Tomás Sedlácek: “Hemos convertido la economía en un fetiche”

Publicado en 17 mayo 2013 a las 08:14

Se considera que Tomás Sedlácek es uno de los economistas más renombrados del momento y él cree que la economía debería humanizarse. Su bestseller mundial de no ficción es Economics of Good and Evil [Economía de lo divino y lo maligno], que recientemente se ha publicado en Francia. Presseurop se reunió con él para hacerle una entrevista.

En su libro Economics of Good and Evil, defiende que los límites de la economía, que define como una ciencia exacta basada en fórmulas matemáticas, deberían ampliarse para tener en cuenta la filosofía, la religión y las artes. ¿Qué novedad considera que aporta este concepto y a qué se refiere el título?

Tendemos a separar el razonamiento científico de aspectos como el alma. La economía se enorgullece de ser tan difícil como sea posible, y yo trato de mostrar que si separas el cuerpo de la mente ambos dejan de tener sentido. Las preguntas clásicas que nos hacemos los economistas son: ¿funciona la economía? ¿Es eficiente? Pero deberíamos plantearnos cuál es el propósito de la economía.

Y, entonces, ¿cuál es?

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La idea es que la economía se conecte con otras disciplinas. La Biblia pierde su sentido si se lee exclusivamente desde el ámbito espiritual. La economía pierde sentido si se mira únicamente desde el punto de vista técnico. Eso es lo que trato de hacer en mi libro: hablar del alma de la economía y de hacerla visible.
Si queremos que la economía sea justa, entonces la economía tiene que tener otro aspecto. Si queremos únicamente que la economía nos proporcione riqueza, ¿cómo pinta? Si dejamos que todo esto quede en las manos invisibles del mercado, entonces los mercados nos dirigirán. Es lo que yo llamo la orquesta desacompasada. Si no puedes hacer que siga el compás, será ella la que te marcará el ritmo a ti.

Así que debemos reintroducir la ética en la economía.

Se ha hablado mucho respecto a que necesitamos poner ética y humanidad en la economía. Estoy de acuerdo con eso, pero la economía tiene una ética propia: tienes que ser eficiente, racional, no ser emocional; está bien ser egoísta y las naciones puede velar por sus propios intereses. Cada sistema tiene su propia ética.
Acabo de leer una historia sobre Sodoma y Gomorra. El debate ético en ese caso era que no hay que ayudar a cualquiera. Cuenta la historia de dos chicas que le dan un pan a un mendigo hambriento. Cuando la gente se entera de que han actuado en contra de la ética de Sodoma y Gomorra, a una la queman vivan y a la otra la cuelgan de los muros de la ciudad cubierta en miel para que las abejas se la coman viva. El nazismo tenía una ética propia, el comunismo también y lo mismo ocurre con la economía. Así que si no estamos conformes con la ética de nuestro tiempo, deberíamos cambiarla.

¿Es como una religión que tiene que establecer el equilibrio entre lo material y lo espiritual en la economía?

La economía ya es en parte una especie de religión. Nos dice qué hacer, cómo pensar, quiénes somos, cómo encontrar sentido a nuestras vidas, cómo comportarnos los unos con los otros, qué principios son los que mantienen a una sociedad unida. En cierta manera, ya tiene propiedades religiosas. Si se eliminan las matemáticas de la economía, quedan únicamente principios morales.

En su obra Economics of Good and Evil, reivindica que nos hemos obsesionado con la idea del crecimiento económico. ¿Está en contra del progreso?

No estoy en contra del crecimiento o del progreso. El problema es que lo hemos convertido en un fetiche. Recurro a ejemplos cultos y populares para ilustrar que si convertimos en fetiche algo, nos destruirá. Puede ser la ética, la economía, la religión o incluso a vuestro amado. Si fetichizas el amor, puede volverte loco. Eso es a lo que yo he llamado la inversión sujeto-objeto. Creas algo que se supone que te escucha y te ayuda, pero algo sucede y se invierte la relación sujeto-objeto, y al final acabas siendo tú el que escucha y sirve a ese objeto.

En literatura existen muchos ejemplos desde Golem hasta la lámpara de Aladino y el Señor de los Anillos. Al principio, y aún lo creo, el sistema, pongamos que hablamos de la democracia de mercado, era una tierra fértil para el crecimiento. En un momento dado, se invirtió y empezó a ser una condición sine qua non de la democracia de mercado. Deberíamos estar agradecidos de que se produzca crecimiento, pero si no es así, tendremos que sobrevivir. La crisis pasa sólo cuando pensamos que como civilización sin crecimiento nos veremos abocados a la extinción. El crecimiento no ocurre en todo momento: unos años inventamos muchas cosas, otros años no inventamos nada. Unos años tenemos un alto crecimiento del PIB, otros años únicamente un crecimiento cero o negativo.

¿Hay algo positivo en la crisis de hoy en día?
[Carl] Jung dijo que nada puede cambiar sin crisis y menos la naturaleza humana. Esto no se trata de una crisis europea, sino una crisis del mundo occidental. Estados Unidos, Japón y Europa, cada uno trata de sobrellevarlo a su manera. Lo más importante es hablar de ello. Incluso la gente de pequeños pueblos perdidos en las montañas hablan sobre Europa hoy en día.
Nos reímos de Estados Unidos, de que están orgullosos de lo que han construido. En Europa no lo estamos. La crisis ha hecho que Europa se integre más rápido que nunca. Si hace diez años alguien hubiese hablado del pacto fiscal, se hubiese tomado por blasfemia. Ayudarnos los unos a los otros como hacemos hoy en día es algo que no tiene precedentes. Así que espero que Europa salga reforzada y fortalecida. En los buenos tiempos de antaño, faltaba la mitad de Europa. Veo las crisis como una oportunidad para que Europa siga avanzando.

¿Y qué pasa con los sentimientos euroescépticos sobre Europa y el euro?

Comparado con las décadas de los años veinte y treinta del siglo pasado, no representa un peligro grave.

¿Qué opina de las políticas europeas de austeridad que se han puesto en marcha desde el comienzo de la crisis?
Podemos compararla con Estados Unidos, que todavía está haciendo lo mismo, añadiendo más energía fiscal, más déficit y emitiendo dinero. Aquí en Europa, estamos tratando de aguantar el tirón. Sabemos que nos hemos convertido en déficit-adictos, y tenemos que pasar una dura desintoxicación. Si no lo hacemos, la economía nos matará.

Tenemos que ser competitivos por China y otros mercados emergentes. Sí, estamos abogando por la austeridad en el peor momento posible. El año pasado en Davos, el tema era la gran transformación, mirar hacia nuevo modelos. Uno nunca se pregunta quién es hasta que no se encuentra en problemas.

¿Cómo explica que algunos políticos alemanes rechacen pagar las deudas de los griegos o los portugueses e impongan austeridad?

El debate es si Grecia es un mercado o forma parte de la familia. Si alguien de la familia se rompe una pierda, corres a ayudarle, pero si tu panadero se la rompe, cambias y vas a otro. Sin resentimientos, no te preocupas por el panadero, lo que te interesa es comprar pan. En Estados Unidos esto no les plantea ningún problema, han hecho transferencia de estado a estado durante siglos, pero no se habla de ello mucho, porque es una federación. En Francia también se hace, las regiones más fuertes envían dinero a las más débiles. Hacemos lo mismo en República Checa. Así que toca plantear, ¿quién es nuestro vecino? ¿Sólo se aplica ese término a Francia o también a Grecia?

Sabemos que las crisis dan la oportunidad de repensar los modelos económicos. ¿Qué recomendaría para que los líderes europeos evitasen que sus países aumentasen aún más el déficit?

Hace algunas generaciones, los políticos europeos tenían una mano para influenciar la economía, para controlar la política monetaria, y la otra para influir en la política fiscal. Dicho en breve, la política monetaria es el monopolio del Gobierno para imprimir dinero, mientras que la política fiscal es el monopolio del Gobierno para emitir deuda. Ahora, la política monetaria no está en manos de los políticos y se las hemos atado a espalda.

Así que los políticos en Europa ya no pueden imprimir dinero. Pero todavía les queda una mano, con la que puede emitir tanta deuda como quieran, y tampoco hay nada que pueda frenarlos. La presión de la Unión Europea y los mercados no es suficiente. Los mercados reaccionan muy poco y demasiado tarde, y el objetivo europeo al que nos hemos comprometido como federación, que las naciones no excedan el 3% del PIB en déficits, tal y como se ha demostrado, no es lo suficientemente poderoso para reducir los déficits.

Por ese motivo Europa no tiene un problema con la inflación, por eso tratamos de solucionar todo con una sola mano, emitiendo deuda. El debate hoy es si deberíamos liberar ambas manos o si deberíamos atar la segunda. Creo que el papel del Gobierno debería ser el mínimo y los gobiernos deberían también renunciar al control sobre el nivel de déficit producido.

Si observa la situación en que se encuentra Europa, ¿qué mitos o película servirían para establecer una analogía?

El Señor de los Anillos. Elfos y enanos se odian, mientras que los hobbits se juntan y superan juntos de los momentos difíciles. Cuando todo iba bien, a nadie le interesaba Europa. Cuando empezamos a dar por sentado que teníamos paz y comercio. La idea de Unión Europea era comerciar, no hacer la guerra. La Segunda Guerra Mundial fue el resultado de convertir en fetiche la idea de un Estado nación. Podemos ver la Unión Europea como una respuesta a dicha fetichización. Lo que hemos hecho, y fue un movimiento ingenioso, fue intercambiar el crecimiento geográfico de una nación por su crecimiento económico. Pero no pensamos en el PIB de Europa: todavía pensamos en el PIB de Francia contra el de Alemania versus el de Grecia. No cabe duda de que intercambiar el crecimiento geográfico con el económico es positivo y algo bueno. Ahora que nuestras economías crecen, también podemos intercambiar dicho crecimiento por otro en otros ámbitos, como la cultura, la interacción social y otros sectores importantes.

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