Vuelven los egoísmos nacionales

Publicado en 28 abril 2011 a las 14:01

La crisis que ha estallado en el seno de la UE tras el desembarco en Italia de miles de inmigrantes procedentes del Norte de África revela la importancia de la voluntad de los Estados miembros de retomar las riendas sobre las cuestiones que consideran cruciales electoralmente. Según la prensa europea, esto sucede en detrimento de la propia Unión.

"Los Estados miembros cometieron el error de considerar a los inmigrantes que llegaron a la isla [italiana] de Lampedusa un asunto interno estrictamente italiano. Y la reacción de Italia de permitir que circulasen hacia otras partes de Europa, principalmente hacia Francia, ha servido para echar leña al fuego",

recoge el NRC Handelsblad, en relación a la ausencia de la alardeada solidaridad de los Veintisiete en el asunto de los inmigrantes procedentes del Norte de África. Según el diario holandés, "las medidas son populistas pues los controles más estrictos de las fronteras no son mas que simbólicos". Resultaría más eficaz "reconocer en las palabras y en los actos la responsabilidad común de las fronteras exteriores de Europa y poner en práctica una política común de asilo e inmigración. Esto sería mucho mejor que retroceder 26 años en el tiempo", antes de la convención de Schengen.

En una entrevista publicada en el NRC, el investigador del Centre for European Reform [Centro para la Reforma Europea] Hugo Brandy explica que

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"la crisis sobre Schengen es comparable a la de la moneda única", puesto que "los acuerdos de Schengen y el euro se apoyaban ambos en una confianza común. Ahora que ciertos países han traicionado dicha confianza, se recurre a las sanciones. En ambos casos, se puede plantear si la crisis supone dar un paso atrás o, por el contrario, si acelera la integración”.

Precisamente,Le Monde defiende el acervo de Schengen, en un momento en el que se pone en tela de juicio por la crisis provocada por el flujo migratorio "no de 'proporciones bíblicas', como se ha dicho en París, pero sí de relevancia":

"concluida en los años 80, esencialmente destinada a los movimientos migratorios de europeos, la convención Schengen es, junto con el euro, una de las realizaciones más bellas de Europa: una moneda común y más fronteras, ¡qué símbolos! Pero es necesario adaptar Schengen a los flujos migratorios de cada época. Es decir, hay que ayudar a los Estados - Italia, Grecia, España - en las fronteras exteriores de la UE que están encargados de regular la inmigración. Y sin duda se requiere también que la UE disponga de una estrategia de inversión, de ayuda y de crédito a largo plazo destinada a sus vecinos del Sur, para que la "primavera árabe" no se traduzca en un aumento de migraciones. Todo esto tiene un coste. Es la clave del problema en una UE en que la idea de la solidaridad presupuestaria reforzada es más tabú que nunca. Una carta franco-italiana dirigida a Bruselas no bastará".

En La Stampa, el historiador Gian Enrico Rusconi señala que la actual "crisis mediterráneo-libia" marca el final oficial de "la triangulación Italia-Francia-Alemania, que ha condicionado gran parte de la historia europea":

"Alemania todavía está replegada sobre sí misma. Francia gestiona su juego con una desenvoltura soberana. La Comisión Europea se muestra como un ejecutivo con poca seguridad en sí mismo, es decir, impotente. Italia que se siente ligeramente víctima, al final, se alinea del lado de los más fuertes, aunque en el fondo está a la deriva".

Evocando esta "visión a largo plazo " y la "determinación" de los dirigentes alemanes, franceses e italianos de la posguerra, en los orígenes de una "dinámica entre las tres naciones que destruyeron la antigua Europa y levantaron la nueva", Rusconi afirma que "este ciclo se ha cerrado definitivamente, al menos, se ha alterado irremediablemente".

"Las tres naciones se mantiene unidas — junto a otra veintena de países — por vínculos institucionales muy importantes e, incluso, irreversibles. No obstante, no son eficaces a la hora de afrontar los problemas decisivos como la utilización de la fuerza militar, el control de las fronteras o las esferas de influencia. De hecho, sobre estos asuntos, parece que la vieja soberanía nacional recupera terreno. Reaparecen las diferencias o los intereses nacionales que con gran pompa se había manifestado que estaban superados".

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