Los refugiados no cesan de llegar a la isla de Man. Pero no en pateras como a Tarifa y la costa andaluza, sino en jets privados. No les espera para darles la bienvenida la Guardia Civil, sino chóferes que abren la puerta del Bentley, Porsche o Ferrari de rigor (tiene una de las mayores concentraciones de coches de lujo del mundo). No escapan del hambre y la miseria, sino del impuesto del 50% a las rentas más altas en el Reino Unido, y de la obsesión de los gobiernos por fiscalizar su dinero.
A la isla de Man no ha llegado la recesión (presume de un cuarto de siglo de crecimiento económico continuado, el año pasado de un 2,5%), pero sí los recortes. Igual que en Jersey y Guernsey (islas Anglonormandas), se nota el impacto de la campaña internacional para apretar las tuercas a los paraísos fiscales, obligarles a una mayor transparencia y recortar sus privilegios. Ello se ha traducido en una pérdida de ingresos y déficit presupuestario que no pagan los multimillonarios sino los trabajadores. Es el efecto Robin Hood al revés, quitar a los pobres para dar a los ricos.
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Desde la década de 1980 y la financiarización de la economía, los actores financieros nos han mostrado que los vacíos legales esconden una oportunidad a corto plazo. ¿Cómo terminan los inversores ecológicos financiando a las grandes petroleras? ¿Qué papel puede desempeñar la prensa? Hemos hablado de todo esto y más con nuestros investigadores Stefano Valentino y Giorgio Michalopoulos, que desentrañan para Voxeurop el lado oscuro de las finanzas verdes; hazaña por la que han sido recompensados varias veces.
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