Opinion, ideas, initiatives Elecciones presidenciales en Austria

Un aviso que debería ser escuchado en toda Europa

Fue un final de fotografía. A la postre, un puñado de votos en ausencia le dio la victoria al candidato independiente Alexander Van der Bellen sobre el de la extrema derecha Norbert Hofer. El país está más polarizado que nunca y el sistema de partidos establecidos que dura desde hace décadas podría haber terminado.

Publicado en 27 mayo 2016 a las 10:24

La política en Austria no está hecha para la pantalla gigante. Durante décadas, el país ha sido operado por uno de los partidos principales, y regularmente por ambos, el partido principal de centro-derecha o el de centro-izquierda. Los cargos públicos están cuidadosamente repartidos entre el partido Social Demócrata (SPÖ) y el partido Popular (ÖVP); incluso hay dos asociaciones de motoristas y dos asociaciones de senderismo de montaña. El presidente austriaco no tiene poderes directos en el día a día. Pero la posible elección de un candidato de extrema derecha ha hecho a Europa volver la mirada y prestar atención a un país que refleja muchos de los problemas políticos europeos.

Durante décadas, la política en Austria ha sido un sonambulismo de una gran coalición a la siguiente, sin alternativas reales, sin iniciativas o sin reformas significativas. Éste sistema perdió las elecciones del domingo pasado; y éste sistema de “la política de siempre” también está perdiendo terreno en otros países europeos.

“En Austria los partidos principales hicieron su mejor esfuerzo para convertir a la política en algo insípido, pero repentinamente se ha convertido en algo picante y consecuente”, The Economist escribió: “La inerte coalición austriaca está en primera línea de una lucha que otros partidos centristas de toda Europa están enfrentando.”

La segunda vuelta de la elección presidencial no vio competir a los candidatos de los partidos principales. El pueblo austriaco eligió entre el partido Libertad, de extrema derecha(FPÖ), y el partido Verde. Ideológicamente hablando, los candidatos de esta segunda vuelta, Alexander Van der Bellen y Norbert Hofer, no podían haber sido más diferentes.

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La estrecha victoria de Van der Bellen no debería ser el inicio de los suspiros de alivio. Tras el resultado oficial de este lunes, sabemos que de todas formas, la mitad del país votó por el candidato de extrema derecha. La mayoría de analistas coinciden en nombrar a la inmigración como una de las razones principales del ascenso del FPÖ, pero la reciente crisis europea de refugiados añadió leña al fuego de la creciente popularidad de la extrema derecha a través de los años, reflejando un cada vez mayor desencanto hacia con los dos partidos principales.

Austria, a diferencia de Alemania, nunca pasó por el ajuste de cuentas de después de la guerra. El país no es inmune al surgimiento de la extrema derecha o incluso de partidos neo-nazis, como lo mostró la coalición entre 2000 y 2006 entre el ÖVP y el FPÖ. Junto a los poco atractivos partidos centristas, el FPÖ bajo su carismático nuevo líder Heinz-Christian Strache, subió de un solo dígito en las encuestas hasta cerca de 30 por ciento, hasta lograr 49,7 por ciento en las elecciones del domingo.

Norbert Hofer adopta un tono suave. Sus posturas respecto a la Unión Europea y a la inmigración no son tan extremas como lo que su partido había anteriormente dicho. De todas maneras, Norbert Hofer es miembro fundador de la asociación estudiantil de extrema derecha, y es coautor del manual del partido FPÖ, documento similar al programa del partido, que incluye muchas posturas de extrema derecha.

Pero para la mitad del electorado, votar por un candidato de extrema derecha ya no es un tabú. Hofer no ha sido solo un voto simbólico emitido a sabiendas de que la habitual gran coalición ÖVP-SPÖ estaría presente. Sino que realmente, la mitad del país quería ver a un candidato ligado con los grupos nacionalistas convertirse en el presidente de Austria. Según el análisis de Der Standard, una de las razones más importantes de votar por cualquiera de los dos candidatos, era para detener al otro. Van der Bellen se aprovechó más este movimiento, pero el país sigue polarizado entre dos enfoques hacia el mundo: uno abierto y pro-europeo; y uno nacionalista, que promete cerrar las fronteras y rechazar a la UE.

Entre las dos rondas electorales, Van der Bellen se ganó los votos de los liberales, así como también los de los social-demócratas. Los votantes cristiano-democráticos se repartieron en partes iguales, según un análisis publicado por los medios de comunicación estatales. A diferencia de Francia, en Austria no hay una tradición de un “frente democrático” contra la extrema derecha. A pesar del respaldo de varios oficiales de los partidos, ningún partido tradicional apoyó de forma oficial al candidato Verde; el FPÖ podría terminar primero en las próximas elecciones generales, y ambos partidos principales podrían considerar una coalición para quedarse en el poder.

Casi desapercibido por los medios de comunicación de Europa, Austria se ha dotado de un nuevo canciller. El social-demócrata Christian Kern comenzó su mandato entre las dos rondas aplicando la política de siempre de sus predecesores. Hizo un llamamiento para terminar las políticas “hambrientas de poder y ciegas hacia el futuro”. “Los dos grandes partidos mejor deberían desaparecer – y eso, debido a las razones correctas”, señaló Kern.

Esta derrota de la extrema derecha es probablemente la última advertencia para los partidos centristas, no solo de Austria, sino de toda Europa. Austria tiene un bajo desempleo y no tiene problemas mayores. Una razón de más para tomar esta elección de forma seria.

Austria no se volvió xenófoba de un día para otro. El país no es un 50 por ciento racista. Los recientes eventos ayudaron a propulsar a la extrema derecha a estas cifras récord; pero la crisis de refugiados no debería servir de excusa para continuar el rumbo. En su primer discurso, Van der Bellen llamó a la unidad, al diálogo y a la razón: “Muchos en este país aparentemente sienten que no son escuchados o vistos. Necesitaremos una nueva forma de hacer política, una a la que no le importe mucho sí misma, sino que le importen los verdaderos miedos”, dijo.

El mensaje de que los votantes están cada vez más hartos con los partidos tradicionales, haciéndolos que puedan caer en discursos populistas, extremistas, simplistas y xenófobos, tiene que ser escuchado en Austria, y en toda Europa. Y rápido.

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