Búlgaros y rumanos: fuera se está mejor

El rechazo de la solicitud de adhesión de Bucarest y de Sofía al espacio Schengen, en parte motivado por el veto de los Países Bajos, debería alegrar a los habitantes de estos países. De hecho, según considera De Volkskrant, eso les servirá de acicate para luchar más contra la corrupción y el crimen organizado.

Publicado en 22 septiembre 2011 a las 16:26

Resulta extraño que los rumanos y los búlgaros sean partícipes de buenas noticias, sin embargo, el 22 de septiembre las recibirán. El Consejo de Ministros de la Unión Europea ha decidido aplazar por un periodo indefinido la entrada de Rumanía y de Bulgaria en la zona Schengen de libre circulación de personas.

En Bucarest y en Sofía, seguramente esta decisión provoque algunas objeciones, puesto que tras la adhesión de estos países a la Unión Europea, la ampliación de la zona Schengen era un objetivo prioritario. Por tanto, la decisión de los Países Bajos de vetar, con el apoyo de Finlandia, la supresión de los controles fronterizos con Bulgaria y Rumanía no ha sido bien recibida.

Se ha reflejado claramente hasta qué punto ha sido así en la propia frontera rumana. Desde el pasado 17 de septiembre, numerosos camiones cargados de tulipanes neerlandeses están bloqueados. Según la aduana, podrían contener una bacteria muy peligrosa. Algunos camiones ya han sido reenviados a los Países Bajos. Es probable que las reacciones no se limiten a esta “guerra de flores”; por parte búlgara, el ministro de Asuntos Exteriores ya ha anunciado represalias.

El veto holandés no es un inconveniente real

Podemos plantearnos si los búlgaros y los rumanos van a sumarse a las protestas de sus Gobiernos. Una encuesta reciente revela que no ven que el veto de los Países Bajos sea un inconveniente real. Uno de cada tres búlgaros incluso considera que el informe sobre la entrada en el espacio Schengen está justificado, aunque Bulgaria cumpla las condiciones de acceso. Comprenden el razonamiento de los Países Bajos, según el cual, Sofía y Bucarest deben, ante todo, realizar progresos en la lucha contra la corrupción y el crimen organizado.

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No es la primera vez que La Haya asume la responsabilidad de una tarea ingrata tanto para Bruselas como para otros Estados miembros. Los Países Bajos ya habían bloqueado la adhesión de Serbia a la UE, porque Belgrado se negaba a cooperar con la detención de criminales de guerra. Se sabe que estas presiones han conseguido que, a lo largo de los últimos años, se haya arrestado a todos los que estaban en busca y captura.

En el caso de Rumanía y de Bulgaria, los resultados no tienen porqué ser menos impresionantes. Es sobre el ahora o nunca sobre lo que hay que intervenir. En cuanto los dos Estados miembros más pobres de la UE hayan ganado la batalla, harán caso omiso de las recomendaciones de Bruselas.

La corrupción da más miedo que los controles fronterizos

Para quienes se preocupan por la suerte que correrán búlgaros y rumanos, el veto neerlandés es una muy buena noticia. Estoy convencido de que en Bulgaria y en Rumanía dan menos miedo los controles de las fronteras que la corrupción y el crimen organizado.

Hace algunos años, la periodista búlgara Lidya Pavlova recibió el Courage in Journalism Award [premio periodístico otorgado a la valentía] por haberse atrevido a escribir artículos sobre los mafiosos de su ciudad. Lo pagó con creces. Destrozaron su coche y a su hijo lo molieron a palos y acabó en dos ocasiones en el hospital.

Muchas cosas han cambiado desde entonces. Su calvario se ha prolongado durante años, pero los dos jefes de la mafia local dieron con sus huesos en la cárcel. Aún así, no se puede considerar que su ciudad sea completamente segura. Cuando el mes pasado intenté conseguir una entrevista con Lidya Pavlova, ella misma se disculpó. “No quiero meterme en problemas”, se excusó. “Ya me han roto los cristales del coche doce veces”. Y mientras Lidya Pavlova se siga preocupando por los cristales de su coche, soy partidario de que se mantengan los controles en las fronteras.

Desde Bucarest

Se quedan fuera, pero contentos

Según las repuestas a las dos preguntas planteadas en las páginas web de los diarios rumanos Adevărul y Evenimentul Zilei, el 73 % de sus lectores considera que Rumanía no está preparada para adherirse al espacio Schengen, y el 85 % aprueban el veto de los Países Bajos sobre su entrada en esa zona de libre circulación. "¿Se hubiese podido evitar el fracaso de Schengen?”, se plantea România liberă. El diario considera que "la diplomacia rumana hubiese debido prever el resurgimiento de los nacionalismos en Europa, semilla del veto impuesto por los Países Bajos y Finlandia, y haber obrado en consecuencia".

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