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Vaclav Klaus en una rueda de prensa en el castillo de Praga en diciembre de 2012.

Vaclav Klaus: adiós al alborotador de Europa

El fin del mandato del presidente checo, el 7 de marzo, marca la salida de la escena europea de un personaje polémico y un destacado euroescéptico. Pero detrás de sus provocaciones, ocultaba una verdadera carencia de visión política.

Publicado en 7 marzo 2013 a las 15:51
Vaclav Klaus en una rueda de prensa en el castillo de Praga en diciembre de 2012.

En muchos sentidos, un país de Europa Central de tamaño medio difícilmente podría haber tenido un presidente mejor: un político experimentado, enérgico y erudito, de talla internacional, capaz de enfrentarse a las grandes cuestiones europeas y tratar los problemas domésticos que planteaban los díscolos políticos y los Gobiernos de coalición que se desmoronaban.

Un presidente con la dureza suficiente para recordar periódicamente a sus ciudadanos que no estaban viviendo en un Estado mafioso y empobrecido, sino en una democracia europea bastante bien administrada, razonablemente próspera, aunque inevitablemente tuviera fallos.

Así ha sido la presidencia de Vaclav Klaus de los últimos diez años.

Pero también ha sido un jefe de Estado extremadamente polémico, cuyas opiniones en muchas ocasiones han chocado con las de la mayoría de los políticos o ciudadanos afines a él. Provocativo e incapaz de pasar desapercibido, Klaus ha sido querido (y sobre todo) odiado tanto en su país como en el extranjero y es, como lo define con acierto el biógrafo checo Lubomir Kopecek, un fenómeno político.

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Pero ¿qué efectos duraderos tendrá realmente su mandato de estos diez años?

Definiendo una presidencia

Si bien los días de Klaus como líder del ODS [el mayor partido conservador liberal, fundado por Vaclav Klaus en 1991] y como primer ministro [1992-1997] se caracterizaron en gran parte por la transformación económica, su presidencia se ha definido por la integración europea y el lugar de los checos dentro de Europa.

Klaus ha sido un gran crítico de la UE desde principios de los años noventa y su preocupación sobre el carácter del Estado checo se remonta al mismo periodo. Su tendencia hacia una visión más tradicional de los intereses nacionales checos, definidos en contra de los de Alemania y del mundo de habla alemana, también se remonta a antes de su presidencia, aproximadamente al periodo del Acuerdo de Oposición.

Pero como presidente, sus opiniones expresadas públicamente sobre la integración europea se radicalizaron en gran medida. La UE ya no era un conjunto de instituciones que ponían freno al Estado checo y a la libertad individual, sino que se consideraba una amenaza ideológica casi existencial. El ‘europeísmo’ se volvió la parte más visible de una hidra de múltiples cabezas que defendía la 'post-democracia', se preocupaba por el calentamiento global, el ‘homosexualismo’, la defensa de los derechos humanos y otras pesadillas de Klaus. La integración ya no tenía que corregirse y frenarse, sino que tenía que dar marcha atrás para crear una Europa de Estados naciones y mercados libres.

Presión sobre la eurozona

Esta radicalización en parte reflejaba la mayor libertad política que ofrecía la presidencia. Rodeado por un grupo de elegidos, el presidente ya no estaba abrumado por la necesidad de transigir con los compañeros del partido y la coalición. También mostró el contexto cambiante en Europa: la presidencia de Klaus coincidió con la Constitución de la UE y su sucesor, el Tratado de Lisboa, que resultó ser un tema central para él.
El desencadenamiento de la crisis de la eurozona, con lo que el escepticismo de Klaus sobre el euro resultó estar fundamentado, sólo sirvió para definir a Klaus con respecto a los problemas de la UE.

Sin embargo, al mismo tiempo, el euroescepticismo de Klaus siguió siendo abstracto: sabíamos qué era lo que temía, y sin duda a qué se oponía, pero muy poco sobre los pasos prácticos que quería dar. Mientras que otros euroescépticos, tanto en República Checa como en otros lugares, exponían opciones que iban desde una integración flexible y una Europa a la carta a la retirada total de la UE, los largos escritos y discursos de Klaus no desvelaban ningún programa específico ni estrategias sobre las cuestiones europeas que le preocupaban.

Además, en términos políticos prácticos, las dos presidencias de Klaus fueron una sucesión de derrotas y retrocesos.

Ideología de alcance limitado

A pesar de dejar el ODS en 2009 y de decir que la República Checa necesitaba un nuevo partido conservador euroescéptico, no logró encontrarlo, ni siquiera respaldar a ninguno. En lugar de ello, se limitó a asumir una presencia desestabilizadora y entre bastidores en la política interna del ODS y a ganar influencia política sobre los Gobiernos de Topolanek y Necas cuado se disolvieron sus mayorías parlamentarias.

Pero las derrotas de Klaus ocultan una verdad más profunda. El tipo de nacionalismo conservador euroescéptico desarrollado por Klaus al final de su carrera política, si bien atraía a algunas personas, al final contaba con un apoyo limitado en la sociedad checa. Es lo que sucedió en 2002, cuando el fracaso de la campaña electoral basada en los 'intereses nacionales', hizo que Klaus se centrara en la presidencia. Y también es lo que ocurrió en 2013, cuando, según las encuestas, la mayoría de partidarios del ODS respaldaron a Karel Schwarzenberg, a pesar de que Klaus lo rechazara por no ser un auténtico checo. Si el euroescepticismo y el nacionalismo lograron atraer a algunos votantes, sin duda fue a los de la izquierda cercana al KSCM.

Klaus elogió la victoria de Milos Zeman citando irónicamente las palabras de Vaclav Havel sobre la verdad y el amor, que triunfan sobre las mentiras y el odio. Pero lo más irónico quizás es que, a pesar de las grandes diferencias en sus personalidades y en sus creencias políticas, la presidencia de Klaus reveló muchos de los mismos fracasos y limitaciones que la de Havel: un jefe de Estado absorto en una visión política grandiosa y atrapado por la debilidad constitucional de su cargo, el escaso apoyo público y político a sus ideas y la limitada influencia de su país en el contexto internacional.

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