“Cataluña pide su rescate” anuncia El País, al día siguiente de que Artur Mas, presidente de la Generalitat, solicitase ayuda financiera al Gobierno central. Cataluña es una de las regiones más ricas de España, pero también la más endeudada, por un valor de 42.000 millones de euros, con vencimientos de 5.700 millones en 2012. Es la tercera región, tras Valencia y Murcia, que se ve obligada a solicitar la ayuda del Fondo de Liquidez Autonómico (FLA), dotado de 18.000 millones de euros. Esta "crisis autonómica", según titula El País su editorial, llega en plena tormenta financiera en España y en la zona euro. La prima de riesgo alcanza cifras récord (650 puntos básicos), al igual que el tipo sobre los bonos de deuda pública a diez años, con un 7,6%. Esta situación demuestra que
Las comunidades autónomas han entrado en una fase de crisis financiera aguda cuya primera y más grave consecuencia será un nuevo deterioro de la confianza de los inversores en la solvencia de la deuda española.
La responsabilidad recae sobre las comunidades autónomas, según el diario, pero también sobre el Gobierno de Mariano Rajoy:
durante muchos años las comunidades autónomas han venido incumpliendo sistemáticamente sus programas económico-financieros, acrecentando la deuda con la complacencia de los sucesivos Gobiernos, que por razones políticas o simple negligencia se olvidaron de exigir el cumplimiento a rajatabla de los compromisos de déficit. [..]Lo que transmite una pésima sensación a la opinión pública y a los inversores cuya confianza se intenta recuperar es la caótica relación del Gobierno central con los Gobiernos autónomos. [...]el Ejecutivo no ha sabido responder a la pregunta de cuál es la situación real de las cuentas regionales; y esta falta de respuesta nos está llevando, entre otras causas, a una situación sin salida.
“Cataluña admite su colapso" titula El Mundo. El diario madrileño critica a los dirigentes autonómicos y considera que es necesario "podar lo superfluo":
nadie entendería que los esfuerzos que conllevarán esos rescates sigan cargándose sobre la población, mientras los dirigentes autonómicos mantienen intactas sus estructuras de poder. Hasta ahora, no se percibe una reacción de las comunidades acorde a su dramática situación. Se ve más comprometido al Ejecutivo con las exigencias de Bruselas que a muchos líderes regionales.[...]Conocida la resistencia de las autonomías a desmontar sus andamiajes, el Gobierno debería poner todo el empeño en reducirlos. Hay multitud de servicios que podrían suprimirse sin que se viera afectada la calidad de vida del ciudadano, Y ahí siguen las embajadas, los canales de televisión, los órganos consultivos de toda índole... Si Rajoy no logra embridar a las comunidades ahora que están en quiebra, deberá cargar siempre con ese error.
Por su parte, los diarios catalanes subrayan que el rescate llega en el momento en el que el Parlamento regional debate el “pacto fiscal” con el que pretende negociar con Madrid la participación de Cataluña en el sistema fiscal nacional, con el objetivo de reducir su contribución al fondo de financiación del resto de las regiones y conservar más recursos económicos, siguiendo el modelo del País Vasco, una excepción en el modelo fiscal español. Pero Cataluña no es “ni rica ni plena” titula El Periódico, haciendo referencia a este proceso de renegociación. Por lo tanto, debería “dejar de lado el pacto fiscal” opina el director del diario, Enric Hernández:
Igual que el náufrago no reclama contrapartidas a quien le echa el salvavidas, someterse al dictado de Hacienda y exigirle al tiempo la llave de la caja no parece una buena estrategia. La salida más digna para Catalunya sería mantener viva la demanda del pacto fiscal pero aparcar la negociación con el Estado hasta que las circunstancias cambien y tenga alguna oportunidad de prosperar.
La Vanguardia, por su parte, considera que “la Generalitat ha dado un paso que tiene enorme importancia: ayuda del Estado a cambio de menor autonomía” e ironiza al establecer un paralelismo con la reacción de Mariano Rajoy a la ayuda a los bancos españoles que la UE ha proporcionado:
el Ejecutivo catalán jura y perjura que no hay rescate ni intervención, que todo se reduce a una línea de crédito y que las condiciones sólo hacen referencia al dinero prestado como ocurre siempre que una entidad presta dinero a otra. Es lo mismo que dijo Rajoy cuando el rescate bancario, del que luego se han conocido las condiciones. El éxito de la teoría es de sobras conocido.