El primer ministro húngaro Viktor Orbán, el que fuera el enfant terrible de la política europea y heraldo de la “democracia antiliberal”, atrae a un grupo cada vez mayor de admiradores. Sin embargo, estos Orbán en miniatura pueden toparse con un camino menos asegurado y el futuro no tiene por qué ser tan oscuro como parece.
“Austria bajo Kickl: el Orbán de al lado”, escribe Patrick Guyton para el diario alemán Frankfurter Rundschau, ante la probabilidad de que el país vecino sea dirigido Herbert Kickl, que se convertiría en un canciller de extrema derecha por primera vez desde 1945.
El líder del Partido de la Libertad (FPÖ), que llevó a su partido a la victoria en las elecciones parlamentarias de otoño de 2024 con el 28,8 % de los votos, señala abiertamente al primer ministro húngaro como su modelo político a seguir. Según Guyton, esta evolución hace temer que Austria evolucione hacia una democracia antiliberal al estilo húngaro, sobre todo por la postura de Kickl en lo que respecta a los medios de comunicación, las minorías y la Unión Europea.
Mientras algunos representantes del FPÖ, como Matthias Krenn, del ala económica del partido, presentan posturas más moderadas y rechazan el extremismo, los críticos advierten de una “guerra cultural desde la derecha” cuyo fin es una “reestructuración antidemocrática del Estado”. Guyton observa que la situación política ha desencadenado protestas cuya intensidad es inferior a la de las manifestaciones a principios de la década de 1990 contra Jörg Haider, el anterior líder del FPÖ, cuando el partido entró por primera vez en el Gobierno. Según el periodista alemán, esto puede indicar un preocupante efecto embotado en la sociedad hacia las tendencias de extrema derecha.
Los temores a una “orbanización” de Austria bajo Herbert Kickl son exagerados, expone Eszter Kováts, una politóloga húngara en la Universidad de Viena. En un artículo para Die Presse, señala que el líder del FPÖ carece de la radicalidad y, ante todo, de la supermayoría constitucional que permitió a Viktor Orbán remodelar Hungría después de 2010. Sin embargo, los paralelismos son sorprendentes: ambos hombres comparten un talento para la provocación y plantean una trinidad retórica similar: oposición a la migración, a la perspectiva de género y a la guerra en Ucrania. Su libro de jugadas populista se basa en gran medida en dividir a la sociedad en “nosotros” y “ellos”. Según Kováts, el ascenso de Kickl se debe a la creciente desconexión de los partidos mayoritarios con los votantes, especialmente en materia de inmigración. Aunque Kickl busque inspiración en Budapest, sus circunstancias políticas se asemejan más a las de Giorgia Meloni en Italia o a las de Geert Wilders en Países Bajos. Estos líderes populistas, a pesar de las nefastas predicciones, han demostrado estar más limitados por los controles institucionales que su homólogo húngaro. Kováts afirma que la “melonización” o la “wildersización” de Austria, ofrece una plantilla más adecuada que el espectro del orbanismo.
Justo al otro lado del Danubio, en Austria, otro aspirante a ser Orbán está poniendo a prueba los límites de su poder. Robert Fico, el primer ministro de Eslovaquia y líder del supuestamente partido socialdemócrata SMER, causó revuelo con una peregrinación no anunciada a Moscú antes de Navidad para reunirse con Vladímir Putin. Los detalles de la visita siguen envueltos en misterio e incluso la información básica sobre los asistentes y los preparativos se ha ocultado al escrutinio público, como observa Dušan Mikušovič en Denník N, un sitio web de noticias de Bratislava.
La única explicación que dio Fico de la reunión fue a través de las redes sociales, donde habló de la situación militar de Ucrania, las perspectivas de paz y su intención de “normalizar” las relaciones entre Eslovaquia y Rusia. Después, amenazó con cortar el suministro eléctrico a Ucrania en represalia por su interrupción del tránsito de gas ruso a la UE. La visita a Moscú, justificada como parte de su “política soberana a los cuatro puntos cardinales”, sigue un patrón: el análisis de Denník N demuestra que la brújula diplomática del primer ministro apunta cada vez más al este y al sur, en lugar de al oeste o al norte.
Sin embargo, la deriva eslovaca hacia el antiliberalismo se ha topado con vientos en contra. Una escisión en HLAS-SD, el socio de coalición de Fico, le ha costado la mayoría parlamentaria. Mientras tanto, más de 100 000 manifestantes han salido a la calle para exigir un Gobierno transparente, el Estado de derecho y el rechazo de las propuestas rusas. La respuesta de Fico, que afirmaba que un tercio de los manifestantes eran ucranianos y calificó las manifestaciones como un intento de golpe de Estado apoyado desde el extranjero, no ha hecho más que avivar las llamas. Tal y como observa Matúš Kostolný, la situación recuerda a 2018, cuando el asesinato del periodista Ján Kuciak forzó la dimisión de Fico, a pesar de su mayoría parlamentaria. “Puede que se complique”, predice Kostolny, “pero Fico está acabado”.
Viktor Orbán y Herbert Kickl podrían dar pronto la bienvenida al club de los primeros ministros europeos a otro aliado de la facción Patriotas por Europa en el Parlamento Europeo. En la vecina República Checa, Andrej Babiš, multimillonario de origen eslovaco y líder del partido ANO, está organizando su regreso. A pesar de sus limitadas habilidades retóricas, Babiš ha demostrado una notable capacidad para atraer a votantes de todo el espectro político y las encuestas de enero del portal económico E15 le otorgan un apoyo del 35 %.
Babiš, que fue sustituido en 2021 por la coalición liberal-conservadora de Petr Fiala, se dispone a volver al poder. Aunque el Gobierno de Fiala ha logrado notables éxitos en política exterior, sobre todo en el apoyo a Ucrania, la gestión de la crisis de los refugiados y la garantía de la seguridad energética, ha tenido problemas con las reformas internas y la comunicación pública, lo que ha supuesto un descenso récord en su popularidad.
El filósofo y comentarista Petr Fischer, en un artículo para Czech Radio, atribuye el éxito de Babiš a su perspicacia política y enfoque pragmático. “La versión de 2025 de Andrej Babiš demuestra con cada palabra que su movimiento ANO forma parte de una corriente global más amplia y notable que está asumiendo el control del mundo y volviendo al sentido común”, observa Fischer en todo sarcástico. Sostiene que Trump proporcionó una plantilla para un partido ANO ideológicamente agotado, que los patriotas europeos están copiando ahora para tener un éxito garantizado. “Ellos tienen el 'MAGA', Make America Great Again (Hacer que América vuelva a ser grande) y nosotros, MEGA, Make Europe Great Again (Hacer que Europa vuelva a ser grande)”, declaró el ex y probablemente futuro primer ministro checo.
Según Fischer, el camino hacia el poder sigue un esquema universal: erosión sistemática del debate público mediante campañas destructivas en las redes sociales, privatización del espacio público al servicio de los intereses de los más ruidosos y una política definida por la lucha contra los enemigos percibidos: inmigrantes, competidores económicos y, en el caso de Europa, las instituciones de la UE.
El canal de las armas: cómo las armas checas llegan a los compradores rusos
Tal y como revela una sorprendente investigación de Kristina Vejnbender, una sofisticada red de intermediarios ha burlado las sanciones de la UE a las exportaciones de armas a Rusia. Su reportaje para Investigace.cz expone cómo las armas checas llegan a los compradores rusos a través de un intricado laberinto de intermediarios centroasiáticos y turcos.
En la reciente Expo Orel 2024 de Moscú, se exhibieron abiertamente armas de fuego checas, aunque a precios desorbitados: el triple de lo que cuestan en Praga. La investigación de Vejnbender, llevada a cabo con The Insider y otros medios de comunicación, señala cómo empresas kazajas y turcas actúan como prácticos canales: solo en abril de 2024, una empresa kazaja importó un importante cargamento de munición checa, mientras que una empresa turca organizó la entrega de equipos ópticos de alta gama.
Las cifras hablan por sí solas: las exportaciones checas de armas a Kazajistán se han multiplicado por treinta desde 2018. ¿A qué se debe ese apetito por las armas checas? Tal y como explicaron expertos a Vejnbender, el arsenal nacional ruso está demostrando su obsolescencia y las armas “deportivas” checas pueden servir fácilmente para fines militares.
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