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Para Angela Merkel, esta es la versión portuguesa del trabajo.

Con Merkel, el populismo no coge vacaciones

Al afirmar que los griegos, los portugueses y los españoles tienen demasiadas vacaciones, la canciller alemana difunde informaciones falsas basadas en clichés culturales y debilita las propias bases del proyecto europeo, según lamenta una columnista portuguesa.

Publicado en 19 mayo 2011 a las 16:04
Guerretto  | Para Angela Merkel, esta es la versión portuguesa del trabajo.

Vamos a pagar un alto precio por esta deriva populista y xenófoba que se apodera de la Unión Europea. Vamos camino de arruinar más de cincuenta años de paz y de desarrollo. Y sobre las naciones ricas de Europa recae gran parte de la responsabilidad.Las declaraciones de Angela Merkel sobre Portugal, España y Grecia pueden explicarse únicamente en el contexto de las frivolidades típicas de las campañas electorales. La canciller alemana acaba de echar leña sobre un fuego que ya arde bien y lanza llamas muy peligrosas.

El mensaje que Angela Merkel difundió el martes 17 de mayo es aterrador. En países como Portugal, España y Grecia, declaró, no es posible que las personas tengan más vacaciones, trabajen menos y se jubilen antes que los alemanes. Incluso si estas afirmaciones hubiesen estado bien fundadas, no hubiera debido manifestarlas.Porque el éxito de la moneda única no se asienta sobre eso, y porque tales palabras no hacen sino alimentar la cada vez más marcada falta de voluntad de ciertos países a la hora de ayudar a quienes, en la zona euro, atraviesan dificultades financieras.

Basta con examinar las estadísticas para apreciar que nada de lo que dijo Angela Merkel se corresponde con la realidad. Son los alemanes quienes ostentan el récord europeo en número de días de vacaciones. Los griegos son quienes más trabajan. Y aunque los holandeses son los que se jubilan más tarde, los portugueses les pisan los talones muy de cerca, en cuarta posición.

Lo que verdaderamente debilita el euro

Declarar que una unión monetaria impone a todos el tener el mismo número de días de vacaciones, el mismo número de horas de trabajo y la misma edad de jubilación contribuye a alimentar la ignorancia, que resulta la mejor aliada de los populismos y de la xenofobia. Dichas armonizaciones son las consecuencias y no las condiciones del éxito del euro.

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Lo que debilita la moneda europea son las medidas como la suspensión de los acuerdos de Schengen, que garantizan la libre circulación de personas dentro de la zona euro, y la ausencia de instrumentos comunes, un presupuesto, un fondo o un mecanismo que permita hacer frente a los choques asimétricos que vivimos hoy en día.

Suspender Schengen porque llegan inmigrantes de África del Norte resulta más nefasto para la moneda única que las deudas de Portugal, Grecia, España e Irlanda juntas, y contribuye a demorar aún más esta armonización del mercado de trabajo que tanto preocupa a Merkel. La falta de acuerdo para apoyar de manera verosímil a los países de la zona euro que atraviesan dificultades financieras (o, como dicen los economistas, “que experimentan un choque asimétrico”) debilitan más el euro que las cuestiones que hacen las delicias de los populistas.

Alimentar la bestia populista es abrir la caja de Pandora

Si nos atenemos exclusivamente a los hechos, Grecia, Irlanda, Portugal y España son las víctimas de un choque asimétrico en el seno de una unión monetaria. Las razones que han conducido a estos países, y no a otros, a esta situación son diversas y variadas, y todos los países miembros de la zona euro son responsables de que así haya ocurrido. Además, si quienes se enfrentasen a un choque asimétrico fuesen, por ejemplo, los Países Bajos, se abordaría el debate desde otra perspectiva, con esta racionalidad y sin el populismo de Merkel.

No queremos creer que en la zona euro existen países que desean recuperar la vieja tesis del ministro holandés que, a finales de los noventa, rechazaba que los países del sur de Europa (“el club Med”, tal y como él decía) entrasen en el euro. No queremos creer que los planes de ayuda existen únicamente para expulsar de la zona euro a plazos a sus beneficiarios. Angela Merkel debe honrar la memoria de Konrad Adenauer y el legado de Helmut Kohl, que esta misma semana también ha manifestado sus recomendaciones.

Alimentar la bestia populista que crece en la Europa del euro es abrir la caja de Pandora, despertar los fantasmas más amenazadores del pasado europeo. Los alemanes saben que el proyecto europeo merece algo más que los arrebatos populistas. La propia Angela Merkel sabe que unas elecciones valen menos que el futuro del euro.

Desde Alemania

No lo mezcle todo, señora Merkel

Las declaraciones de Angela Merkel sobre la duración de las vacaciones o la edad de jubilación de los países del sur de Europa están lejos de alegrar a las distintas publicaciones de la prensa alemana, que con las cifras en la mano se han dispuesto a contradecir sus afirmaciones. Entre ellas,Die Welt titula "La mezcolanza de Europa" y explica por qué la canciller ha transmitido una señal negativa. "Las palabras de la canciller demuestran en qué dirección se dirige el tren europeo: la palabra clave es 'armonización'". Así, el diario conservador escribe que, por ejemplo, "se está pidiendo a los irlandeses que pongan a nuestro nivel sus impuestos sobre las empresas. Aunque es justo que los países endeudados tengan que esforzarse todo lo posible para recuperar la solidez, sería un error prescribir a todos el mismo medicamento".

"Puede que Grecia encuentre otras soluciones distintas a las nuestras para reducir las prestaciones sociales. La jubilación a los 67 años tan sólo es una posibilidad entre otras muchas. […] En nuestro país, el envejecimiento de la población ya es mucho más avanzado que en el sur de Europa. De ahí que en Alemania las personas de más edad sean indispensables en el mercado laboral, pero no en Grecia. Y en el caso de Irlanda, quizás su sistema fiscal atrayente constituya su mayor ventaja competitiva y por lo tanto, su mayor posibilidad de volver al crecimiento".

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