“Los europeos son demasiado diferentes para entenderse”. La compartamos o no, la consideremos pesimista, realista, desalentadora o esclarecedora, esta frase, evidentemente, no deja indiferente. De hecho, es el título que le pusimos a uno de los artículos más compartidos este verano. El periodista sueco Richard Swartz compara en él a Europa con “un panal de miel extremadamente frágil, compuesto por particularismos culturales, históricos y mentales”. Una bonita metáfora para recordar, como la del escritor alemán Martin Walser, recogida en un texto que también hemos publicado, para quien la “Europa ‘buena’ es una comunidad de aprendizaje basada en el voluntariado y en la autodeterminación”. Es decir, que a pesar de sus diferencias culturales, sociales y, sobre todo, de las opiniones sobre el futuro de la UE, el intercambio y el debate siguen siendo los garantes de la vida común de los 500 millones de ciudadanos de la Unión.
De Hungría a Rumanía, pasando por Grecia y los países en los que los partidos populistas y extremistas ganan terreno en las urnas, la prensa europea sostiene la teoría del debilitamiento de la democracia en Europa. A menos que se trate de hastío por parte de los pueblos afectados por la crisis y de un desencanto hacia la política tal y como se lleva a cabo en cada nación y “en Bruselas”.
La búsqueda de la solución a la crisis con varias caras de Europa no podrá realizarse entre los secretos de las cancillerías y en las salas de reuniones. Todos los europeos tienen que conocerla, comprenderla y debatirla. Se trata de una responsabilidad que recae sobre los políticos y sobre los medios de comunicación. Por eso, Presseurop os ofrece cada día lo mejor de lo que la prensa europea cuenta, descifra o analiza.
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