la realidad representa un trabajo que siempre se debe hacer, que debe ser siempre crítico, que debe ser siempre reflexivo y que debe, sobre todo, involucrar al mayor número posible de personas, dentro de un espacio público democrático.

¿Podría usted ponernos algunos ejemplos? 

Tomemos una reunión de astrofísicos, un coloquio: no se les ocurriría invitar a alguien que pensara que la Tierra es plana, porque esta idea no tiene derecho a ser citada y porque, además, solo serviría para hacer perder el tiempo a todo el mundo.

Sin embargo, los periodistas, en nombre del pluralismo, o en nombre de la democracia, dan la palabra a gentes que tienen por analogía unas ideas igual de ridículas que decir que la Tierra es plana. 

Por ejemplo, considerar que hoy en día hay un enorme problema migratorio en Europa, es casi tan necio como decir que la Tierra es plana. Todos los investigadores que trabajan en el campo de las migraciones están de acuerdo al apuntar el carácter mínimo de las migraciones en Europa respecto a las migraciones en el conjunto del planeta, y están en desacuerdo con la forma en que se presenta esta cuestión en los medios de comunicación.

Todo esto, evidentemente, beneficia a la extrema derecha.

Ha hablado usted de una especie de obsesión por la desviación, por los sucesos. ¿Puede ampliarnos la idea?

Es cosa propia del periodismo mirar solamente a las personas que traspasan los límites. Esto es lo que permite comprender que la cuestión de la inseguridad esté omnipresente en los medios de comunicación y que el más mínimo suceso se vuelva representativo de la sociedad.

Mientras que, en realidad, cuando examinamos los trabajos sociológicos, por ejemplo, nos damos cuenta de que no: contrariamente a lo que nos muestran algunos medios de comunicación, los menores que cometen actos violentos no son más numerosos ni son más jóvenes; el número de homicidios en Francia tiende a disminuir, como en todos los países... Esta forma que tienen los periodistas de centrarse siempre en las desviaciones produce una representación retorcida y sesgada de la realidad. Se nos hace ver una sociedad a la que todo le va mucho peor que la realidad de las cosas.

Y así, a fuerza de estar confrontados continuamente a representaciones que pueden provocar ansiedad porque enfatizan los problemas (cuya existencia no niego), se producen en la política evidentes efectos de estas representaciones mediáticas que benefician, una vez más, a los partidos que explotan los sucesos anómalos, que explotan la inseguridad para prosperar.

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