Un mes después del Brexit, el acceso a las vacunas contra la COVID-19 se ha convertido en el centro de las intensas tensiones entre la UE y Londres. Mientras tanto, las campañas de vacunación de numerosos países europeos se ven afectadas por la escasez de vacunas. Bruselas acusa a AstraZeneca, el productor de la vacuna diseñada por la Universidad de Oxford, de no haber cumplido con el contrato: el gigante farmacéutico anglo-sueco anunció, el 22 de enero, que la cantidad de vacunas que se repartirá a los Estados miembros de la UE será bastante inferior a lo que se esperaba conseguir para el primer trimestre de 2021, mientras que el pedido del Reino Unido será respetado.
AstraZeneca afirma que a lo que se comprometió fue a hacer los esfuerzos «más razonables y posibles» («best reasonable efforts»), pero la Comisión no está de acuerdo. El 29 de enero, Bruselas decidió imponer controles a las exportaciones de vacunas a países externos a la Unión Europea, ante las sospechas de que el laboratorio está entregando vacunas fabricadas en el continente a Reino Unido. Esto provocaría la suspensión del Protocolo sobre Irlanda e Irlanda del Norte, lo que formaba parte del acuerdo del Brexit al que se llegó unas semanas antes. Ante las protestas de Londres y Dublín, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, tuvo que dar marcha atrás. Por otro lado, AstraZeneca prometió entregar 40 millones de dosis a la UE en el primer trimestre del 2021.