Estas últimas semanas, los bombardeos alrededor de la central nuclear de Zaporiyia, un emplazamiento altamente estratégico ocupado por las fuerzas rusas desde el mes de marzo, han provocado, una vez más, temor a un grave desastre nuclear. Si bien no se ha constatado ninguna fuga de material radioactivo hasta el momento, desde el 23 de agosto, las autoridades locales proporcionaron aun así pastillas de yodo a más de 4 000 habitantes de la región por cuestiones de seguridad. Por su parte, los gobiernos ruso y ucraniano se echan la culpa mutuamente; el primero acusa a Ucrania de bombardear la instalación, mientras que el segundo estima que el ejército ruso utiliza voluntariamente su central como base de retaguardia para lanzar sus operaciones.
El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) debía realizar en estos días una inspección de las instalaciones con el fin de determinar los daños sufridos y los problemas de seguridad del lugar, una de las cuatro instalaciones de este tipo en Ucrania y la central atómica más grande de Europa. Ambas partes beligerantes celebraron la decisión de la OIEA.
Desde la década de 1980 y la financiarización de la economía, los actores financieros nos han mostrado que los vacíos legales esconden una oportunidad a corto plazo. ¿Cómo terminan los inversores ecológicos financiando a las grandes petroleras? ¿Qué papel puede desempeñar la prensa? Hemos hablado de todo esto y más con nuestros investigadores Stefano Valentino y Giorgio Michalopoulos, que desentrañan para Voxeurop el lado oscuro de las finanzas verdes; hazaña por la que han sido recompensados varias veces.
El evento >